miércoles, 27 de mayo de 2009

MADRID-LAS VENTAS. Crónica de la corrida celebrada ayer, martes 26 de mayo: DANIEL LUQUE el gran protagonista de la tarde.


Reproducimos hoy la crónica que realiza D. Antonio Lorca para El País, sobre la corrida de toros celebrada, esta vez si, en Las Ventas ayer, martes 26 de mayo e 2009. Apunten ustedes el nombre de Daniel Luque que viene apretando fuerte, y es que se diga lo que se diga llega la hora del toreo a lo José Tomás y se acaba ya, por fin, el estilo Ponce.

LA CRÓNICA:

"La escalofriante quietud de Luque"

Pudo ser una tarde histórica para este chaval sevillano de sólo 19 años, pero se lo impidió el mal manejo del estoque, que le cerró a cal y canto una puerta grande que tenía abierta de par en par por su valor desmedido, por su quietud escalofriante, por su perfecta colocación, por la gracia sevillana de su toreo y, señoras y señores, porque clava las zapatillas en la arena y no las mueve pase lo que pase.
Y lo que pasó es que cimbreó Las Ventas, entusiasmó al respetable y dijo claro y alto que quiere ser un figurón del toreo.
Y eso que toda la tarde hizo un vendaval de espanto que convirtió los engaños en banderolas. Pero, amigos, cuando se quiere triunfar, no hay ráfaga que se resista. Cuando hay un torero dispuesto a morir para alcanzar la gloria, hasta el viento se achica y parece refugiarse en tablas.
Y es que ayer Daniel Luque llegó a Madrid a demostrar que es un torero de una pieza; así, toda su labor a su primero fue un compendio de heroísmo inteligente, de pundonor y arrojo, que conmocionó a todos. Con unas garbosas verónicas recibió al toro, que no hizo una buena pelea en varas y se quedó corto en banderillas. Cogió la muleta y se fue al centro del ruedo, sin temor al viento. Hasta allí llegó galopando su oponente, firme el torero, y ligó una templada y emocionante tanda de derechazos. Con la izquierda, y sin posibilidad de mantener la muleta tersa, dibuja algunos naturales, se cambia el engaño de mano y se pasa los pitones rozando la taleguilla. Cuando los tendidos bramaban de emoción, Luque se llega a cambiar en la siguiente tanda hasta tres veces la muleta de una a otra mano, sin mover las zapatillas, que puso la plaza en pie y se hizo presente el delirio. Terminó con unas ajustadas bernardinas antes de emborronarlo todo con el estoque. Hubo poco toreo, es verdad, a causa del viento y del corto viaje del toro, pero sobró torero por los cuatro costados. No hubo toreo grande, pero sí un torero arrebatador, que pisó unos terrenos inverosímiles, esos que sólo se atreven a retar los auténticos héroes.
El valor extraordinario -y el buen gusto- de este joven torero volvió a ponerse de manifiesto ante el sexto, un búfalo descastado al que enseñó a embestir con el capote, y al que embarcó en la muleta por ambas manos con mando, temple, torería y empaque. Ahí quedan para el recuerdo varias tandas extraordinarias de derechazos, cruzado siempre, y dos kirikikis, y un pase del desprecio, y un recorte, y un molinete, y grandiosos pases de pecho que incendiaron la plaza de Las Ventas. Llegó, entonces, el silencio emocionante cuando se perfiló para matar. Se cerró la puerta grande, sí, pero Luque está ya en el corazón de todos los aficionados.
Le acompañaron Uceda Leal, quien, entre el viento y que él no le cogió el aire a sus toros, pasó desapercibido. Dio la impresión de estar desmotivado, como fuera de la plaza, y nunca remontó el vuelo; ni siquiera ante el noble cuarto. El tercero era El Fandi, que reduce su tauromaquia al tercio de banderillas, en el que es tan espectacular como impuro. Le tocó el artista de la tarde, el quinto, y como este torero es, ante todo, un atleta, pues se fue sin torear. Ya ven...

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