lunes, 18 de mayo de 2009

BARCELONA.- Un gran Serafín Marín corta dos orejas y abre la Puerta Grande.

Barcelona, 17 may (EFE).- El diestro Serafín Marín cosechó un importante triunfo en la corrida de toros celebrada hoy en Barcelona, al cortó las dos orejas de su segundo toro y salir a hombros, mientras que Juan José Padilla paseó un trofeo y Andrés Palacios los perdió por culpa de la espada.
Se lidiaron cinco toros de Juan Manuel Criado y un sobrero -el sexto-, de San Miguel, bien presentados, nobles y manejables aunque un punto flojos. El mejor, el quinto.
Juan José Padilla: estocada (ovación tras un aviso); y estocada (una oreja).
Serafín Marín: estocada caída (ovación); y estocada (dos orejas).
Andrés Palacios: pinchazo y media estocada (ovación); y estocada y tres descabellos (ovación tras un aviso).
La plaza tuvo menos de un cuarto de entrada en tarde agradable.

Padilla anduvo un tanto anodino en su primer faena, pero realizó una notable labor al cuarto, al que toreó con especial regusto al natural. Faena vibrante la de Padilla, que, con la espada como aliada, le valió para pasear una oreja.
Marín anduvo voluntarioso con su primer toro, en una faena basada en el lado derecho, el único pitón potable de un astado que fue a menos, como el trasteo, hasta que terminó parándose.
Lo grande vino en el quinto, el mejor toro de la corrida, al que Marín cuajó de principio a fin. Muy bien de capote, con tres arrebatadas verónicas de especial sabor. Y mejor con la muleta, donde toreó con aplomo y extraordinaria profundidad.
El toro, con clase en la embestidas, tomaba la muleta con temple y buen son, y Marín se gustó con pases por los dos lados de suma despaciosidad, largura y ligazón. También brilló en los remates de cada serie. Una faena de mucha altura merecedora de las dos orejas.
A Palacios le costó coger el aire a su primer toro, al que realizó una faena aseada, con buenos muletazos sueltos por el lado derecho.
En el sexto subió de nivel con un trasteo mucho más completo, toreando con muy buen gusto sobre ambas manos, en series de muletazos largos y ligados que tuvieron calado en el tendido. Emborronó su labor con la espada. EFE

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