ÁNGEL G. ABAD ZARAGOZA. Crónica de la novillada del jueves 8 de octubre.
Debutaba en la Misericordia Luis Miguel Casares. Para los aficionados aragoneses, el hijo de Justo Benítez, un bravo torero de esta tierra. Y Luis Miguel hizo gala de los valores que han distinguido siempre a los diestros aragoneses: verdad y valor. Con un lote infame de la preciosa novillada de Alcurrucén y El Cortijillo -dos divisas con una misma procedencia y propiedad-, el chaval se la jugó sin cuento. Valor consciente, los pies siempre clavados en la arena, y una disposición que en el sexto bordeó los límites de la temeridad. Pero además, con un buen concepto del toreo. Cuando sus dos enemigos -ayer más enemigos que nunca- le dejaron manejó el capote lanzando los vuelos y apuntó con la muleta buen sentido de la colocación y las distancias. Un esperanzador debut.
José Manuel Mas demostró oficio. El primero le permitió cuajar alguna serie con la derecha y ante el violento cuarto cuajó una faena con momentos de emoción que se fue apagando en su largometraje.
Quien sorteó el mejor novillo de la tarde fue Juan Carlos Rey. El quinto se desplazaba con temple por los dos pitones y cuando Rey le dio su espacio y lo llevó con la mano baja surgieron excelentes muletazos. Sin embargo, el trasteo fue a menos, como en el segundo, con opciones por el derecho.
Por otra parte, en la novillada celebrada ayer en Valencia, con un tercio de entrada, se lidiaron novillos de Santos Alcalde, manejables aunque mansitos. José María Arenas, silencio tras aviso y vuelta tras aviso. Manuel Sarrión, silencio tras tres avisos y silencio. José Arévalo, oreja tras aviso y oreja. Informa R. Carrión.
Fuente ABC.
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