domingo, 25 de octubre de 2009

ONDA.EL TORO QUE SE EXHIBIÓ TRAS LA ENTRADA SE RESISTIÓ A SER ENCERRADO Y SE HUBO DE RECURRIR A LA SOGA.

Foto:ALEJANDRO NAVARRO
La Fira d´Onda atrae a cerca de 12.000 ´taurinos´ en el tercer y último encierro

Dos animales se destacaron en el Ayuntamiento y buscaron con celo.Los 774 metros se cubrieron de forma rápida y sin registrar incidente alguno.

El encierro de Victoriano del Río Cortés atrajo a la localidad de Onda a cerca de 12.000 aficionados procedentes de toda España, que disfrutaron de un encierro rápido y limpio sin incidentes, que despidió las carreras taurinas de la Fira d´Onda 2009.
La manada salió conjuntada como una piña y así se mantuvo durante todo el recorrido de la Safona y la calle San Miguel hasta llegar al Ayuntamiento, cuando dos de los astados aventajaron a sus compañeros y rebañaron las barreras recelosos de los corredores que les precedían.
La calle del Carmen la tomaron a gran velocidad hasta la curva de Cervantes, donde tomaron el giro de 180 grados para enfilarse por la calle Ecce homo, El Pla y el Raval de Sant Josep, entrando los animales en los chiqueros sin ningún problema.
El recorrido de 774 metros, similar al de Pamplona, convierte el encierro de Onda en uno de los más emocionantes por su trazado flanqueado en algunos tramos por dobles barreras que añaden seguridad a las carreras de los mozos y a los animales.
No obstante, y pese a las advertencias y prohibiciones explícitas de la organización, son innumerables los corredores que se refugian en los cadafals y citan a los toros al pasar, con el lógico peligro que la práctica implica.
Del mismo modo, muchos aficionados se encaraman en las barreras cuya función es encauzar a la manada en lugar de soportar el peso de la gente. La Policía Local peinó todo el recorrido advirtiendo de que se cumplan las normas de seguridad aunque en el caos de la carrera mucha gente se las saltó e hizo caso omiso de las órdenes.
´DECORADO´ SE RESISTIÓ Tras el encierro se exhibió uno de los toros de nombre Decorado, que se negaba a ser encerrado tras su suelta y obligó al laceador Kiko a engancharlo con la cuerda puesto que el trabajo de los cabestros fue inútil ante la resistencia del astado a entrar a los corrales.

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