Chaparrón a la vista
Pedro Toledano
Que sí, que no, que caiga un chaparrón…
Que sí, que no, que caiga un chaparrón…
Era el inicio de una coplilla que los chiquillos cantábamos en los pueblos cuando aparecían las primeras tormentas en el otoño anunciando tiempo revuelto. Supongo que se me habrá venido este recuerdo infantil a las teclas del ordenador, porque lo que quiero es contarles el chaparrón de noticias contradictorias, interesadas y hasta torticeras que se están produciendo estos días en torno a la adjudicación de la plaza de toros de Valencia. Será por lo revuelto que está el ambiente en torno a este episodio. O será porque el subconsciente me está avisando de que el asunto que se está dilucidando no es ningún juego de niños. Sea lo que fuere, los hechos que vamos conociendo nos dicen que hay que estar atentos.
Sí, porque no se trata ya de que la plaza de toros de Valencia caiga en manos de éste o aquel empresario más o menos cualificado, más o menos simpático o más o menos interesado en hacer las cosas en beneficio de la afición valenciana. Que éste debería ser el único fin, junto al de la tan cacareada transparencia, que moviera a los responsables de la cosa taurina en la diputación en el trámite de conceder la gestión de la plaza de toros. Por eso hay que poner en negro sobre blanco los riesgos que una vez más corre la afición valenciana, y por elevación toda en general, al ser la de Valencia pieza clave en la temporada española, si finalmente la plaza se le entrega a alguien cuyo único y prioritario interés sea utilizarla como moneda de cambio al estilo del más rancio sucursalismo; medrar para utilizarla como instrumento coercitivo con toreros y ganaderos, caer en las redes de los intereses privados de uno o varios medios de comunicación, o utilizarla como plataforma para el lanzamiento personal de unos políticos que están ávidos de notoriedad a costa de las arcas públicas. Todos esos riesgos están ahí acechando cual serpiente de pitón para engullir la presa que saciará su apetito de poder y de figurar. Y que sólo sea eso. Cualquier cosa antes que aplicar el sentido común.
Porque lo que ha quedado claro es que la plaza de toros de Valencia no necesitaba de ningún pliego amañado tan descaradamente, y menos ahora que estaba remontando el vuelo como plaza seria y respetada por los taurinos. Quizás, cuando acabe esta ceremonia de la confusión -anexos al pliego incluidos- en que los dos mencionados políticos ¿conservadores? del Partido Popular han convertido los asuntos taurinos del cap i casal, nos acordemos de Serolo y su tan mal comunicada gestión, como modelo válido de lo que se debe ensayar en Valencia: trabajo y honradez. Cosas que visto lo que está cayendo en la política valenciana parecen ajenas a la voluntad de quienes nos manipulan, que no gobiernan.
Fuera del ruedo político, las noticias de mayor calado relacionadas con toros y toreros tienen la divisa de José Tomás. Es normal. La temporada ha sido, al margen de lo que se ha contado desde los púlpitos interesados, escasa en golpes sonados. Los taurinos lo saben y como, antes que buenos aficionados, son empresarios, ya se han puesto a trabajar para lograr que el torero de Galapagar sea el gran animador de la próxima temporada. Y lo que son las cosas, ahora que se está cociendo con malas artes y peores manos el guiso de Valencia, salta la noticia de que JT no faltará en la programación de Las Ventas, y «casi con toda seguridad"» tampoco de la de Sevilla. Loados sean quienes por afición o interés nos alegran las expectativas del 2010.
Fuente: Levante-EMV.com » Sociedad
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