ANDRÉS GONZÁLEZ-BARBA
SEVILLA. José Álvarez «Juncal», aquel viejo maestro retirado que rememora nostálgico sus andanzas en el mundo del toreo, no hubiera sido el mismo entrañable personaje si no hubiera sido interpretado magistralmente por el actor Paco Rabal. Su figura y la relación que se establece entre el toro y el cine fue ayer analizado por el diestro José Miguel Arroyo «Joselito» y el realizador Jaime de Armiñán en una nueva edición del ciclo «Mano a mano» de Cajasol.
Según confesó Joselito, «me emocioné cuando vi la serie en tres ocasiones porque la película retrata perfectamente la vida de un toreo y todos sus recuerdos».
Por su parte, Jaime de Armiñán recordó anécdotas de Paco Rabal, como aquella escena inicial en la que el actor ayuda a cruzar a un ciego no llegándose a parar el tráfico en ningún momento durante el rodaje, sino que los dos personajes cruzaron la calle con los coches pasando. En palabras del realizador de «Mi querida señorita», «Paco no tenía ni idea de coger siquiera un capote, pero tenía mucha gracia y era muy flamenco».
Todo esto vino a colación porque tanto el director de cine como el diestro madrileño coincidieron en que no ha habido buenas películas que retraten de una forma fidedigna el mundo del toreo. Según Joselito, estas películas son «monotemáticas» y caen en tópicos, además «los actores no hacen poses naturales como los toreros». Jaime de Armiñán señaló sobre esto que «los actores no saben torear, pero los toreros son actores porque se ponen delante del público». A este respecto el realizador confesó que Joselito podría ser un buen actor para una película de toros.
En todo caso, la serie de Armiñán tuvo la capacidad de recrear el mundo del toreo gracias a que absorbió lo mejor de personajes reales como Manuel Mejías Rapela «Bienvenida», también conocido como «El Papa negro».
SEVILLA. José Álvarez «Juncal», aquel viejo maestro retirado que rememora nostálgico sus andanzas en el mundo del toreo, no hubiera sido el mismo entrañable personaje si no hubiera sido interpretado magistralmente por el actor Paco Rabal. Su figura y la relación que se establece entre el toro y el cine fue ayer analizado por el diestro José Miguel Arroyo «Joselito» y el realizador Jaime de Armiñán en una nueva edición del ciclo «Mano a mano» de Cajasol.
Según confesó Joselito, «me emocioné cuando vi la serie en tres ocasiones porque la película retrata perfectamente la vida de un toreo y todos sus recuerdos».
Por su parte, Jaime de Armiñán recordó anécdotas de Paco Rabal, como aquella escena inicial en la que el actor ayuda a cruzar a un ciego no llegándose a parar el tráfico en ningún momento durante el rodaje, sino que los dos personajes cruzaron la calle con los coches pasando. En palabras del realizador de «Mi querida señorita», «Paco no tenía ni idea de coger siquiera un capote, pero tenía mucha gracia y era muy flamenco».
Todo esto vino a colación porque tanto el director de cine como el diestro madrileño coincidieron en que no ha habido buenas películas que retraten de una forma fidedigna el mundo del toreo. Según Joselito, estas películas son «monotemáticas» y caen en tópicos, además «los actores no hacen poses naturales como los toreros». Jaime de Armiñán señaló sobre esto que «los actores no saben torear, pero los toreros son actores porque se ponen delante del público». A este respecto el realizador confesó que Joselito podría ser un buen actor para una película de toros.
En todo caso, la serie de Armiñán tuvo la capacidad de recrear el mundo del toreo gracias a que absorbió lo mejor de personajes reales como Manuel Mejías Rapela «Bienvenida», también conocido como «El Papa negro».
Fuente: ABC.
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