miércoles, 14 de octubre de 2009

Esplá en Zaragoza: "Me llevo un mapa de heridas y la necesidad de salir de aquí"



MIGUEL LAGRAVA
Abandonó La Misericordia agradecido pero desolado. Luis Francisco Esplá eligió el día del Pilar, para despedirse de los ruedos españoles. Quiso hacerlo en el mismo coso taurino en el que hace 33 años tomara la alternativa. Pero el estoque y el escaso juego de su lote no quisieron sumarse al homenaje. "Estoy desolado porque los toros no han colaborado. Cuando no humillan y no se dejan meter la mano por encima sucede esto. Y además no he estado muy acertado con los aceros", admitió.

El adiós de Esplá fue el momento más emotivo. Tras dar muerte a Garavito, un toro negro de 615 kilos, el diestro salió al tercio y, montera en mano, se llevó las muestras de cariño al corazón. El público le brindó una sonora ovación que permanecerá para siempre en su recuerdo. "Me carcome no haber podido rematar la tarde. Los toros hay que matarlos con dignidad y ahora mismo impera el amor propio sobre otros sentimientos. Estoy más desolado que emocionado".

Esplá, de tabaco y oro, se marchó dejando esa aureola de gran torero. Su arte y sus tardes de gloria quedarán para siempre en la memoria colectiva de los aficionados. Como otros tantos maestros, el matador alicantino caminó por el callejón con el deber cumplido. Atrás queda una extensa hoja de servicios. "Me llevo un mapa de heridas, un sinfín de amigos, el reconocimiento como profesional durante todos estos años y la necesidad de salir de aquí (de los ruedos)", reconoció.

Enrique Ponce, triunfador de la feria pilarista del 2008, rozó la puerta grande con su primer toro. "Ha sido una pena. Me hubiera gustado haber salido a hombros. He estado a punto de llevarme las dos orejas, pero me voy contento porque la faena ha sido muy importante. He toreado al natural y le he pegado muletazos muy a gusto y muy despacio. El segundo era imposible, no tenía un pase". La Misericordia rugió viendo sus pausados muletazos y templadísimos naturales. "Después de 20 años, sentir ese cariño es muy bonito", aseveró.

Por el contrario, Miguel Ángel Perera abandonó la plaza dolido. Tres avisos y vuelta de su primero a los corrales. Esta vez, la espada, su principal bastión (125 orejas en 75 corridas) fue una losa. "No vi el primer aviso. Luego me alargué con la espada más de la cuenta y se me ha echado el tiempo encima". Esplá le "echó" un capote. "Lo de Perera ha sido una injusticia del reglamento. No refleja lo que ha ocurrido". Genio y figura hasta en su despedida.

Fuente: elperiodicodearagon.com

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