martes, 13 de octubre de 2009

ZARAGOZA, FERIA DEL PILAR 2009. cRÓNICA DOMINGO 11 DE OCTUBRE:"Talavante borda y pincha una gran faena entarde de pocos toros".


Zaragoza, 11 oct (EFE).- El diestro Alejandro Talavante "pinchó" un faenón de dos orejas al único toro de la ganadería de Núñez delCuvillo toreable del descastado encierro que lidió hoy en Zaragoza.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Núñez del Cuvillo, terciados de presencia y de escaso contenido, aunque nobles, muy justos de todo, en el límitede las fuerzas y de la raza. Tercero y cuarto, con más brío, tuvieron mejor condición. José Antonio "Morante de la Puebla": estocada casi entera y tres descabellos (silencio); y estocada corta tendida (ovación tras leve petición).Miguel Ángel Perera: estocada (aviso y ovación tras petición de oreja,con abucheo "al palco" por denegarla); y tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Alejandro Talavante: dos estocadas "haciendo guardia", tercera estocada y dos descabellos (gran ovación tras aviso); y tres pinchazos y estocada (silencio). En cuadrillas Juan Sierra y Guillermo Barbero saludaron tras banderillear al segundo. La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.

ZARAGOZA, EJEMPLO DE AFICIÓN

Zaragoza da ejemplo. El "no hay billetes" estando por medio latelevisión, dice muy bien de la afición de esta tierra.

Uno de los pocos llenazos en la temporada sin José Tomás. Quiere decirque todavía hay carteles con tirón en la taquilla.

Pero los actores del espectáculo siguen sin corresponder a laparroquia. La corrida de Núñez del Cuvillo, a priori una garantía por ser predilecta entre las figuras, esta vez no dio la talla. Muy justita de todo, de escasa entidad, salvo los apuntados tercero y cuarto, no sirvió para el triunfo. Claro que tampoco se comía a nadie.

El único que medio aprovechó fue Talavante, en el tercero. Faena de altos vuelos, aunque al final quedó en agua de borrajas con la espada.

Bien con el capote en el recibo a la verónica, muy bien en un quite por chicuelinas, y extraordinariamente bien con la muleta. Siempre a más, como son las grandes faenas.

Talavante, que abrió por estatuarios, toreó después en lo fundamental con mucha profundidad. Series hilvanadas de pases largos, templados y hondos, jugando la cintura en ese torear hacia adentro al tiempo que alargaba el brazo todo lo que daba de sí, llevando al toro muy enganchado.

La obra tuvo más importancia también porque los remates llegaron en el momento oportuno, con mucha naturalidad. El molinete invertido, la trinchera y el pase del desdén, siempre sobre la marcha.

En las bernardinas finales, ¡ay!, hubo un desarme. Pero lo peor fue la espada. Un desastre a la hora de matar. Lo que pudieron ser dos orejas se redujo a una simple ovación, o, mejor dicho, gran ovación.

El sexto resultó manso con ganas. No quiso caballo y asustó a losbanderilleros en el segundo tercio. Luego no fue nada en la muleta,parado, con la cara entre las manos, escarbando, mientras Talavante,muleta en mano, no desistía. Fue una pesadez.

Faenas notables, aunque sin redondez, las de "Morante" en el cuarto y antes Perera en el segundo. La desigualdad sería el término para definirlas con mayor exactitud."Morante" anduvo con esa gracia sandunguera que caracteriza su estilo en el toreo por la derecha. Y cuatro "cositas" a dos manos en el epílogo. Insuficiente, no obstante, como lo prueba que hubo escasos pañuelos para pedir la oreja.

En el toro primero, extremadamente soso y sin fuerzas, muy protestado,"Morante" no se había esmerado lo más mínimo. Una ligera colada marcó el principio y el final del trasteo.

Perera también apuntó cosas buenas en su primera faena, sobre todo en los bellos y templados lances de recibo. Forcejeó en la muleta, con algún que otro enganchóm, destacando en el toreo de cercanías del epílogo. Labor de arrestos más que otra cosa, también sin cuerpo suficiente.El quinto aparentaba ser una mula con cuernos. Perera lo hizo pasar con extrema suavidad en el comienzo de faena, pero como no tuvo finales el animal, aquello no fue a ninguna parte. Ni siquiera tuvo sentido un ensayo de parón en las postrimerías.
Crónica de D. Juan Miguel Núñez.

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