domingo, 11 de octubre de 2009

Ni el lenguaje es igual


Reproducimos este interesante análisis publicado por D. Juan Cruz Gastón en el periódico La Rioja.com.


JUAN CRUZ GASTÓN
Uno que quiere vivir cada día lo mejor posible, dentro de las normas establecidas escritas y heredadas, que para un servidor cuentan mucho, se encuentra desbordado, casi cada día. Y es que, como decía la canción zarzuelera, los tiempos adelantan que es una barbaridad.
Traducido este preámbulo al tema taurino, casi aseguraría que los años avanzan inexorablemente, pero no las costumbres o hábitos taurinos que parecen deteriorarse como la propia vida y costumbres. Por poner algún ejemplo que vivimos los aficionados a la fiesta de toros. El toro es más bravo que nunca. Lo dicen los taurinos: toreros, ganaderos, empresarios y también los aficionados, lo creo, pero maticemos un poco.
Si comparamos la bravura del toro de los finales del siglo XIX con el medio siglo del XX y la década de XXI, podremos sacar algunas conclusiones sobre lo que era el toro en tiempos de los 'Gallos', de 'Manolete', de los Ordóñez, Camino, Viti, Puerta y lo que es ahora con una colección de toreros figuras que, lo hubieran sido en cualquiera de las épocas pasadas. Ponce, Juli, Perera, 'El Cid', Manzanares... y José Tomás, al que puede compararse en cuanto a poder convocatorio con 'El Cordobés' y con 'Manolete', y no solamente por la gente que arrastra, muchísima, que también en este capítulo tiene cabida el toro que mata el de Galapagar y en las plazas que lo hace.
En tiempos de 'Joselito' y Belmonte, generalmente se lidiaban cinqueños y, naturalmente, mataban toros de sus ganaderías preferidas, aquellas que mejor se adaptaban a su forma, arte y sentido que tenían del toreo. Con Belmonte bajó considerablemente la fiereza y acometividad del toro, sustancial para la fiesta de entonces. En los cuarenta, con el gran 'Manolete', se baja, no solamente la fiereza y acometividad del toro, sino que la edad se reduce, no siempre, del toro en un año. Sí, sí, 'Manolete' mató muchos utreros, muchísimos, se decía porque la Guerra Civil española había diezmado las ganaderías, lo que era cierto parcialmente. En el centro arrasadas casi al completo, en Salamanca, algunos casos, en Andalucía y Extremadura, apenas si se notó como dicen los tratadistas e historiadores. Entonces el novillo lidiado por toro conservaba la casta y la bravura, la acometividad y, a veces, la fiereza de sus ancestros.
El año de 1999, si mal no recuerdo, se reglamentó que a los toros había que 'bautizarlos' para que fueran lidiados con los cuatro años cumplidos. Cuando apareció en cuatreño se fue 'El Cordobés' , posiblemente el que más pasiones levantó en la historia de los toros y más gente llevó a las plazas. En nuestros días, siglo XXI, por cuiqueros sale el cuatreño, no hay duda, pero de aquella fiereza violenta de los tiempos de 'Joselito' y Belmonte no queda nada, de la acometividad y bravura de los años cuarenta,. salvo excepciones, nada queda.
De los utreritos de los años cincuenta a los setenta, ¿qué queda?. ¿Donde están aquellos toros terciados de Buendía, de Dionisio Rodríguez, por poner dos casos de la misma sangre, que se venían, muchos, arriba en el último tercio?. Muy poco, de vez en cuando salen algunos que nos lo recuerdan, pero los tiempos y las gentes han cambiado, poniéndose al día. Así nos va. Ni siquiera el lenguaje es igual el al del siglo XX. Los toros, tampoco.

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