jueves, 1 de octubre de 2009

La suerte de varas, los reglamentos y otras consideraciones


Reproducimos el siguiente texto publicado, muy sensatamente, por Cañaveralejo en su Blog Taurino de Gente Digital, atiendan ustedes estas explicaciones:


El presente comentario no pretende ser didáctico sobre la ejecución de la suerte de varas ni tampoco pontificar sobre las excelencias en su ejecución. Es simplemente una serie de consideraciones a la vista de lo que venimos observando en las distintas plazas: está desapareciendo el objetivo que inicialmente se perseguía con su ejecución. Viene esto a cuento porque recientemente hemos asistido a la feria de San Mateo en Logroño donde el Reglamento Taurino impone que el toro vaya dos veces al caballo. Nosotros preguntamos el porqué y la respuesta fue que"... es que el toro de Logroño (refiriéndose al tipo) necesita dos varas....". O sea, que el número de varas dependería del tamaño del toro. Es verdad que el toro de Logroño está (o estaba, depende de quién lo toree) un punto por encima del toro que se lidia habitualmente en plazas de segunda categoría; para explicarnos mejor, el toro de Logroño, Salamanca y alguna plaza de segunda más, está entre el toro normal de plazas de segunda y el de Madrid o Bilbao. Para nosotros el error está en considerar que el toro debe de ir al caballo un número de veces según su volumen. El espíritu de la suerte de varas es medir la bravura del animal y dosificar sus fuerzas para el resto de la lidia. El toro debe de ir al caballo-cualquiera que sea su tamaño- tantas veces como pueda soportar sin que se quebrante; es decir, la suerte de varas debería de ser una repetición de la tienta de vacas, porque ir al caballo, todos los toros van una vez; los bravos y los tontos, dos veces y sólo los bravos tres veces. Y esto nada tiene que ver con el tamaño.
Otra consideración es que la suerte de picar cada vez se hace peor: no se siguen los cánones de coger el palo corto y tirarle antes de que el animal tope con el peto (el toro debe de estar ya picado cuando llega al caballo), señalar el puyazo y cargar el castigo a la altura del morrillo y así hasta tres veces por lo menos, pero puyazos normales, o sea, cortos y sin cariocas, metisacas o barreneos. Hemos dicho también morrillo, o sea, esa gruesa masa muscular por encima de la espina dorsal donde difícilmente llegará la puya para hacer daño al animal. No sucede así con el puyazo trasero (esto equivale al bajonazo con el estoque) donde se puede lesionar la espina dorsal o cualquier otro órgano vital. No se debería permitir y habría que protestar con fuerza este puyazo, pues es la causa principal de que los toros salgan de la suerte derrengados, descoordinados, descordados, con falta de aire e incluso muertos como sucede con los algunos indultados.
Otra cosa que suele ocurrir también es que no se pique, es decir, que con un picotazo se considere al toro picado; esto encanta al personal, pues observamos que el picador es más aplaudido cuanto menos pica. Tampoco en este caso se cumpliría con el objetivo principal de la suerte de varas, que no olvidemos es como hemos dicho, probar la bravura del toro y sangrarlo sin dañar hasta dejarlo en condiciones aptas para la lidia, amén de crear belleza con el espectáculo incomparable del toro cuando se arranca al caballo cada vez desde más lejos... Los antiguos reglamentos penalizaban la no correcta ejecución de la suerte de varas..." picarán los toros en el morrillo y cuando lo hagan fuera de ese sitio, la Presidencia, oyendo al primer espada, calificará si merecen o no pena, los que así lo efectúen "(Art. 38 Reglamento de Sevilla de 1.896) o en el de Madrid de 1.880 "...picarán en orden riguroso y en el sitio que el arte exige, esto es, en el morrillo". Y esto sigue siendo de actualidad, porque no pide otra cosa que hacer las cosas bien, como hemos apuntado más arriba, puyazos breves, en el morrillo, antes de topar el toro en el caballo, sin barrenar, sin hacer la carioca, sin metisacas....y así hasta tres veces si el animal puede soportarlo sin quebrantarse. La suerte de varas ha de servir al matador para darse cuenta de las condiciones del toro, si es fijo o distraído, si humilla más o menos, si tardea o no, y al ganadero para valorar la bravura y temperamento. En las condiciones actuales de picar, poco o nada de eso se descubre. Me imagino a los puristas que protestan por la colocación del torero, por la colocación del estoque... ¿porqué no hacerlo también ante la defectuosa ejecución de la suerte de varas, fundamental para el devenir de la faena?

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