domingo, 11 de octubre de 2009

FUENGIROLA-MÁLAGA. Indulto-insulto de Ponce.

El “culipéndulo”, última creación de la tauromaquia poncista
Foto: MALAKA TAURINA.

La terna a hombros en Fuengirola con nuevo indulto de Ponce
10 Octubre 2009 -
Fuengirola (Málaga) Con tres cuartos de plaza se han lidiado toros de Hermanos Sampedro, el cuarto, número 68, de nombre Primavera y de 505 kilos, indultado.
Enrique Ponce, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos; Salvador Vega, dos orejas y oreja y; José María Manzanares, dos orejas y oreja.


Después de leer esta reseña sobre lo sucedido en Fuengirola, Málaga, quién puede resistirse a publicar la crónica que sobre la misma realiza D. Agustín Hervás, presente en la plaza, que publica en su mágnifico blog. Lean ustedes la verdad de lo que pasó:


HACERSE UNOS BOLOS

Por Agustín Hervás Onda Cero Radio
En la anodina vida, supongo, del catedrático Ponce, también hay tiempo para hacerse unos bolos por provincias, antes de torear en Jaén la ultima de su particular temporada, y antes de rematarla en su finca con el fiestón de costumbre. Hacerse unos bolos para Ponce significa torear cómodo, toritos arreglados, y cobrar menos. Por ejemplo, Cayetano no hace bolos, sino que contrata una corrida, porque él no baja su caché. Ponce baja su caché, luego hace bolos. Aunque a decir verdad Ponce se ha pasado toda esta temporada haciendo bolos.

No crean que Ponce pierde el tiempo con esto de los bolos. Le sirven de entrenamiento. Un piquito por aquí, un alivio por allá. Un destoreo que parece toreo para que la gente se rompa las manos con las palmas y le grite: “¡Ponce ereee er mejooo!”, y unos estiramientos. Ponce ha puesto en su circo de esta temporada un nuevo numerito que consiste en unos extraordinarios estiramientos con la muleta en la derecha y para un circular muy aplaudido. Uno o dos circulares, que es lo que el seriado estiramiento da. Y además de no perder el tiempo con lo de los bolos, aún le da para indultar toros. Ya se sabe que este matador es conocido en ciertos ambientes taurinos como el indultador oficial del reino, pero lo de hoy, ha sido de charlotada. Un entretenimiento, un sobeo pasado de tiempo, pues la señora concejala, presidenta, no usaba reloj, y un indocumentado de la barrera, (en las barreras de las plazas de toros de los pueblos suele haber más de un indocumentado taurino), se incorpora de su asiento y le espeta a Ponce:
.- Enrique, indulta ese toro que se lo merece.
Y Ponce le pega otras dos tandas más de muletazos y al entrar a matar, cuatro voces gritan lo de no lo mates. Y la presidenta que ya llevaba concedidas seis orejas, que venia de la feria con un “vestio” rojo de faralaes que hacia ojo, ni corta ni perezosa, va y saca el pañuelo azul. Ni una palma tras este gesto. Otras cuatro tandas de muletazos más, con las que sumé un total de 120 muletazos a favor del toro, simulación de la suerte, retirada del toro, y un rabo para el torero que vino a Fuengirola a hacerse unos bolos y se llevó un indulto.
El mérito del toro para su indulto fue el siguiente: salió al ruedo en cuarto lugar y se veía que estaba marcado bien el numero 68. Embistió al capote con flojedad pero con fijeza. De los picadores tomó una vara del de puertas, bastante pésima, y una mejor del de tanda. Cumplió en banderillas y en la muleta se dejó pegar los 120 muletazos citados y fue tan bueno que permitió colocarse mal a Ponce todas las veces que le dio la gana.
Si los Hermanos Sampedro usan este toro como toro de vacas, se entenderá perfectamente porqué su ganadería no lidia nunca en plazas de importancia, pues todo lo que crían no levanta más de un palmo del suelo.
Manzanares vino a Fuengirola a torear y lo hizo mejor que nadie, sin tener el extraordinario lote del catedrático. Al tercero le alargaba el brazo para que fuera más allá de dónde quería quedarse el torito, y lo consiguió, y luego le puso estética y dulce. Y al invalidísimo sexto lo mantuvo en pie, pero eso no es mérito de torero, sino desvergüenza de ganadero.
Salvador Vega sigue perdido por el espacio sideral. Con el sobrero que hizo segundo que estaba aún más invalido que el devuelto, una noble fiera ¿?, se puso cual figurón delante de un toraco. Y al quinto no lo entendió ni en la distancia, ni en su acometividad. Le dio cercanías cuando pedía lejanías y lo atosigó cuando era suavidad en el trato.
¡Aquí paz y allí gloria!

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