miércoles, 29 de abril de 2009

SEVILLA-LA MAESTRANZA. Crónica de la corrida del martes 28 de abril: "La bravura de "los juampedros", sólo teoría; y menos mal que existe "Morante"


Reproducimos la crónica que realiza D. Juan Miguel Núñez para EFE de la corrida de ayer, martes 28 de abril 2009, celebrada en La Maestranza de Sevilla, dentro de ciclo de las de la Feria de Abril.


Sevilla, 28 abr (EFE).- Una mansa y deslucida corrida de toros de Juan Pedro Domecq echó al traste las esperanzas de la terna, hoy en Sevilla, aunque dejó "Morante de la Puebla" atisbos de buen toreo en una elegante y personal faena al tercero de la tarde.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Juan Pedro Domecq, el primero como sobrero, terciados, mansos y deslucidos.
Enrique Ponce: estocada (silencio); y estocada delantera y caída (silencio).
José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo, otro hondo y descabello (vuelta tras aviso); y estocada corta (silencio).
Antonio Nazaré, que tomaba la alternativa: pinchazo, estocada y cuatro descabellos (silencio); y estocada (silencio).
En cuadrillas, buenos pares de Rafael Cuesta al tercero.
Lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.
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BURRAS CON CUERNOS
Una situación que define a la plaza de Sevilla es el silencio. Unas veces por respeto y otras por desprecio. Cualquier crítica en La Maestranza se expresa a través del silencio. No son los sevillanos partidarios de pitar. Menos de la bronca por grande que tenga que ser la censura.
No es de recibo lo que transige La Maestranza, que calla y acepta veinte mil martingalas en contra de la pureza del espectáculo. El ejemplo más claro, los podridos toros de Juan Pedro Domecq.
El año pasado lidió este ganadero tres corridas en Sevilla, arruinadas de casta y de fuerzas. Este año, como quien no quiere la cosa, ha lidiado la de hoy, y todavía se anuncia para la Feria de San Miguel de septiembre otra del hierro de Parladé (mismo encaste y casa ganadera).
Juan Pedro Domecq, criador de toros supuestamente bravos, vende como nadie su mercancía. Hace dos días, en la misma Real Maestranza de Sevilla, presentó un libro, "Del toreo a la bravura", editado por "Alianza Editorial". Magnífico glosario de lo que es o debe ser la crianza del toro bravo.
Poeta y erudito, el autor habla y escribe que embelesa de la bravura del toro. Todo muy bien. Pero hace falta que sea verdad. Pues precisamente Juan Pedro Domecq es el ganadero moralmente más desautorizado para cantar la bravura. Sentencia que avala el clarísimo ejemplo de hoy.
Porque sus toros, como gritó hoy una voz del tendido de sol, "son burras con cuernos". Una crítica que resume con rigor y exactitud el contenido de la corrida. Y aunque el hombre se vio obligado a callar en su protesta, recriminado por los empedernidos tradicionalistas de la liturgia del silencio, resulta que tenía razón.
Silencio para reprobar el juego de los toros. Pero por dentro cabreo generalizado.
A salvo de los despropósitos por culpa del ganado, "Morante de la Puebla" y sus genialidades. El hombre hizo un esfuerzo mental y físico con el tercero, que como sus hermanos buscó pronto el refugio de las tablas, defendiéndose con mal estilo.
"Morante" lo había toreado con belleza y hondura a la verónica. Y muleta en mano, aunque "reponía" el toro en las embestidas, y "haciendo hilo" en la mayoría de los pases, el torero estuvo de lo más cabal. Muletazos aprovechando el viaje a favor de querencia, espaciados, pero con inmaculada estética, descolgado de hombros, y al unísono muñecas y cintura.
La plaza disfrutó el buen toreo de "Morante", lo único de verdad en la tarde. Y por no matar bien sólo dio una vuelta al ruedo.
En el quinto, otro pasaje de toreo sobrenatural con el capote, en un quite a la verónica de manos bajas y muñecas "partidas". La media, de escándalo. Sin embargo, hasta ahí. El toro, remiso en la embestida, no le dio opción a nada. Tuvo que montar la espada "Morante" sin haber estado siquiera en las probaturas.
Ponce, infalible en tantas situaciones imposibles, sin embargo, esta vez estuvo impotente (taurinamente hablando, se entiende).
En su primero fue donde saltó la sentencia del patoso -"eso es una burra con cuernos"- con respuesta todavía más rebelde cuando le recriminaron: "no me callo porque no me sale de los huevos". Más claro, agua.
Ponce, sin otra opción que entrar a matar, cobró una estocada que dio paso al silencio, naturalmente de desinterés. Todo lo demás en la tarde no tuvo la más mínima relevancia.
Al toro cuarto le costaba un mundo seguir los engaños. Ni medios pases, y muy espaciados. Trasteo insulso. Y otro silencio al canto.
El toricantano Nazaré estrelló sus sueños e ilusiones con las dos "burras" que le correspondieron.
Se había desplazado bien en el capote el primer astado, con el que tenía que haber tomado la alternativa. El toreo a la verónica de Nazaré fue espléndido. Pero no se sabe cómo, en un mal paso, el animal se lesionó. El sobrero, encastado y violento, y menos mal que sin fuerzas, no fue propicio para hacer el toreo.
Y el último, parado y con malas intenciones, amagó varias veces pare echarse al hombre a los lomos. El caso es que Nazaré sumó dos silencios que no le ponen las cosas muy fáciles para circular en la profesión. EFE

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