miércoles, 1 de julio de 2009

«José Tomás, para colmo, ha echado un pulso al poder institucional del toreo»







«Viene a reivindicarse como artista y a decir que el torero no es un payaso»




Carlos Abella, ayer, con un ejemplar de su libro. marcos león

CARLOS ABELLA Escritor, autor de «José Tomás, un torero de leyenda»J. L. ARGÜELLES Habla con la pasión que escribe y con ese gusto que tienen muchos intelectuales franceses por la teorización, por las disquisiciones de factura racional sobre asuntos que implican aficiones y pasiones. Esa disposición le viene, quizá, por su origen barcelonés, donde saboreó, en la tertulia de su padre, los muchos saberes de personas como Néstor Luján. Licenciado en Ciencias Económicas, director general de Relaciones Informativas de la presidencia del Gobierno en el efímero Gabinete de Leopoldo Calvo-Sotelo, Carlos Abella (1947) ha firmado algunos libros de referencia para los aficionados a la fiesta, como la «Historia del toreo» que editó, en dos tomos, Alianza Editorial. El mismo sello ha publicado hace sólo unos meses «José Tomás, un torero de leyenda», una reflexión sobre la última gran figura de los ruedos. Abella habló ayer en Gijón, invitado por el Ateneo Jovellanos, de lidia y otras cosas. -¿Por qué es José Tomás, a su juicio, un torero de leyenda? -Aparte de las razones estrictamente taurinas, es decir, sus triunfos en los ruedos, creo que ese carácter de leyenda, que es una variación más sociológica, está fundamentado, en mi opinión, en el reto que él asume al reaparecer en la plaza de Barcelona. Es un compromiso. Yo creo que él se dice, ¿tiene algo de especial que yo reaparezca en Badajoz? Pues no, se verá como algo normal. Ahora bien, si lo hace en Barcelona tiene un significado. No quiero decir que él se hubiera planteado echarle un pulso al nacionalismo catalán, pero sí hay un compromiso con la lidia. -¿Por qué Barcelona? -Él quiso apoyar la fiesta en Cataluña. ¿Y qué pasó? Pues que fue un acontecimiento no sólo español, sino de todo el mundo del toreo. Vino gente de México, de Francia, de todas partes, para verle. Llevaba cinco años retirado. -¿Qué tiene José Tomás que no posean otras figuras de la lidia? -Misterio, solemnidad, severidad, respeto a su condición de artista... Hay que entender que él vuelve en un momento en que otros toreros habían degradado su propia imagen, y no quiero dar nombres. Y también cuando algunos matadores se habían dejado manipular por ciertos medios de comunicación que, de alguna manera, ridiculizaban o vulgarizaban esa condición de artistas. Con su reaparición, y sin presumir, porque él no presume de nada, reivindica ese papel y viene a decir que el torero no puede ser un payaso de la sociedad. Ha devuelto, asimismo, la emoción a la lidia, porque asume el riesgo. Y para colmo ha echado un pulso a los poderes institucionales del toreo, empresarios y alguna cadena de televisión. -¿José Tomás es una nueva versión del torero trágico? -No. Tiene el concepto de que las cosas se deben hacer lo mejor que se pueda y de que la estética es importante. Ha hecho una cosa que ya se había olvidado: pasar la raya de lo inconveniente, es decir, si hago tal cosa corro un riesgo; él lo corre. El toreo vivía en un mundo confortable, aunque nadie está libre de la cogida, pero él pasa esa raya, se expone. Es un valor añadido a su personalidad, que ayuda a llevar más aficionados a la plaza. -En otro libro suyo («De Manolete a José Tomás») une el nombre del diestro de Galapagar al de uno de los grandes iconos de la lidia. ¿Son maestros equiparables? -Es un guiño para resumir sesenta años de toreo y de historia de España, pero también hay un reconocimiento explícito de la admiración que José Tomás tiene por Manolete. Yo interpreto esa admiración como una comprensión profunda de un torero sobre el otro, pero es cierto que hay otras interpretaciones, como si José Tomás quisiera morir igual que Manolete. No, no es eso, aunque es, también, un torero riguroso, solemne, serio. -A eso me refería. ¿Hay una misma concepción de la lidia, o de la vida, entre ambos maestros? -Estamos afinando muchísimo. Hay que tener un diagnóstico de la sociedad en que uno vive para saber cómo nos comportamos. Manolete, en el contexto político de los años cuarenta, vive una situación afectiva difícil, con una mujer muy cuestionada (la actriz Lupe Sino), y vive esa relación desde la condena social. José Tomás se ha percatado de que en esta sociedad hay cosas que no están tan bien vistas como a él le parece, y no lo digo por su novia, pero él es políticamente incorrecto respecto a otros toreros. Tiene una novia que es una chica normal, sencilla, como cuarenta mil, y le gusta que no sepan dónde está. Y eso también le pasaba a Manolete, que llego a vivir en México para poder esconderse. José Tomás también es feliz en Aguas Calientes, en México, donde posee una casa. Tiene el sentido de que cada momento que vive es trascendente. -¿José Tomás es el mejor torero vivo? -No he escrito el libro porque crea que es el mejor torero, sino porque creo que es la personalidad taurina más importante del momento. Luego puedo estar de acuerdo con su concepto del toreo, que también lo estoy. -Insisto en la pregunta. -Con sus imperfecciones, sí creo que es el torero más importante. Está tirando de la fiesta, del interés de los aficionados. Yo soy un mitómano y no hay una sola imagen de él conducido a la enfermería; es muy sufrido, no habla, y los periodistas le odian por eso. -También ha escrito libros sobre Paco Camino y Luis Miguel Dominguín. ¿Son sus matadores preferidos? -No. Usted es periodista y seguro que hubiera aceptado una propuesta para escribir una biografía de Dominguín, un personaje apasionante, el hombre más inteligente que he conocido. Era burlón, irónico, sabía de la vida más que nadie. Yo le conocí en una época casi terminal, cuando él ya lo había vivido todo. El libro sobre Paco Camino responde más a cuestiones estrictamente toreras. Es muy amigo de José Tomás, con quien ha coincido en la decisión de devolver la medalla de Bellas Artes del Toreo (por la concesión de este galardón a Francisco Rivera Ordóñez). Es un gesto de rebeldía, para reivindicar que la medalla se debería haber concedido a otros toreros. -¿Aplaude ese gesto? -Ellos lo que piensan es que otros toreros más antiguos no tienen esa medalla. -¿De dónde le viene a usted la afición por los toros? -De mi padre. Me crié en un ambiente muy intelectual, de afición al toreo, pero en el sentido culto del término. Los amigos de mi padre eran gente como Néstor Luján, por ejemplo, que era, también, un gran gastrónomo, un hombre del Renacimiento. Sabía de todo. -Y escribía bien de casi todo. -Sí, su «Historia del toreo» es maravillosa. -¿Concibe una España sin la fiesta de la lidia? -No, pero puede ocurrir. -¿Es consciente de que el toreo cada vez tiene más detractores? -Soy consciente de que hay gente que no quiere ser española, nada más; los demás nos dedicamos a vivir y construir, mientras que ellos insisten en desvincularse de lo que les identifica, aunque, luego, pueden identificarse con el béisbol. -Entre sus libros hay una biografía de Adolfo Suárez, prologada por Raymond Carr. Es un personaje que ha pasado de ser vituperado por casi todos al ensalzamiento unánime. -Yo me comprometí mucho con la primera época de la Transición y me pareció muy injusto que se quisiera acabar con él de aquella manera. Sólo el llegó a dimitir. -¿Qué le parecen los libros de Cercas y Gregorio Morán sobre el 23-F y sobre Suárez, respectivamente? -Estoy con el libro de Cercas. Por mi cargo en la Moncloa, me tocó vivir el juicio del 23-F y fui condecorado por su Majestad. El presidente Calvo-Sotelo me había pedido que mediara entre los militares y los periodistas, que eran dos mundos antagónicos. El primer día ya echaron a Pedro J. Ramírez y yo le acompañé a la puerta. Me negué a que fuera custodiado por militares. La verdad es que le fastidié la foto: el periodista expulsado por militares, pero no lo podía permitir. -Gregorio Morán ha matizado en el nuevo libro, una revisión, su imagen de Suárez. -Ha pasado con todos, incluida la izquierda que hizo todo lo posible por acabar con Suárez. «O la democracia o Adolfo Suárez», dijo Javier Solana en 1980. Yo creo que el primer libro de Gregorio estaba inspirado por Torcuato Fernández- Miranda. Éste se había dado cuenta de que Suárez, que creo no se portó bien con Torcuato, le apartó. -¿Por qué dice que no se portó bien? -No quiero ser rotundo en este asunto, pero creo que se podía haber hecho mejor, aunque el Rey le dio un ducado y el «Toisón de oro». -También tuvo relación, por su responsabilidad, en el Gobierno de Calvo-Sotelo con Sabino Fernández Campo... -Sí, sobre todo en los días del juicio por el 23-F, cuando los militares golpistas querían involucrar a toda costa a su Majestad. -¿Qué opinión tiene del papel que jugó Sabino Fernández Campo? -Fue un hombre fundamental en la noche del 23-F, durante el juicio por el golpe y en bastantes cosas más. Es un hombre muy importante en la historia de España. «Sin querer ser rotundo en este asunto, creo que Suárez debió hacerlo mejor con Torcuato Fernández-Miranda»«Sabino Fernández Campo ha sido fundamental en bastantes cosas, muy importante para la historia de España»«Luis Miguel Dominguín era apasionante, el hombre más inteligente que he conocido»«La decisión de Tomás y Camino de devolver la medalla de Bellas Artes por el galardón a Francisco Rivera es un gesto de rebeldía»
Fuente:La Nueva España.

No hay comentarios: