Reseña de la corrida de Beneficencia en Santander
Santander. Martes 28 de Julio. Corrida de Beneficencia.
Plaza de toros de Cuatro Caminos. Martes, 28 de julio de 2009. Corrida de Beneficencia. Media entrada. Toros de Ortigao Costa, muy desiguales, descastados, sin fondo ni emoción; destacó el 5º; con guasa 2º y 4º.Salvador Vega, de verde manzana y oro. Media estocada y descabello (saludos). En el cuarto, dos pinchazos, media estocada tendida y cinco descabellos (silencio).
Matías Tejela, de sangre de toro y azabache. Estocada (oreja). En el quinto, estocada levemente desprendida (oreja). Salió a hombros.
Sergio Aguilar, de azul cobalto y oro. Media estocada. Aviso (leve petición y vuelta al ruedo). En el sexto, pinchazo y estocada corta (ovación de despedida).
Como complemento a esta reseña reproducimos la crónica del Sr. Zabala de la Serna que realizó para ABC sobre ewsta corrida:
Benéfica salida a hombros de Tejela
ZABALA DE LA SERNA SANTANDER
Publicado Miércoles, 29-07-09 a las 00:10
La salvación de la Corrida de la Prensa de Madrid fue su inclusión en San Isidro. Dentro de la feria, pero fuera del abono, clavada en su mitad. Si quieren la supervivencia de la Beneficencia santanderina, ése es el camino. Incluso abonarla. ¿Por qué no? La causa lo vale, y sobre todo que no merece la pena ofrecer un epílogo del boyante y mollar ciclo de Santiago con los tendidos cubiertos sólo en su mitad. Una corrida de Beneficencia sin beneficios pierde su sentido. O sin fondos. Claro que para escaso fondo los toros de Ortigao Costa. Y para benéfica, la puerta grande de Matías Tejela, que estuvo entonado toda la tarde. De ahí a empatarlo con Castella el día anterior va lo que de Madrid al cielo: un trecho eterno. Además una salida a hombros sobre un solo «capitalista» que te pasea saludando a un graderío semivacío resulta de lo más peripatético.
Tejela estuvo bien con la izquierda con el mejor toro del muy desigual sexteto de Ortigao, que fue el quinto. También es su mejor mano. Especialmente fino el muñecazo final más que el embroque. Respondieron las nobles embestidas a todo lo que quiso el alcalaíno, traerlo por aquí y echarlo para allá. Los molinetes finales y un circular invertido pusieron la guinda, aunque la verdadera guinda fue la estocada. Oreja cobrada en justicia que se sumó a otra de palo que se sostuvo sólo por el espadazo. El segundo había sido un toro sobrado de carnes —606 kilos, el más pesado de toda la feria— de engatillada cara. Lo saludó a la verónica con soltura y lo soltó en los medios. Se puso mirón y medidor el gordo de Ortigao, con su guasa. Por encima del palillo al natural. El oficio de Tejela lo pasó. Como lo cazó de una se llevó un premio alegre y dadivoso.
Sergio Aguilar es torero de concepto puro. Negro y corto y bajo el toro, tan corto de viaje como de cuello. Pero noble. Salvo en algún tironcillo inicial, lo templó con aire caro y sereno valor, a pies juntos al natural finalmente. Se ciñó en las manoletinas finales y hundió media estocada en sitio mortal. La petición no cuajó y la vuelta al ruedo resultó consuelo incoloro e inoloro. Midió en el caballo al melocotón sexto, que se derrumbó. Y aun midiéndolo sangró. No tanto como el anterior ni como el primero de Vega, que dejaba charquitos. Levantan los piqueros la vara, pero hacen tres giros de muñeca en plan exprimelimones y otros tres «chas, chas, chas» y la sangre cae hasta la pezuña. El otro día en un «minipuyazo» a un toro de Esplá se hundieron las banderillas una cuarta...
Vega se encontró con un toro desfondado y una prenda que le amargó la vida. Hasta que lo mató a la última.
ZABALA DE LA SERNA SANTANDER
Publicado Miércoles, 29-07-09 a las 00:10
La salvación de la Corrida de la Prensa de Madrid fue su inclusión en San Isidro. Dentro de la feria, pero fuera del abono, clavada en su mitad. Si quieren la supervivencia de la Beneficencia santanderina, ése es el camino. Incluso abonarla. ¿Por qué no? La causa lo vale, y sobre todo que no merece la pena ofrecer un epílogo del boyante y mollar ciclo de Santiago con los tendidos cubiertos sólo en su mitad. Una corrida de Beneficencia sin beneficios pierde su sentido. O sin fondos. Claro que para escaso fondo los toros de Ortigao Costa. Y para benéfica, la puerta grande de Matías Tejela, que estuvo entonado toda la tarde. De ahí a empatarlo con Castella el día anterior va lo que de Madrid al cielo: un trecho eterno. Además una salida a hombros sobre un solo «capitalista» que te pasea saludando a un graderío semivacío resulta de lo más peripatético.
Tejela estuvo bien con la izquierda con el mejor toro del muy desigual sexteto de Ortigao, que fue el quinto. También es su mejor mano. Especialmente fino el muñecazo final más que el embroque. Respondieron las nobles embestidas a todo lo que quiso el alcalaíno, traerlo por aquí y echarlo para allá. Los molinetes finales y un circular invertido pusieron la guinda, aunque la verdadera guinda fue la estocada. Oreja cobrada en justicia que se sumó a otra de palo que se sostuvo sólo por el espadazo. El segundo había sido un toro sobrado de carnes —606 kilos, el más pesado de toda la feria— de engatillada cara. Lo saludó a la verónica con soltura y lo soltó en los medios. Se puso mirón y medidor el gordo de Ortigao, con su guasa. Por encima del palillo al natural. El oficio de Tejela lo pasó. Como lo cazó de una se llevó un premio alegre y dadivoso.
Sergio Aguilar es torero de concepto puro. Negro y corto y bajo el toro, tan corto de viaje como de cuello. Pero noble. Salvo en algún tironcillo inicial, lo templó con aire caro y sereno valor, a pies juntos al natural finalmente. Se ciñó en las manoletinas finales y hundió media estocada en sitio mortal. La petición no cuajó y la vuelta al ruedo resultó consuelo incoloro e inoloro. Midió en el caballo al melocotón sexto, que se derrumbó. Y aun midiéndolo sangró. No tanto como el anterior ni como el primero de Vega, que dejaba charquitos. Levantan los piqueros la vara, pero hacen tres giros de muñeca en plan exprimelimones y otros tres «chas, chas, chas» y la sangre cae hasta la pezuña. El otro día en un «minipuyazo» a un toro de Esplá se hundieron las banderillas una cuarta...
Vega se encontró con un toro desfondado y una prenda que le amargó la vida. Hasta que lo mató a la última.
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