jueves, 25 de junio de 2009

"Una corrida podrida se carga la despedida de Esplá en su tierra"


Reproducimos la crónica que sobre la corrida de toros sufrida ayer, 24 de junio, despedida de Esplá de su tierra, Alicante, raliza D. Juan Miguel Núñez, recogida por EFE.

MENOS DOMECQ Y MÁS TOROS
Lo de los taurinos no tiene nombre. Ni perdón. No dan una en el clavo.

Cuanto más transcendente se presenta la ocasión, peor lo hacen. Parece a propósito.
En la fiesta grande de la ciudad, día de San Juan, con un aliciente añadido a ese contexto extraordinario de la tarde, la despedida deLuis Francisco Esplá de "su" plaza de Alicante, además de estar por medio la televisión, el petardo ha sido gordo.
Pasó lo que se temía, porque lo que mal se programa mal acaba. Falló estrepitosamente la ganadería. La culpa no es del todo de los toreros,más bien de sus respectivas "administraciones" (administradores, que no apoderados), que aceptaron bajar la calidad del toro para compensar los sueldos de sus pupilos con el abaratamiento de la ganadería.
Era de esperar que no sonara "la Campana". Encaste Domecq en pésimo momento. No había garantías. Su propietario dirige también la carrera de "Morante", y por ahí se puede encontrar alguna explicación. Pero qué contrasentido.
Lo más extraño es que también tragara Esplá, que en la temporada de su adiós a los ruedos está siendo llevado por los todopoderosos"Choperitas", empresarios entre otras plazas de Las Ventas de Madrid,nada menos. Y estando detrás de Castella los más audaces y sagaces taurinos de todos los tiempos, la casa Lozano.
Hace falta ser ingenuo para pensar que con estos toros la cosa podía funcionar. Seguro que pactaron con la empresa ahorrar en los toros los sueldos de los toreros, y en el castigo han llevado la penitencia.Una birria de toros, inválidos y descastados, inservibles a todas luces. Demasiado correcto estuvo el tendido, sin pasar de las protestas, sólo con silbidos. Cualquier día se calienta el personal más de la cuenta y ocurre algo gordo, pues no deja de ser una provocación. Claro que a la larga, incluso a medio plazo, se empieza a notar.
Están echando a la gente de las plazas. Ya dicen las estadísticas,cuando todavía no se ha llegado al ecuador de la temporada, que ha bajado ostensiblemente el número de festejos respecto a años anteriores. Y que no vengan escudándose en la crisis, que es precisamente en la diversión y el ocio donde el público encuentra la válvula de escape a las otras preocupaciones.
Espectáculo y entretenimiento, no tomadura de pelo. Con Domecq y sucedáneos, hay lo de hoy.
Es injusto que Esplá no haya podido tener en su tierra la despedida deseada. Ni él ni Alicante se merecían una tarde así. Apenas pudo estar en los detalles con el capote y las banderillas. Su primero pasó más tiempo en el suelo que de pie. Y el cuarto, un marmolillo también sin fuerzas. La contrariedad del torero se reflejó en la renuncia a dar la vuelta al ruedo para recoger los afectos de sus paisanos.

"Morante", cuatro pinceladas y un poco de ridículo, pues su inválido primero casi termina haciéndose el amo en el ruedo. En el quinto no pasó de tirar líneas, lo que se dice hacer proyectos de pases. Vulgaridad e irresponsabilidad compartida con su apoderado.

Castella buscó también un lucimiento imposible con el sobrero de Juan Pedro, más aparente pero en el fondo tan ficticio como los titulares. Domecq al fin y al cabo. El sexto, el colmo de lo malo, no embestía,ni dejaba desahogos.

Tuvo guasa la tarde. EFE

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