Reproducimos la crónica que D. Carlos Crivell dedica a la corrida de toros celebrada ayer, domingo 21 de junio, en Badajoz:
"José Tomás, profeta en la tierra de Perera"
Seis toros de Jandilla, terciados, flojos, nobles y descastados. La corrida apenas se picó y acabó muy rajada.
Pedrito de Portugal: estocada (una oreja) y pinchazo y media (saludos tras aviso).José Tomás: estocada desprendida (dos orejas) y estocada (dos orejas).Miguel Ángel Perera: estocada trasera (una oreja) y estocada (dos orejas).
Plaza de Badajoz, 21 de junio de 2008. No hay billetes. Saludaron en banderillas Curro Robles y Juan Sierra. José Tomás y Perera salieron a hombros. La corrida era como un reto entre dos toreros arrolladores: José Tomás y Miguel Ángel Perera. La parida se jugaba en el terreno de Perera, pero en discurrir del festejo no parecía tal cosa. Es más, en algún momento quien toreó como en el patio de su casa fue Tomás.
El material para el duelo fue una corridita de Jandilla, tan pobre de todo que en algún momento deslució y minimizó lo realizado por los toreros. No es que fuera un corrida muy justa de presencia, hasta cierto punto comprensible, es que careció de raza para que lo realizado alcanzara mayores méritos. Con muy pocas fuerzas, los toros pasaron por el tercio de varas de forma simbólica. Es la cantinela permanente de estos tiempos. Será que ya al toro no hay que picarlo.
José Tomás cortó cuatro orejas sin que su anatomía rompiera a sudar en la bochornosa tarde pacense. Las dos que le cortó al primero de su lote se fundamentaron en una labor muy meritoria con momentos de toreo grande con la izquierda. Toda la tarde de Tomás se apoyó en la mano zurda. Al segundo del festejo, al que saludó con verónicas y chicuelitas airosas, le hizo una faena en la que lo mejor fueron cinco o seis naturales en los que apareció un torero lleno de buen gusto y sentimiento. Se dejó ver, meció la cintura y acompañó la embestida hasta donde llegó su brazo. Esta forma de instrumentar el natural fue un hallazgo novedoso en el de Galapagar. Hubo más. El toro se paró en algunas tandas y aguantó con firmeza para rematar el muletazo. Si se le suman los adornos exquisitos por trincherillas, de la firma y recortes variados, así como un ramillete de manoletinas, se entiende que al matar paseara las dos orejas.
Las que el cortó al quinto es posible que sorprendieran al mismo torero. El animal tenía tan pocas fuerzas como falta de fijeza. La primera parte, intentos sobre la diestra, no resultaron brillantes. El animal fue de un lado a otro sin que el torero pudiera someterlo. De mitad de faena adelante, de nuevo la izquierda fue la que obró el milagro. El temple apareció para mandar al de Jandilla y la faena creció en intensidad. Lo mató a la primera y le dieron dos orejas ciertamente excesivas.
La verdadera respuesta de Perera llegó en el sexto. El tercero fue muy flojo, llevó la cara alta y el espada extremeño acabó muy embarullado entre los pitones. No fue el mejor Perera. Con sexto, sí, ahora se pareció al del año pasado. Buenos los lances del saludos y emotivas las gaoneras del quite. El toro, noble, duró poco. Ligó los naturales con limpieza mientras el torillo repitió las arrancadas, pero no fue mucho tiempo. Perera se metió entre los pitones y tiró del animal con valor absoluto. Toda la faena pareció casi un milagro ante un animal tan flojo y descastado. Ahora el público que avillanado la plaza estalló y le dio calor a su matador, algo que antes no había ocurrido con tanta evidencia.
Por delante, Pedrito de Portugal, que cumplió con decoro su papel de telonero. Al primero le dio algunos pases limpios muy despegados. Fue una labor correcta en la que abusó de los circulares. El cuarto, toro muy parado, no le dio ninguna opción. A pesar de todo, si buscaba una oportunidad, no la aprovechó. Hay que estar con más fibra en la plaza. Se fueron a hombros José Tomás y Miguel Ángel Perera, que era lo que lo gente quería. Los dos espadas se dieron la mano al final, antes de ser izados a hombros. Antes, ni una mirada. Sin embargo, lo mejor lo firmó José Tomás y si no hubo mejor toreo fue simplemente porque con toros como los de Jandilla es sencillamente imposible. No es suficiente que se corten muchas orejas. Si el toro no tiene casta, todo tiene menos importancia.
Seis toros de Jandilla, terciados, flojos, nobles y descastados. La corrida apenas se picó y acabó muy rajada.
Pedrito de Portugal: estocada (una oreja) y pinchazo y media (saludos tras aviso).José Tomás: estocada desprendida (dos orejas) y estocada (dos orejas).Miguel Ángel Perera: estocada trasera (una oreja) y estocada (dos orejas).
Plaza de Badajoz, 21 de junio de 2008. No hay billetes. Saludaron en banderillas Curro Robles y Juan Sierra. José Tomás y Perera salieron a hombros. La corrida era como un reto entre dos toreros arrolladores: José Tomás y Miguel Ángel Perera. La parida se jugaba en el terreno de Perera, pero en discurrir del festejo no parecía tal cosa. Es más, en algún momento quien toreó como en el patio de su casa fue Tomás.
El material para el duelo fue una corridita de Jandilla, tan pobre de todo que en algún momento deslució y minimizó lo realizado por los toreros. No es que fuera un corrida muy justa de presencia, hasta cierto punto comprensible, es que careció de raza para que lo realizado alcanzara mayores méritos. Con muy pocas fuerzas, los toros pasaron por el tercio de varas de forma simbólica. Es la cantinela permanente de estos tiempos. Será que ya al toro no hay que picarlo.
José Tomás cortó cuatro orejas sin que su anatomía rompiera a sudar en la bochornosa tarde pacense. Las dos que le cortó al primero de su lote se fundamentaron en una labor muy meritoria con momentos de toreo grande con la izquierda. Toda la tarde de Tomás se apoyó en la mano zurda. Al segundo del festejo, al que saludó con verónicas y chicuelitas airosas, le hizo una faena en la que lo mejor fueron cinco o seis naturales en los que apareció un torero lleno de buen gusto y sentimiento. Se dejó ver, meció la cintura y acompañó la embestida hasta donde llegó su brazo. Esta forma de instrumentar el natural fue un hallazgo novedoso en el de Galapagar. Hubo más. El toro se paró en algunas tandas y aguantó con firmeza para rematar el muletazo. Si se le suman los adornos exquisitos por trincherillas, de la firma y recortes variados, así como un ramillete de manoletinas, se entiende que al matar paseara las dos orejas.
Las que el cortó al quinto es posible que sorprendieran al mismo torero. El animal tenía tan pocas fuerzas como falta de fijeza. La primera parte, intentos sobre la diestra, no resultaron brillantes. El animal fue de un lado a otro sin que el torero pudiera someterlo. De mitad de faena adelante, de nuevo la izquierda fue la que obró el milagro. El temple apareció para mandar al de Jandilla y la faena creció en intensidad. Lo mató a la primera y le dieron dos orejas ciertamente excesivas.
La verdadera respuesta de Perera llegó en el sexto. El tercero fue muy flojo, llevó la cara alta y el espada extremeño acabó muy embarullado entre los pitones. No fue el mejor Perera. Con sexto, sí, ahora se pareció al del año pasado. Buenos los lances del saludos y emotivas las gaoneras del quite. El toro, noble, duró poco. Ligó los naturales con limpieza mientras el torillo repitió las arrancadas, pero no fue mucho tiempo. Perera se metió entre los pitones y tiró del animal con valor absoluto. Toda la faena pareció casi un milagro ante un animal tan flojo y descastado. Ahora el público que avillanado la plaza estalló y le dio calor a su matador, algo que antes no había ocurrido con tanta evidencia.
Por delante, Pedrito de Portugal, que cumplió con decoro su papel de telonero. Al primero le dio algunos pases limpios muy despegados. Fue una labor correcta en la que abusó de los circulares. El cuarto, toro muy parado, no le dio ninguna opción. A pesar de todo, si buscaba una oportunidad, no la aprovechó. Hay que estar con más fibra en la plaza. Se fueron a hombros José Tomás y Miguel Ángel Perera, que era lo que lo gente quería. Los dos espadas se dieron la mano al final, antes de ser izados a hombros. Antes, ni una mirada. Sin embargo, lo mejor lo firmó José Tomás y si no hubo mejor toreo fue simplemente porque con toros como los de Jandilla es sencillamente imposible. No es suficiente que se corten muchas orejas. Si el toro no tiene casta, todo tiene menos importancia.
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