martes, 23 de junio de 2009

ALICANTE. FERIA DE HOGUERAS 2009. "Una ridícula representación de corrida de toros, indulto incluido"



Reproducimos la crónica que publica EFE de D. Juan Miguel Núñez y, más abajo, alguno de los comentarios que ha suscitado en los blogs taurinos ésta corrida de toros de ayer, 22 de junio, de Alicante.




Alicante, 22 jun (EFE).- El indulto de una babosa tomada por toro, de Juan Pedro Domecq, en una escenificación de corrida desproporcionadamente llevada a lo ridículo, fue el clímax de la tarde, hoy en Alicante.


FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presencia, mansos y flojos. Cuarto y quinto, con más contenido, aún sin cumplir los mínimos. Desproporcionado, alucinante el indulto del cuarto ¿toro?, de nombre "Comendador", número 134, colorado, 482 kilos y nacido en diciembre de 2004. Datos ofrecidos sin pretensión de hacerlos pasar a la historia.


Enrique Ponce: estocada baja (una oreja tras un aviso); y sin llegar a simular la suerte de matar al toro indultado (dos orejas simbólicas)


José María Manzanares: pinchazo hondo y estocada (palmas); y estocada(dos orejas).


Eugenio Pérez: estocada y dos descabellos (aviso y vuelta tras petición en el límite); y estocada (ovación tras un aviso).


En cuadrillas, Álvaro Oliver se desmonteró tras banderillear al tercero.


La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada en tarde agradable, matizada la buena temperatura por una ligera brisa imperceptible en elruedo.


EL TRIUNFO DE LO BANAL


No tiene arreglo lo de los indultos en plazas menores, donde se llevan la palma las ganaderías con fama de "toreristas" (las preferidas por los toreros figuras), caso de la de Juan Pedro Domecq. Y a propósito, muy buena la teoría de este ganadero sobre los cumplimientos del toro bravo, magníficamente expuesta en disertaciones y un lujoso libro de reciente aparición, aunque no se corresponde con su forma de plasmarlo en la realidad. Lo que él cría es otra cosa. El toro bajo mínimos, con notables ausencias en los dos frentes fundamentales: ni raza, ni fuerzas.


Un toro cuya principal exigencia estriba en los cuidados que necesita para que colabore con el torero. Los problemas de la bravura, al no darse ésta, tampoco existen. Aunque sí los que se derivan de su ausencia. Dicho más claro, las únicas dificultades del toro de Juan Pedro Domecq es mantenerlo en pie, apuntalarle, y una vez conseguido,acompañarle. Nada de aguantarle, ni tragarle, ni poderle, ni imponerse a él. Sólo consentirle.


Ese es el toro que cría Juan Pedro Domecq para vergüenza y escarnio de los verdaderos ganaderos de bravo, para desgracia de "la Fiesta". Y no hay que hablar de "afeitado" porque éste es un pecado ajeno al animal.Pero el problema no es Juan Pedro Domecq, ni su tratado sobre la bravura. El aprieto está en las fórmulas administrativas (del Estado,de la propia nación y/o de las autonomías) que propician desvergonzantes actuaciones como la de hoy en la plaza de Alicante donde se ha elevado a categoría de indulto el reconocimiento a una auténtica babosa, un torito sin presencia ni esencia, el cuarto de corrida, cuyos méritos se reducían a un poco más de aguante y fuerza que los tres toros que ya se habían lidiado.¿La culpa, del presidente? Sin duda. Pero hace falta que el espectador tenga también lo que se llama cultura taurina. Saber ver y valorar más allá del colorido de la tarde. La parte externa del espectáculo es bonita, y necesaria. Pero el respeto a la liturgia, conocer el desarrollo y la esencia del festejo, para apreciarlo en su justa medida, es fundamental. Y aquí entraría la responsabilidad también de los medios de comunicación. El periodismo independiente, sin prejuicios ni hipotecas, por una "Fiesta" estimada en su verdadera dimensión.De los estamentos profesionales directamente implicados hay que esperar poco. Al contrario, aprovechan la mínima para montar "el numerito", como hoy. De vergüenza. Los aspavientos del ganadero y el empresario, forzando al presidente Javier Arricivita a sacar el pañuelo naranja. Anda que si como comisario de policía, en sus tareas más estrictamente profesionales, se anda con la misma ligereza,dejándose convencer, por no decir engañar, tan fácilmente... Hay que pensar que ahí no hay fallos, que la seguridad ciudadana de los alicantinos está en muy buenas manos. Pero ese temple y mando, tambiénen las plazas de toros.


Es lo que tiene a veces el triunfalismo. El triunfo de lo banal.


La gran mentira de "la Fiesta" es el indulto y las orejas de hoy en la plaza alicantina. Un toro que apenas superó la suerte de varas. Que perdió las manos y manseó durante toda su lidia. Que iba y venía mientras Ponce no le obligaba lo más mínimo, sin someterle en un sólo muletazo. El perfecto toro de carril, sin emoción, como la misma faena. Estética, sí, pero ninguna profundidad.Y no hace falta entrar en más consideraciones para desacreditar los demás "triunfos" en la tarde. Ponce cortó también una oreja del primero, que no sangró ni para un análisis. Manzanares hizo el ridículo en su primero por empeñarse en rescatarlo de la mansedumbre y la invalidez totales. Al quinto le cortó las orejas por una faena también sin grandes argumentos artísticos ni mucho menos de valor,sencillamente por la velocidad que había tomado la orgía triunfalista.Y Eugenio Pérez, por no matar bien y porque su lote no se dejó tanto,se fue de la plaza por su propio pié. EFE.
El insulto de Alicante
"Comendador - de Juan Pedro Domecq- volverá al campo a pesar de no haber cumplido con los requisitos mínimos para ser merecedor de este premio. La Fiesta no se dignifica con indultos a tutiplén, sino con la bravura, la casta, la fuerza y la emoción. Cualidades que por desgracia no tuvo el ‘juanpedro'. Clase en su embestida sí, pero son cosas muy diferentes.
Porque el indulto tiene que ser algo especial y mágico. Cuando se desvirtúa, carece de importancia. Y debido a que la gente que acude a una plaza de toros no tiene por qué saber de toros, es necesario que sean los toreros y el ganadero quienes velen por los principios básicos de la tauromaquia. Por eso no es responsable que un torero provoque el indulto ni que un ganadero se ponga como loco en el callejón, pidiendo de forma exacerbada el indulto, tal y como ocurrió en Alicante."
Tiene una curiosa forma Juan Pedro de entender la bravura, a pesar de sus tratados. Es peligroso para la Fiesta buscar el toro facilón, de carril, bobalicón, que no tenga ningún tipo de complicación para el torero, como este Juan Pedro. Que el toro vaya de un lado para otro, que no se caiga y se mantenga en pie. No es coherente entender la bravura como la ausencia de dificultades. Cosas así son las que hacen daño al toreo.
Y es que corridas así son las que invitan a la reflexión. ¿Cómo se puede poner a padrear a un toro de tan poca presencia?¿Qué saldrá de ahí?¿Por qué se indulta a un toro al que no se ha picado?¿Por qué esa falta de respeto al tercio de varas?¿Desde cuando se premia la falta de fuerzas? Si alguien lo sabe, háganlo saber. (Carlos Crespo en Burladero.com)
"Juan Pedro Domecq, el ganadero que ha permitido que le indulten hoy un torete noblote y medio desfondado desde el comienzo de la faena, ya no se corta y lo dice hasta en blanco sobre negro: no importa la suerte de varas, importa que el toro aguante 40 muletazos. Es lo mismo que decir que no importa el riesgo, lo bueno es que el torero se pueda poner bonito. Entramos en la era de Don Bull, del nuevo espectáculo que quieren exportar a Las Vegas: sin sangre, sin lucha, sin emoción, todo luz, todo oropeles, todo maquillaje.
Pues eso, un medio toro nos ha metido de indulto -¿insulto?- don Enrique Ponce. Medio toro, medios pases, medio todo… Lo tomaremos, pues, como medio indulto. Si Ponce hubiera sido vendedor de enciclopedias, un número 1. Te clava una enciclopedia en CD-Rom de cuatro perras a 3000 euros y además te hace creerte poseedor de los grandes conocimientos de la humanidad. En la segunda tanda, comenzó a azuzar al público, cual banderillero pidiendo la oreja para su matador, cayendo en la más escandalosa de las inafamias taurinas de los últimos tiempos. A este paso, Ponce habrá salvado la vida a más toros de los que ha matado. Al tiempo. La pantomima ha sido de órdago, con interpretación para los Goya, como mínimo. Y el torete yendo y viniendo, sin codicia, sin emoción, y Ponce machacándolo a derechazos, poncinas, tresenunos, ayudados y sin ayudar. Ha sido una revelación: torero de plaza de carros. Y para plaza con público receptivo a la fiesta, la de mi tierra. Y un presidente que primero le dice que mate, y luego pregunta, y Juan Pedro que venga, vale, y entonces el pañuelo naranja. Y todos felices. ¿Y de qué te quejas? Es que eres más papista que el Papa…” (
Jorge Villar en su blog)

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