Nos sumamos a la petición que de forma insistente se hace para Las Ventas en el sentido de que para abrir la Puerta Grande haga falta cortar dos orejas a un mismo toro. Así lo pedían y ahí está la prueba otográfica de ello.
LA CRÓNICA:
"Rubén Pinar, última revelación, por la Puerta Grande"
Madrid, 7 jun (EFE).- El joven Rubén Pinar, dos orejas y la correspondiente Puerta Grande, hoy en Madrid, es la última revelación del toreo, en versión clásica, por ambición y buenas maneras frente a los toros.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, bien presentados, encastados y de buen juego, aunque con matices en el segundo y el cuarto. Extraordinarios, primero y sexto, ambos ovacionados; y muy toreables y con importancia, tercero y quinto, aplaudidos también en el arrastre.
Antonio Ferrera: estocada "en el rincón" (división de opiniones con más pitos que palmas tras petición insuficiente); y dos pinchazos y estocada (silencio).
Matías Tejela: pinchazo y estocada desprendida (silencio); y buena estocada (silencio).
Rubén Pinar: estocada delanterilla (una oreja); y estocada fulminante (una oreja).
La plaza se llenó en tarde fresca.
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BUENOS TOROS, Y UN TORERO
Una buena corrida. Vaya por delante el reconocimiento a los toros de Alcurrucén. No es habitual una corrida tan completa, y eso a lo peor le cogió a alguno por sorpresa. ¿O no, Ferrera? También se "despistó" Tejela en el buen quinto.
Fue el más joven, Rubén Pinar, el más mentalizado de la terna, el que aprovechó la oportunidad. Su triunfo de Puerta Grande le abre amplio crédito, poniéndole a funcionar con toda seguridad al menos esta temporada por plazas y ferias importantes.
Por supuesto que todavía se le pueden poner reparos al triunfador. Pero no sería justo. Porque cuentan más, mucho más, las virtudes. La casta y la suficiencia interna para estar "ahí", en actitud atacante. De su misma firmeza emanaba la seguridad, la capacidad para resolver a favor.
Y es verdad que fueron buenos los toros que sorteó, pero fue la actitud del hombre lo que propició definitivamente que "rompieran" hacia adelante con esa "transmisión" que engrandece todavía más el triunfo. Toro y torero al unísono, paradigma de la gran faena.
Vino todo rodado desde el saludo a la verónica al tercero, con bonitos lances a pies juntos, jugando bien los brazos. Encarrilada la faena de muleta también desde la apertura por el lado derecho, con el toro metiendo la cara abajo y desplazándose largo. Tandas cada vez más largas, y limpias, los muletazos muy hilvanados.
Enseguida se notó que el esfuerzo daba sus frutos. Aplomo y seguridad conforme ahondaba en la interpretación de más derechazos y naturales. Series cada vez más largas en el espacio, de muletazos hasta muy atrás, y amplias también en el tiempo por la despaciosidad. Cantidad y calidad.
A todo esto Pinar estuvo tan "metido" con el toro que ni unas inoportunas ráfagas de viento se dejaron notar en contra. Muy quieto y muy de verdad, cada pase un toque de ambición y sinceridad, puro arrebato. Así se le rindió el toro y la plaza. Estocada suficiente, y primera oreja.
Madrid, 7 jun (EFE).- El joven Rubén Pinar, dos orejas y la correspondiente Puerta Grande, hoy en Madrid, es la última revelación del toreo, en versión clásica, por ambición y buenas maneras frente a los toros.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, bien presentados, encastados y de buen juego, aunque con matices en el segundo y el cuarto. Extraordinarios, primero y sexto, ambos ovacionados; y muy toreables y con importancia, tercero y quinto, aplaudidos también en el arrastre.
Antonio Ferrera: estocada "en el rincón" (división de opiniones con más pitos que palmas tras petición insuficiente); y dos pinchazos y estocada (silencio).
Matías Tejela: pinchazo y estocada desprendida (silencio); y buena estocada (silencio).
Rubén Pinar: estocada delanterilla (una oreja); y estocada fulminante (una oreja).
La plaza se llenó en tarde fresca.
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BUENOS TOROS, Y UN TORERO
Una buena corrida. Vaya por delante el reconocimiento a los toros de Alcurrucén. No es habitual una corrida tan completa, y eso a lo peor le cogió a alguno por sorpresa. ¿O no, Ferrera? También se "despistó" Tejela en el buen quinto.
Fue el más joven, Rubén Pinar, el más mentalizado de la terna, el que aprovechó la oportunidad. Su triunfo de Puerta Grande le abre amplio crédito, poniéndole a funcionar con toda seguridad al menos esta temporada por plazas y ferias importantes.
Por supuesto que todavía se le pueden poner reparos al triunfador. Pero no sería justo. Porque cuentan más, mucho más, las virtudes. La casta y la suficiencia interna para estar "ahí", en actitud atacante. De su misma firmeza emanaba la seguridad, la capacidad para resolver a favor.
Y es verdad que fueron buenos los toros que sorteó, pero fue la actitud del hombre lo que propició definitivamente que "rompieran" hacia adelante con esa "transmisión" que engrandece todavía más el triunfo. Toro y torero al unísono, paradigma de la gran faena.
Vino todo rodado desde el saludo a la verónica al tercero, con bonitos lances a pies juntos, jugando bien los brazos. Encarrilada la faena de muleta también desde la apertura por el lado derecho, con el toro metiendo la cara abajo y desplazándose largo. Tandas cada vez más largas, y limpias, los muletazos muy hilvanados.
Enseguida se notó que el esfuerzo daba sus frutos. Aplomo y seguridad conforme ahondaba en la interpretación de más derechazos y naturales. Series cada vez más largas en el espacio, de muletazos hasta muy atrás, y amplias también en el tiempo por la despaciosidad. Cantidad y calidad.
A todo esto Pinar estuvo tan "metido" con el toro que ni unas inoportunas ráfagas de viento se dejaron notar en contra. Muy quieto y muy de verdad, cada pase un toque de ambición y sinceridad, puro arrebato. Así se le rindió el toro y la plaza. Estocada suficiente, y primera oreja.
En el sexto, un calco por actitud y aptitud. El Pinar del coraje y la templanza. El toro, de imponente cuajo, se venía como una exhalación. Y allí estaba siempre Pinar. Qué importante la forma de esperarle, engancharlo y llevarle. Conducir al toro "cosido" a los vuelos de la muleta. El arma del temple que lo puede todo. Otra vez lo fundamental, lo más clásico del toreo, en su expresión más pura. Y la estocada, sin puntilla. Nueva oreja, y la Puerta Grande abierta de par en par.
Pinar, a hombros, camino de la gloria. Este año, en todas las ferias. Ahora es tarea de su apoderado rentabilizar tan buenas condiciones.
Ferrera, con prisas en los dos toros que despachó, imperdonable que no llegara a la altura de su primero, cuyas embestidas acompañó siempre forzado, "toreando" excesivamente con la voz. El cuarto no fue tan claro, quedándose corto y "metiéndose". En los dos puso banderillas, seis pares en total, destacando el último al quiebro y por dentro.
Tejela tuvo un primer toro aparentemente franco, pero faltándole un tranco en la embestida, y a la postre "cortando" a partir del segundo o tercer muletazo. Tiró el hombre mucho de él, aguantando coladas, pero sin terminar de armar faena. Y se dejó escapar el buen quinto, tropezándose mucho, sin verlo claro.
La tarde, para la última promesa del toreo, Rubén Pinar. Le espera la gloria si sabe administrarse. Aunque esto último será cosa más que de él y de su apoderado también de las empresas que tendrán que abrirle camino. EFE/fotos Juan Pelegrín.
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