Antes de reproducir la crónica de D. Antonio Lorca para El País, habrá que decir sobre la corrida de ayer, jueves 4de junio, que si D. Juan Belmonte era el 'pasmo de Triana', Talavante es el pasmado de Extremadura, porque no hay manera de entender a la criatura.
LA CRÓNICA:
"Arriesgado Luque"
Daniel Luque es un hombre arriesgado; o es que quiere ser figura y se juega la vida cuando las circunstancias así lo mandan. Ayer se la jugó, con la razón atropellada, quizá, pero con una decisión muy firme. No pudo lucirse ante el tullido tercero, y el sexto era un tío astifino, mansote, gazapón, de embestida descompuesta y sin clase. Luque se dio el arrimón -lo único posible-, y a punto estuvo de que lo enganchara cuando hacía el péndulo con la muleta. A la hora de matar, se fue al centro, donde más pesan los toros, y se perfiló con la gallardía de los toreros heroicos. En el momento del encuentro, lo empitonó por el muslo derecho, y, una vez en el suelo, se vivieron unos segundos angustiosos porque el pitón izquierdo rozó en varias ocasiones la cara del torero, que trataba de zafarse asiéndose al puñal que lo buscaba con saña. Arriesgado y valiente Daniel Luque, quien, otra tarde más, demostró que le sobra motivación para llegar a lo más alto. Valeroso y artista, pues dibujó dos quites garbosos por delantales y chicuelinas.
En ese último toro sucedió un hecho curioso. Raúl Caricol puso un buen primer par de banderillas, y quiso rematar con brillantez su actuación. Hizo la suerte con torería, se asomó al astifino balcón del toro, y éste lo derribó. Cuando lo tenía a su merced, apareció un capote milagroso y lo salvó del casi seguro percance. Era Alejandro Talavante, que se ganó una fuerte ovación por su gesto. La única, la verdad, porque su paso por las Ventas fue lastimoso, triste y desolador. Su primero, soso, y el quinto, deslucido; pero sin sitio el torero, con la imagen de la derrota en la cara, incapaz y ventajista. Al intentar derrumbar al quinto, saltó el descabello al callejón e hirió levemente en la mano derecha a un espectador.
Y otra curiosidad malsana. El sexto salió del caballo con el pitón izquierdo astillado. Y el precioso segundo se dejó la punta del derecho en el peto, y quedó como un muñón ensangrentado. Nadie protestó, pero ambas circunstancias hacen sospechar de una manipulación fraudulenta. Si esto ocurre en Madrid, que no ocurrirá en el resto de España...
El mejor lote fue para Uceda, que apareció con espíritu renovado. Tuvo momentos brillantes con la derecha en ambos toros, pero le faltó serenidad y confianza. Al final, sensación de desorden y un triunfo que se esfumó.
En ese último toro sucedió un hecho curioso. Raúl Caricol puso un buen primer par de banderillas, y quiso rematar con brillantez su actuación. Hizo la suerte con torería, se asomó al astifino balcón del toro, y éste lo derribó. Cuando lo tenía a su merced, apareció un capote milagroso y lo salvó del casi seguro percance. Era Alejandro Talavante, que se ganó una fuerte ovación por su gesto. La única, la verdad, porque su paso por las Ventas fue lastimoso, triste y desolador. Su primero, soso, y el quinto, deslucido; pero sin sitio el torero, con la imagen de la derrota en la cara, incapaz y ventajista. Al intentar derrumbar al quinto, saltó el descabello al callejón e hirió levemente en la mano derecha a un espectador.
Y otra curiosidad malsana. El sexto salió del caballo con el pitón izquierdo astillado. Y el precioso segundo se dejó la punta del derecho en el peto, y quedó como un muñón ensangrentado. Nadie protestó, pero ambas circunstancias hacen sospechar de una manipulación fraudulenta. Si esto ocurre en Madrid, que no ocurrirá en el resto de España...
El mejor lote fue para Uceda, que apareció con espíritu renovado. Tuvo momentos brillantes con la derecha en ambos toros, pero le faltó serenidad y confianza. Al final, sensación de desorden y un triunfo que se esfumó.
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