Morante de la Puebla, con pantalón rojo, junto a los responsables de la película./ Jesús Morón
Nacho González
SevillaHay pocas cosas más estéticas que todo cuanto rodea al mundo del toro. Del campo a la plaza, pasando por el mito que acarrea la última generación de toreros-héroes de masas, todo es plástica en un mundo que, en muchas ocasiones, justifica en esta cuestión parte de su existencia.
El director novel Ander Duque estrenó ayer en el Festival de Cine Europeo su película documental ‘Morarte. Historia de un encuentro’ con la que rinde homenaje en la gran pantalla a José Antonio Morante de la Puebla, una de las figuras del momento en el planeta taurino. Con esta intención el cineasta introdujo su cámara en la vida personal del diestro de La Puebla del Río durante algo más de un año, aunque en el montaje final no parezca que el seguimiento intensivo haya dado mucho de sí.
Aseguraba el director artístico del festival sevillano, Javier Martín-Domínguez, que en los tiempos que corren nadie se consagra en el mundo del toro hasta que no existe un documental sobre su figura. Posiblemente, a Morante de la Puebla no le hacía falta esta película para ascender al Olimpo de la tauromaquia moderna, pero muchos de sus seguidores se sentirán identificados en una producción destinada a justificar, con más intenciones que medios, la presencia de su ídolo en lo más alto del escalafón.
Duque centra buena parte del metraje de su película en colocar ante el objetivo de su cámara a aquellos incondicionales que nunca fallan, esto es, familiares, peñas de seguidores, amigos. La producción se pensó para eso. Pero se echa en falta una utilización más estética de un lenguaje, el cinematográfico, con unas posibilidades infinitas al servicio de un ejercicio estético como el toreo.
El propio Morante de la Puebla lo comentaba ayer a la salida de la proyección, «es una forma más de ver el mundo del toro». Pues sí, una forma más, pero difícilmente podrá aportar algo original más que una sucesión de imágenes, más o menos íntimas, del día a día de una figura del toreo. El cineasta acompaña la narración con imágenes de baile flamenco de inspiración taurina que corren a cargo del bailaor José Galán, que ayer estuvo presente en sobre el escenario del teatro Lope de Vega donde ofreció una muestra de lo que después pudo verse en la pantalla.
La cinta se divide en varios capítulos en los que una voz en off va desgranando las interioridades del ‘pensamiento’ del animal y de todo cuanto sucede antes del encuentro al que alude el título. Finalmente, el encuentro se produce en la plaza de toros de Barcelona, durante la última corrida del sevillano en La Monumental, junto a El Juli y Jose M. Manzanares. Quizás merezca la pena por un único plano, el del rostro de Morante en los segundos antes de entrar a matar uno de sus toros.
Fuente:elmundo.es
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