Morante explica por qué el toreo es un arte
Anda el personal contentísimo porque los toros han pasado al Ministerio de Cultura porque entra dentro del apartado de arte. Por si alguien de los que estaban ayer en la plaza de toros de Zafra lo dudaba, Morante de la Puebla se puso a explicarlo en el cuarto toro. En el primero no quiso saber nada de pedagogías taurinas pues tampoco tuvo tiza con que exponerlo, ya que el toro de Daniel Ruiz andaba mal de fuerzas, a pesar de lo cual lo sacó con suavidad a los medios. No humillaba el toro, era corto de recorrido, tardón y entrando al paso.
Entonces Morante puso en práctica aquello de «a café sin azúcar, buenas ganas darle vueltas», no se dio coba y finalizó aquello pronto, que también es de agradecer.
Con el personal algo mosca salió el primero de El Juli, que se desplazó bien en las cinco verónicas con que lo recibió antes de mandarlo al picador, que no le hizo sangre ni para un análisis.
Flexionó el matador la rodilla para enseñarle el camino a 'Puñalero', que así se llamaba el toro. Tenía gran fijeza y fue tras la muleta del madrileño en la primera tanda suave para luego ir bajándole la mano en largos redondos. Probó con la zocata pero le iba más en corto, por lo que volvió a la diestra por donde de nuevo se le entregó repitiendo y siguiendo la muleta en redondos de muy largo trazo y dominio. Molestó algo el aire. El Juli esperó que amainara para interpretar otra serie llevándolo muy tapado y embebido antes de darle un estoconazo en todo lo alto al noble toro, que solamente se entregó por un pitón. Dos orejas le entregó el alguacilillo.
Chiquito y con más hechuras de novillo que de toro salió el tercero, que echó las manos por delante en el capote de Perera. Salió suelto el toro del leve picotazo. Andaba con las fuerzas justas aunque tenía clase embistiendo. Lo pasó por alto con la derecha al comienzo en que se mostró fijo, pronto, repetidor aunque de corto recorrido.
Probó Perera a darle sitio con la izquierda y con mucho temple consiguió alargarle el viaje ayudando mucho al toro en los naturales. En la segunda tanda volvió el de Ruiz a quedarse con poco recorrido y entonces el torero optó por echarse la muleta a la derecha y acortar distancias provocándolo mucho, momento en que el toro casi renunció a la pelea, pues colocado Miguel Ángel entre pitones, esos terrenos que tanto domina, acabó el toro acobardado y casi asustado. Toro noble pero sin fuerzas al que despachó de una estocada y le entregaron las dos orejas con lo que junto a el Juli ya tenía la salida a hombros asegurada.
No debió gustar tal cosa al señor José Antonio Morante de la Puebla a pesar de que el toro que salió por toriles, un castaño albardado, tocado arriba de pitones, que salió escarbando y sin fijarse en los capotes que le presentaban, era abantón. Era. Hasta que Morante se fue a buscarlo a medios le enseñó el capote y lo embriagó de aromas de verónicas, ganando terreno en cada una, meciendo la tela, con los brazos a ritmo, cimbreando la cintura, hundiendo la barbilla en el pecho y cerrando con una media sensacional. En el quite hizo otro homenaje inmenso al toreo a la verónica. Era para verlo, no para contarlo.
Se agarró a las tablas al comenzar la faena de muleta, y lo pasó por alto tres veces y cerrar con un sensacional trincherazo. Lo sacó al tercio y comenzó a explicar por qué el toreo es un arte cuando se interpreta como él lo hizo primero sobre la derecha con temple, suavidad y empaque. Cerrando las series con adornos diferentes, pases de trinchera, del desprecio, molinetes.
Magna lección
Escarbó el fijo y noble toro antes de que Morante lo llevase engañado tras la muleta en los naturales cargando la suerte, con cites largos, cadencia en el embroque y dulzura al soltarlo tras la cadera. Muletazos sobre ambas manos arrastrando la muleta, meciendo la cintura, sueltas las muñecas. Disfrutaba Morante haciendo y explicando el arte del toreo y disfrutaban los espectadores ante tan magna lección finalizada de un pinchazo y estocada. Dos despojos le dieron a cambio de lo mucho que Morante había dado de arte.
El resto de la corrida fueron dos toros nobles y sin fuerzas. El segundo de El Juli remataba por alto, era tardón, no pasaba y embestía cabezazos y que no mereció el esfuerzo del torero por agradar. Se lo agradeció el personal obligándole a saludar.
El sexto no humilló ni se desplazó en el capote. Perera lo probó en todas las distancias y alturas para conseguir poder robarle algún muletazo. Era toro tardón y a la caza del torero, que acabó dejándose rozar la taleguilla con los pitones de aquel toro que no servía para el toreo. Lo premiaron con palmas.
Tras ello los tres matadores salieron a hombros y los espectadores se fueron a casa con una lección de toreo bien explicada.
Otra cosa es que la recuerden para otras ocasiones en que les dan gato por toreo.
Fuente: hoy.es/Juan Ángel-Zafra.
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