Valencia, domingo 9/10/2011
La plaza de toros de Valencia, en una fecha tan señalada como lo es la corrida conmemorativa de la festividad del 9 de Octubre, fue escenario del cierre de la temporada con un festejo para olvidar.
Buena parte de la culpa hay que consignarla en el haber de los toros salmantinos de la familia Fraile, que compusieron un encierro, eso sí, de irreprochable presentación. Algunos de ellos aplaudidos de salida por su cuajo y su seriedad por delante, pero lo cierto es que fueron pura fachada. Mansos, blandos, descast ados y desfondados, su juego de mulos fue desesperante para los toreros y exasperante para los aficionados.
Del espectáculo lo único destacable corrió a cargo del espada de Orduña Iván Fandiño, quien hacía su presentación como matador de toros en esta plaza. Se trata de uno de los triunfadores de la temporada actual, de quien hay que destacar que, aunque vasco de nacimiento y residente en Guadalajara, fue durante dos años alumno de la escuela de tauromaquia de Valencia. En ella se matriculó el 26 de enero de 1999, y lo hizo con el apodo de El Niño de la Antigua. Fandiño se justificó en su debut por su valor, firmeza y sentido de la colocación. Tan asentado como seguro, exprimió los pocos muletazos que tuvo el tercero, al que dio distancia y lució generosamente, presentando siempre la muleta por delante y bajando la mano. Y cumplió ante el sexto.
El valenciano Ángel de la Rosa anduvo compuesto, paciente y empacado ante su noblón primero, obediente aunque inválido, y lo intentó sin opciones frente al acobardado cuarto.
Por su parte el vallisoletano Leandro anduvo por ahí con el segundo, sin terminar de convencerse y matándolo de un infamante sartenazo. Y no se puso de verdad ni una sola vez ni se dio coba ante el mulo y huido quinto.
Fuente: Enrique Amat./levante-emv.com
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