Toros del Tajo y de la Reina: encastados, desiguales de presentación.
Enrique Ponce: Pinchazo -aviso-, metisaca y media estocada (ovación); dos pinchazos -aviso- y estocada defectuosa (vuelta al ruedo).
Morante de la Puebla: Media estocada (bronca); dos pinchazos -aviso- y estocada defectuosa (ovación, que no sale a recibir).
El Cid: Dos pinchazos y estocada defectuosa (silencio); estocada (aplausos).
Plaza de Toros de Vista Alegre. Sexta de feria. Cerca del lleno. Se guardó un minuto de silencio por el alma de Juan Ramón Ibarretxe, ex presidente del Club Taurino y colaborador de la SER.
Enrique Ponce: Pinchazo -aviso-, metisaca y media estocada (ovación); dos pinchazos -aviso- y estocada defectuosa (vuelta al ruedo).
Morante de la Puebla: Media estocada (bronca); dos pinchazos -aviso- y estocada defectuosa (ovación, que no sale a recibir).
El Cid: Dos pinchazos y estocada defectuosa (silencio); estocada (aplausos).
Plaza de Toros de Vista Alegre. Sexta de feria. Cerca del lleno. Se guardó un minuto de silencio por el alma de Juan Ramón Ibarretxe, ex presidente del Club Taurino y colaborador de la SER.
Reproducimos la crónica de D. José LUis Merino sobre l corrida de ayer, jueves 20 de agosto, de Bilbao. Aste Nagusia 2009.
De toros y de aromas
La corrida resultó muy interesante. Se les picó a los toros ayer más que a las cuatro anteriores corridas juntas.
El tercer toro, bajo de trapío una ratita, tomó dos varas largas, pero eso no quitó para que se comiera a El Cid. En su segundo tampoco pudo lucirse. Por lo demás, otros toros también se comportaron con casta y temperamento.
De los toreros, por un lado Enrique Ponce dejó muestras de dominio, técnicas y colocación, además de ciertas dosis aromáticas. Mató mal, por lo que se fue de Bilbao, tal vez su plaza favorita -aquí se le quiere una barbaridad-, sin tocar pelo.
Claro que si hablamos de aromas, pongamos en la página el nombre de Morante de la Puebla. En su primer toro se desinhibió completamente. El público le abroncó con toda la razón. Mas ese público se equivocó pitándole un momento antes de que saliera de los chiqueros su segundo toro...
Y Morante hizo abstracción de la garrulez de esos picadores, para empezar su serial de aromas de las buenas (canela fina).
Primero vino un quite por verónicas suaves y templadas. En la faena el aromaje fue subiendo de tono. Instrumentó derechazos suavísimos, y de allí surgía la lentitud, el temple, la gracia, la dulzura.
No era el Morante de sus mejores tardes. El torero sabía poblar su soledad con aquellos pases, nietos de la espuma torerista de su intimidad. Morante o la doma de la forma.
Quizá Morante sea el único torero de hoy en día capaz de proyectar su alma en una pared muy, muy blanca. Fueron aromas como pájaros azules...
De los toreros, por un lado Enrique Ponce dejó muestras de dominio, técnicas y colocación, además de ciertas dosis aromáticas. Mató mal, por lo que se fue de Bilbao, tal vez su plaza favorita -aquí se le quiere una barbaridad-, sin tocar pelo.
Claro que si hablamos de aromas, pongamos en la página el nombre de Morante de la Puebla. En su primer toro se desinhibió completamente. El público le abroncó con toda la razón. Mas ese público se equivocó pitándole un momento antes de que saliera de los chiqueros su segundo toro...
Y Morante hizo abstracción de la garrulez de esos picadores, para empezar su serial de aromas de las buenas (canela fina).
Primero vino un quite por verónicas suaves y templadas. En la faena el aromaje fue subiendo de tono. Instrumentó derechazos suavísimos, y de allí surgía la lentitud, el temple, la gracia, la dulzura.
No era el Morante de sus mejores tardes. El torero sabía poblar su soledad con aquellos pases, nietos de la espuma torerista de su intimidad. Morante o la doma de la forma.
Quizá Morante sea el único torero de hoy en día capaz de proyectar su alma en una pared muy, muy blanca. Fueron aromas como pájaros azules...
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