Escrito por Juanjo Aguilera
Jueves, 27 de Agosto de 2009 08:28
La definición de la palabra torear con la acepción que añadiría Rafael Gómez 'El Gallo' no está recogida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero la forma en la que el diestro hablaba de este arte casi se acerca más a lo que realmente supone estar en el ruedo delante de un toro, generalmente por encima de los 500 kilos, con sus 'manías' y vicios. Torear no es sólo lidiar los toros en una plaza. Decía Rafael Gómez 'El Gallo' que torear es tener un misterio que decir y decirlo.
Ayer la tarde fue de misterios y cada cual enseñó el suyo según le fue en el viaje. Liturgias diferentes, cada cual la suya, y un único objetivo: que la exposición en el centenario 'púlpito' del coso de la Avenida de Vilches fuese entendida por una plaza llena y predispuesta a enterarse.
De todas formas, la definición de 'El Gallo' tiene poco de misterio cuando falta la parte más importante, el toro, y ayer el encierro del hierro de Santiago Domecq no tuvo misterio, no escondió nada en ningún momento, fue casi inservible desde que salió por la puerta de chiqueros. Sólo José Tomás tiene el poder de ver más allá y de sacar una faena de una chistera que tiene forma de montera.
Montera mágica
Lo cierto es que el misterio de José Tomás tiene nombre o está descubierto el final, no así las formas para llegar él. Es el fruto del trabajo de un ser superior, algo fuera de lo común. Porque no es común convertir en un toro potable un animal que tardeaba y que manseaba continuamente. Pero Tomás es el 'prestidigitador de los ruedos', su resultado una sorpresa y sus formas un misterio.
A su primero le inventó una faena con tanta pureza como dificultad. De menos a más en intensidad, con un riesgo consentido. Más allá de por dónde pasan los pitones, de si rozan, de si pueden matar, José Tomás intenta el dominio y ejecuta. Concibe faenas en su mente que a poco que ayuden los toros se plasman en el albero.
Fue lo que hizo con el segundo de la tarde. Una faena difícil porque el animal, en el fondo y la superficie, no iba a permitirle un lucimiento que sólo llega cuando las facultades son tantas como las que atesora el diestro de Galapagar.
La actuación empezó con mimos, con exámenes. Había que ver las características para luego expresar su tauromaquia, cargada de pureza desde la primera de las tres chicuelinas con las que se exhibió.Después comenzó su faena a un toro 'potabilísimo' según el 'nuevo testamento' del toreo escrito por José Tomás, inservible para la mayoría de quienes llenaban ayer la centenaria plaza. Es el toreo puro, sin probaturas. En el centro del ruedo 'explicó' su misterio, su milagro. ¿El de los panes y los peces? Puede que lo sea porque de una franela sacó siete estatuarios de cartelería taurina, con los pies clavados, perfectos de ejecución.
Posteriormente encontró el sitio. No necesitó probar mucho para embarcar a 'Enfadado', toreando a la distancia, dando muestras de una purísima concepción del toreo que trató de ejecutarla también por el izquierdo, con dos tandas en las que no rectificó, no porque no sepa hacerlo, sino porque en su concepto no hay lugar para el paso atrás.
Con el quinto no hizo más de lo que había. Trató de quitarle las malas costumbres, lidiándolo contra querencia, pero al final tuvo que 'ceñirse al guión' para sacarle detalles sueltos. Un trabajo que no pasó desapercibido para los aficionados que no duraron en despedir al diestro con una gran ovación.
Original y copia
Puede que tenga la culpa su continua repetición con José Tomás, pero Daniel Luque quiere parecerse al diestro de Galapagar. Tiene predisposición, valentía y dosis de intensidad en su toreo que le permiten atisbar un futuro prometedor. Pero José Tomás sólo hay uno y grande.
Pese a todo, el de Gerena tocó pelo con el primero de su lote -que en realidad era el que había sorteado para salir en sexto lugar y que suplió al sustituido por lesión-, con una faena con mucha intensidad en la que se lució con un largo toreo, aunque falto de sometimiento para con el animal.
Sin embargo, su actuación fue intensa, sobre todo cuando trató de evitar que el burel se rajara, con trazos de faena ejecutados con la muleta agarrada por la espalda. Una buena estacada le acercó a un triunfo que se cerró de par en par por la inutilidad del juego del que cerraba plaza, un primer sobrero con una embestida descompuesta y siempre 'mirando al cielo'.
Lo que no puede ser...
Guerrita decía que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Y así se podría definir lo que le pasó a Ruiz Manuel ayer en 'su' casa. El almeriense no tuvo suerte en el sorteo -valga la frase- y se llevó un lote infumable. Con el primero se lució en un galleo por chiculinas para llevarlo al caballo. Y tras ese trance, el animal se fue apagando para sólo dejar algunos visos de 'bondad' por el pitón derecho, pero tan efímera como la llama de una vela en un día con viento de levante almeriense.
Rebrincado y protestón, no dejó que el almeriense ejecutara una faena 'decente'. Con el cuarto, más de lo mismo. Es más, hizo más de lo que debiera porque Ruiz Manuel, con ganas ayer, lo intentó una y otra vez con algún que otro arrimón que no encontró ningún premio.
Pobre balance en una tarde de misterios. Uno resuelto por un torero, José Tomás, que hace sencillo lo difícil.
Fuente:ideal.es
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