Toros de Puerto de San Lorenzo, -el sexto, devuelto-, bien presentados, inválidos, mansos y muy descastados, a excepción del cuarto, bravo y encastado. El sobrero, de Los Bayones, inválido y desclasado.
El Cid: estocada contraria (silencio); pinchazo y bajonazo descarado (ovación).
Sebastián Castella: estocada trasera y caída (silencio), cuatro pinchazos (silencio).
Miguel Ángel Perera: media caída -aviso-, cinco descabellos y el toro se echa (silencio); casi entera (silencio). Casi lleno.
PITOS:- Unos toros infumables y una terna de toreros tristes y sin ideas deslucieron el festejo.
OVACIÓN:- Rafael Perea, El Boni, colocó un espléndido par de banderillas al cuarto de la tarde.
Reprodducimos la crónica de D. Antonio Lorca sobre este festejo, realizada para elpais.com.
La libertad del hastíoLo que han conseguido los diputados catalanes con la fuerza de los votos (echar a la gente de las plazas) lo van a conseguir en el resto del país los taurinos con el empuje de la libertad. Allí ya no se puede ir a los toros, y, aquí, más pronto que tarde, el público le dará la espalda a este espectáculo si persiste la falta de respeto, la decadencia galopante, el hastío, el sopor y un bochorno difícilmente soportable. Así, no hay cuerpo que aguante; así, no hay criatura que soporte dos horas en la dura piedra
Si hay quien va a los toros a pagar un dineral, a comprar, encima, una almohadilla, aguantar el puro humeante del vecino, las rodillas del que se sienta detrás y tantas y diversas incomodidades como supone una corrida de toros en el siglo XXI; si hay quien, a pesar de todo, sigue yendo a los toros es que tiene fe en la emoción, ese sentimiento que supera a la piedra, al humo, al vecino, al viento, a la lluvia...
Pero lo de ayer no tiene perdón de Dios. Vaya corrida: un cartel de figuras y una ganadería de postín; un festejo insoportable con toros birriosos, inválidos, descastadísimos, y toreros avejentados, tristes, cansados, desangelados... ¿Para qué sirve la libertad de ir a los toros si no hay toros? ¿Cuánto durará la ilusión si lo que persiste año tras año es una profunda decepción? ¿Cuándo estos taurinos entenderán que están matando el presente y el futuro? Así, con toda seguridad, no serán necesarios políticos abolicionistas; así, no será necesaria la eutanasia catalana; así, la fiesta morirá de inanición.
El Cid, Sebastián Castella y Perera, tres figuras consolidadas, llegan a Madrid cansados, quizá, de una larga temporada. Y bien que se les nota. Ni un ápice de alegría en ninguno de los tres, un atorrullamiento general, ausencia de ideas, todo muy desangelado, sin gracia, sin tono, sin voluntad de pelea, como caricaturas de sí mismos, desbordados, dubitativos, sonámbulos...
No hay más que ver a El Cid, precavido en exceso, saturado o atorado, en ese primer toro, gazapón y con trote cochinero y de recorrido insulso, al que torea, es un decir, despegado y soso, sin apostar un alamar. E insiste en el agotamiento en la búsqueda de no se sabe qué delante de un animal amuermado.
Pero sale el cuarto, el único toro sobresaliente de la corrida y el panorama parece cambiar de color. Y mucha gente cree estar viendo el toreo verdadero cuando El Cid capotea a la verónica sin apreturas ni hondura en los compases de recibo y en un quite. Cuando toma la muleta parece que el torero se ha venido arriba, el toro -que empujó en el caballo y persiguió en banderillas a un torerísimo Rafael Perera El Boni, que se lució en un espléndido primer par- le espera desafiante y embiste con codicia con la cara a media altura, y se repiten las tandas de naturales despegados, con la suerte descargada, sin profundidad ni autenticidad.
Mejora su labor con la mano derecha en muletazos desmayados, cargados de sentimiento, y en unos ayudados por bajo finales que preceden a la debacle de un pinchazo y un infamante bajonazo. ¡Oh...! Pues si mata a la primera y le conceden la oreja, hubiera sido de escaso peso, pues este no es el verdadero Cid, que me lo han cambiado, sino un torero moderno que ayer no rompió como figura en ningún momento. Bien, porque sus muñecas encierran clase de la buena, pero muy mal porque a ese toro había que cortarle las dos orejas con el toreo auténtico.
Poco que decir de Sebastián Castella y Rafael Perera. No tuvieron oponentes para el triunfo, ciertamente, pero ofrecieron una lamentable imagen de ausencia de mando, autoridad, conocimiento e ideas. Superados ambos en todo momento por las circunstancias, sin saber qué hacer, a merced de la sosería de los toros, con esa lamentable impresión tan impropia de quienes se llaman figuras.
Naufragio total de los dos. Castella quiso brindar al público su primero -un inválido enfermizo- y se lo impidieron con razón. ¿En qué estaría pensando el torero? Y dio muchos pases a este y al quinto con el pico por bandera y la muleta retrasada. Y Perera participó del naufragio despegado siempre, superficial y anodino. Un horror... Como esto siga así, el hastío acabará con la libertad. "
Cinco toros de El Puerto de San Lorenzo (uno devuelto) y un sobrero de Los Bayones
1º Nº 114, Lechucito, negro, 551, 12/06
Pitos
2º Nº 68, Langostillo, negro, 564, 2/07
Pitos
3º Nº 120, Playero, negro, 529, 12/06
Silencio
4º Nº 62, Pompito, negro, 536, 4/07
Ovación
5º Nº 90, Langosto, negro, 527, 11/06
Silencio
6º Sobrero de Los Bayones
Nº 52, Madrileño, negro, 526, 1/07
Silencio
Video resumen de la corrida: http://asp.las-ventas.com/noticias/video.asp?fecha=20110930&tipo=festejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario