Este es un blog taurino, en defensa del mundo de los toros y de la Fiesta en todas sus vertientes. absténganse cuantos no estén en consonancia con estos principios. Serán suprimidos cuantos comentarios no se circunscriban a este propósito.
domingo, 2 de octubre de 2011
MADRID-LAS VENTAS. Crónica de la corrida de Feria de Otoño 2011, sábado 1 de octubre
Heroicos y afortunadosEl intenso dramatismo alcanzó su punto culminante cuando Iván Fandiño se volcó materialmente sobre el morrillo del quinto de la tarde y al tiempo que cobró una estocada hasta la bola salió empitonado por los aires en una voltereta tremenda, y, ya en la arena, el toro lo buscó con saña en unos instantes interminables. Mientras un capote milagroso alejaba al animal, las asistencias acudían en auxilio del torero, que parecía seriamente dañado. Se levantó desmadejado y renqueante, con las manos en la cabeza, donde había recibido un fuerte golpe, mientras el toro se desplomaba sin puntilla, lo que pareció servirle de bálsamo a Fandiño, que levantó los brazos en señal de victoria, mientras la plaza, puesta en pie, le rendía honores de héroe. Sonriente y feliz, paseó una oreja mientras mostraba el pantalón vaquero totalmente manchado de sangre y arena; sí, vaquero, porque la taleguilla de luces se la destrozó el segundo de la tarde al voltearlo al hacer un quite por ajustadísimas gaoneras; y aún hubo otra cogida, en su primero, al citar por apretadas chicuelinas, de la que salió indemne al hacerse él mismo el quite con su capote. Al final, su imagen era la de un ecce homo. La imagen de un héroe afortunado
Así las cosas, David Mora no quiso quedarse atrás. Cuando salió el sexto, el más serio de toda la infumable corrida de Gavira, parecía tener claro que aquella moneda era a cara o cruz; sobre todo, después de que su actuación carecía de gloria hasta el momento, a pesar de su manifiesta voluntad. Y decidió jugársela. Como hacen los grandes. Lo veroniqueó con decisión; lo citó, después, por apretadas gaoneras. Brindó a Fandiño, quien a su vez le había brindado a él su primer toro, y citó desde el centro del anillo. El animal acudió con violencia, y, al tercer muletazo con la mano derecha, lo enganchó y se lo colgó del pitón, con tan buena fortuna que no le hizo ni un rasguño. Otro afortunado. Lejos de amilanarse, Mora le plantó cara a un toro sin clase, ni recorrido, peligroso y deslucido, que aceptaba el primer cite, miraba con descaro en el segundo y pretendía prender al torero en el tercero. Así fue toda la pelea, de peligro constante e inminente entre un marrajo y un torerazo que tragó lo que parecía imposible. Se perfiló con aparente parsimonia y dejó una estocada en todo lo alto que supuso un verdadero alivio para todos, y, se supone, que, especialmente, para un agigantado David Mora, que se puso a la altura su compañero.
¡Así se viene a Madrid...! Como ayer se presentaron Fandiño y Mora. Con ilusión desbordante, con espíritu de lucha, en la búsqueda del triunfo sin trampa ni cartón, a jugarse la vida de verdad a riesgo de perderla.
La corrida de toros no sirvió por su mansedumbre y mala clase, pero se palpa cuando en el ruedo hay toreros de verdad. Fandiño solo pudo mostrar valentía y decisión en sus dos primeros toros, sosísimos y anodinos. Ese quite por chicuelinas que le costó la primera voltereta fue su más fiel tarjeta de presentación. Y decidió triunfar en el quinto, con toro o sin toro, pero triunfar. Pesaba 626 kilos, era un manso de libro que huyó despavorido de los caballos, y llegó a la muleta huyendo de su propia sombra. Fandiño plantó las zapatillas en la arena, lo embarcó en la muleta y lo obligó a embestir. La faena fue larga, intermitente, y desbordó emoción por los cuatro costados. Antes del estoconazo terminó con unas manoletinas muy ceñidas, que fueron otra muestra de su actitud valerosa, pundonor y entrega.
Igual suerte corrió Mora en sus primeros toros. Recibió a su primero con una larga cambiada de rodillas en los medios y unas verónicas electrizantes. Y lo intentó sin éxito porque ese toro era un buey desganado. Tampoco tuvo suerte con el cuarto, un inválido birrioso. Pero llegó el dificultoso sexto y emergió el héroe.
¡Qué pena que pronto -porque se lo merecen- Fandiño y Mora adquieran la consideración de figuras...! No serán los mismos. Lo bonito es el dificultoso ascenso. Cuando estás arriba puede que importe más el director de la sucursal bancaria que la heroicidad de una tarde como la de ayer. Cuando estás arriba, solo te queda bajar. Pero mientras no llegue ese momento se podrá disfrutar con la raza, la ciencia, el poder, la personalidad y la torería de gente tan extraordinaria como Iván Fandiño y David Mora.
Crónica realizada por D. Antonio Lorca para elpais.com.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario