RESEÑA DE LA SEXTA DE LA SEMANA GRANDE EN SAN SEBASTIÁN
San Sebastián. Viernes 14 de julio. 6ª Semana Grande. Más de media plaza
Toros de Torrealta, correctos de presentación.v Descastados y desrazados aunque manejables.
Antonio Barrera, saludos y oreja.
Miguel Ángel Perera, saludos tras petición y silencio.
Daniel Luque, silencio y oreja.
Tras leer la reseña que hacen los portales taurinos ahora les invitamos a leer la crónica que realiza para El País D. Álvaro Suso sobre esta misma corrida:
Seis toros de Torrealta: mal presentados y descastados.
Antonio Barrera: media delantera (saludos) y estocada (oreja).
Miguel Ángel Perera: media en los bajos (saludos) y pinchazo, estocada tendida y tres descabellos (silencio).
Daniel Luque: estocada caída (silencio) y estocada desprendida (oreja).
Plaza de Illumbe, 14 de agosto de 2009. Sexta de la Feria de San Sebastián. Media entrada.
Tarde sin toros
Había que ser valiente para acudir a los toros después de oir los consejos de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez. Eso de evitar el uso de pañuelos asusta cuando uno acude a un festejo en el que la máxima expresión de la satisfacción es exhibir esa tela con energía para solicitar los trofeos. Aunque ahora, ni eso. Se mueven almohadillas y se grita, sobre todo se grita, con lo que el presidente, además de contar pañuelos, debe interpretar los chillidos de la parroquia.
No sería por ello, pero fue la entrada más pobre de la feria. Apenas media entrada. Y puede que algunos de los presentes jurasen que no volverían después del deprimente espectáculo ofrecido. No sé si la presencia primera de Morante de la Puebla en el cartel es la razón, pero la presentación del encierro de Torrealta dejó mucho que desear. Escurridos, feos y pobres de cara. Alguno ya pensó que tenían la gripe a la que se refería la ministra.
Si a esto le suman que la sangre que llevaban apenas tenía bravura, los descastados astados provocaron una tarde en la que la falta de toros bravos acabó por desesperar al personal. En otros tiempos, la bronca habría sido para recordar, pero San Sebastián es una bendición de educación. Las quejas llegaron en forma de palmas de protesta en el tercero, quinto y sexto, cuando ya la gota estaba colmando el vaso de la paciencia.
Si el ganado de Torrealta, otrora divisa emblemática, ha derivado en la moruchada mostrada ayer se debe al eterno problema de la cabaña brava. Las figuras quieren un toro con poquita casta, que apriete poco. Y así se va se le va quitando casta y acaba en lo de ayer. El problema es que cuando se le ha echado agua al vino para suavizarlo, a ver quién lo separa para recuperarlo. Desde luego, trabajo tienen en Medina Sidonia.
Con todo, se cortaron dos orejas y se pidió otra más. Antonio Barrera se la cortó a ley al cuarto, un torrealta que a su mansedumbre le unió genio, del malo. Salió con una embestida violenta que le arrancó el capote de las manos del sevillano en la segunda larga cambiada de rodillas. El picador, Manolo Espinosa, no ayudó a su matador. Puyazos traseros y malos. Y la cabeza del toro, como antes, sin ahormar la embestida. Pero Barrera lo hizo casi todo bien en el principio de la faena y aguantó con mucho valor las desparramadas embestidas.
En cada tanda el toro medía la taleguilla del espada. Luego, tuvo el desacierto de prolongar una faena vibrante, ya que el manso, cuando se vio vencido, evitó la pelea y Barrera quería más. Los tendidos le tuvieron que avisar de que matase. Y como lo hizo bien, cortó una oreja. Soberbia estocada. A buen seguro el espadazo de la feria.
Daniel Luque tampoco se fue de vacío. Una espectacular muerte de un toro que se había rajado de forma exasperante le sirvió para recibir un trofeo de menor peso. Se justificó, pero sin enemigos tampoco su labor llegó al lucimiento. En su cuadrilla milita Raúl Caricol, quien hizo lo mejor de toda la tarde, un soberbio par de banderillas al tercero.
Perera salió muy dispuesto, lució con el capote y cuajó una impecable faena sólo enturbiada en un desplante en el que el toro le superó y rematada con ajustadas bernardinas. Pero era un torito. Su mal ejercicio con el estoque le privó de la oreja y el extremeño despreció al público que le solicitaba la vuelta al ruedo. Álvaro Suso.
Si a esto le suman que la sangre que llevaban apenas tenía bravura, los descastados astados provocaron una tarde en la que la falta de toros bravos acabó por desesperar al personal. En otros tiempos, la bronca habría sido para recordar, pero San Sebastián es una bendición de educación. Las quejas llegaron en forma de palmas de protesta en el tercero, quinto y sexto, cuando ya la gota estaba colmando el vaso de la paciencia.
Si el ganado de Torrealta, otrora divisa emblemática, ha derivado en la moruchada mostrada ayer se debe al eterno problema de la cabaña brava. Las figuras quieren un toro con poquita casta, que apriete poco. Y así se va se le va quitando casta y acaba en lo de ayer. El problema es que cuando se le ha echado agua al vino para suavizarlo, a ver quién lo separa para recuperarlo. Desde luego, trabajo tienen en Medina Sidonia.
Con todo, se cortaron dos orejas y se pidió otra más. Antonio Barrera se la cortó a ley al cuarto, un torrealta que a su mansedumbre le unió genio, del malo. Salió con una embestida violenta que le arrancó el capote de las manos del sevillano en la segunda larga cambiada de rodillas. El picador, Manolo Espinosa, no ayudó a su matador. Puyazos traseros y malos. Y la cabeza del toro, como antes, sin ahormar la embestida. Pero Barrera lo hizo casi todo bien en el principio de la faena y aguantó con mucho valor las desparramadas embestidas.
En cada tanda el toro medía la taleguilla del espada. Luego, tuvo el desacierto de prolongar una faena vibrante, ya que el manso, cuando se vio vencido, evitó la pelea y Barrera quería más. Los tendidos le tuvieron que avisar de que matase. Y como lo hizo bien, cortó una oreja. Soberbia estocada. A buen seguro el espadazo de la feria.
Daniel Luque tampoco se fue de vacío. Una espectacular muerte de un toro que se había rajado de forma exasperante le sirvió para recibir un trofeo de menor peso. Se justificó, pero sin enemigos tampoco su labor llegó al lucimiento. En su cuadrilla milita Raúl Caricol, quien hizo lo mejor de toda la tarde, un soberbio par de banderillas al tercero.
Perera salió muy dispuesto, lució con el capote y cuajó una impecable faena sólo enturbiada en un desplante en el que el toro le superó y rematada con ajustadas bernardinas. Pero era un torito. Su mal ejercicio con el estoque le privó de la oreja y el extremeño despreció al público que le solicitaba la vuelta al ruedo. Álvaro Suso.
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