Aparicio ante el “artista” de Juan Pedro derrumbado por la invalidez y la mansedumbre
Comentario de José Mª Martínez para 'Toros con Retranca':
Antes decir que vaya y vaya con los toros de Málaga, que desastre y que falta de honestidad. Francamente la corrida fue para pedir a la salida la devolución del dinero en taquilla, ni Morante ni tonterías, no se puede calificar de arte lo que se le hace a una sardina, se pongan como se pongan los morantistas. Hartura de ver a este torero ante gatos y sardinas aupándolo a los cielos Canal Sur TV y compañía. ¿Sabrá Morante torear un toro bravo y en puntas?, ya veremos si lo demuestra algún día. Sinceramnte siempre me he sentido un bicho raro por las opiniones que doy sobre Morante pero hoy me siento arropado por Pepe Pastor del Blog Malaka Taurina que hace el siguiente comentario sobre la actuación del de la Puebla: Nada hizo Morante en el tercero con el terminó de pinchazo hondo. Silencio. En el quinto dio naturales de buena factura, pero a la faena le faltó, eso: ser faena. Media, y dos avisos que debieron ser tres por el tiempo transcurrido, pero el presidente, claro, pensaría: hay que ayudar al “mushasho” que viene aquí a probarse para ver si está en condiciones de ir a Bilbao a cobrar la millonada que le pagan. De todas formas el 'artista' de la tarde fue Aparico en su segundo gato. No he visto a nadie hacer tanto para impedir que le devolvieran el toro como a D. Julito ¡que arte!, y que rapidez la del presidente cambiando los tercios para ayudar al torero. Julito vió que el toro era un muerto en pie y ante la perspectiva de no tener que torear hizo lo indecible para que se mantuviera el bicho en el ruedo, una vez finalizado el tercio de banderillas y con la muleta en la mano el toro se echó y pare usted de contar. ¡Listo como una zorra este Aparicio!.
Toros de Juan Pedro Domecq, muy mal presentados, inválidos, nobles y descastados. Destacó el lote de Conde.
Julio Aparicio: bajonazo (silencio); pinchazo (bronca).
Javier Conde: estocada muy trasera (ovación); -aviso- estocada (oreja)
Morante de la Puebla: pinchazo hondo (silencio); media -aviso- -segundo aviso- (oreja)
Plaza de la Malagueta. 18 de agosto. Cuarta corrida de feria. Casi lleno.
Crónica de D. Antonio Lorca para El País:
Morante, al sobrenatural
¿Y los toros de ayer? Pues si se los compara con los que estaban anunciados, propiedad de Joselito, y que fueron rechazados al completo, se supone que un corridón. Pero si se coloca en la balanza la presencia necesaria en plaza de primera, una gatada. Hace falta una imaginación desbordante para suponer, siquiera, cómo serían los ejemplares que envió el otrora matador de toros. Pero el trapío del toro bravo está por los suelos entre el conformismo general. Y Málaga no es una excepción.
El espectáculo estaba anunciado como la corrida del arte, pero a punto estuvo de convertirse en un auténtico desastre si no se hace presente un salvador, reaparecido 11 días después de la cogida que sufrió en El Puerto de Santa María, y que responde en el mundo del arte al nombre de Morante de la Puebla. Lo parieron artista a este torero veleidoso y excéntrico. Desborda torería, y todo su hacer desprende un aroma profundo. Ocurrió en su segundo toro, otra birria, noble, sin casta ni recorrido. Pero se colocó el torero donde mandan los cánones, tiró de la mustia embestida y toreó al sobrenatural. Sí, porque sólo así se pueden definir esos alardes de naturalidad, de armonía, de inspiración, de aroma y de esencia, de toreo sublime y con vocación de eternidad. Fue a mitad de faena, después de un par de buenos derechazos, cuando surgió la chispa en tres naturales inmensos, hondos, hermosos, magistralmente abrochados con el pecho. Después, hubo un ayudado de cartel, otros tres naturales y un kirikiki, pero lo esencial, lo más grande ya estaba realizado. Tras media estocada, el toro tardó en morir y sonaron dos avisos, pero todo daba ya igual. Como si hubieran sonado los tres... En el fondo, una pena: con qué poco nos conformamos ya... Qué difícil es no bajar cuando todo baja, aunque se trate del arte excelso de un artista llamara Morante.
El resto del festejo no tuvo historia por culpa de los toros y, también, de los toreros. Exceptúese, en verdad, al citado Morante. Suyos fueron una verónica grande a su primero, y algunos detalles preñados de elegancia ante lo que, más que toro, fue una estatua de sal.
El primer artista anunciado fue Julio Aparicio, un torero de singular personalidad, pero que acusa carencias graves. Le falta vida; su valor está muy rebajado; su técnica, inexistente, y torea con la muleta retrasada y todas las ventajas entre el agobio y el encorsetamiento. Pasó con más pena que gloria ante su primero y nada pudo hacer ante el moribundo cuarto que provocó las protestas del respetable.
Y también figuraba el malagueño Javier Conde. Le tocaron los dos toros con más codicia y noble casta de la tarde, y su balance fue un suspenso sin paliativos. Es un torero muy frágil, muy ceremonioso en sus posturas, pero sin mando en sus manos. No puede con los toros. Se siente incapaz de ligar, no le obedecen ni el corazón ni las piernas, y todo queda muy deslavazado y destemplado. Dio muchos pases, muchísimos, y sólo destacó una tanda de naturales con la que inició la faena a su segundo. Después, un pase aquí, otro allí, precauciones varias y cambio constante de terrenos y táctica. Al final de la faena a su primero, se hizo un corte leve con el estoque en la pantorrilla de la pierna izquierda, lo que no evitó que lidiara el otro, al que le cortó una oreja de muy poco peso ante un toro que lo dejó en evidencia con capote y muleta. Pero así están las cosas en ésta y en casi todas las plazas del mundo taurino. Menos mal que, entre tanto desaguisado, todavía nos queda Morante...
Y lo que vieron nuestros amigos de Malaka Taurina:
Don Ildefonso: ¿y ahora qué?
Antes de comenzar el festejo usted ha comentado que la corrida era para Madrid. ¿Estaba usted en su sano juicio cuando dijo semejante insensatez? ¿Estaba bromeando?, o acaso les estaba tomando el pelo a las personas que le escuchaban. Ayer le felicité por su valentía al rechazar la corrida del Tajo y La Reina pero también le dije que no echara el paso atrás. Sin embargo, hoy usted ha reculado de forma todavía incomprensible para mí después de haber dado el paso que dio. Ha traído el orden en el callejón, cosa también que era necesaria, pero no ha conseguido imponer su condición de aficionado en los corrales. Puede que hoy haya prevalecido su esencia política. Una verdadera lástima. Hoy me ha vuelto a demostrar que para subirse a un palco de una plaza de primera categoría es condición necesaria la de ser un gran aficionado, pero no única ya que esa cualidad debe ir unida a otras que distinguen a una persona por su forma de obrar: el carácter. Y usted hoy ha demostrado no tenerlo para lograr la autoridad necesaria que se debe poseer para poder ejercer la difícil encomienda de ser presidente de la Malagueta. Pero usted es presidente porque lo ha querido, nadie le ha obligado, y por ello hoy más que nunca es usted esclavo de su palabras, que en otra ocasión habrá que recordárselas si fuera preciso.
Además esta tarde ha demostrado no respetarme ni respetar a los que sostenemos la fiesta en Málaga pasando por taquilla al no devolver al lesionado cuarto; pero es que además ha sido poco inteligente. Mire, ese toro estaba lesionado de salida y en el tercio de varas quedó patente, pero como no se cayó usted no lo devolvió. ¿Es que acaso la caída de un animal inválido es el motivo determinante para devolverlo? ¿En qué reglamento se dice? Y a ello se sumó su mansedumbre que, y es lo cierto, era lo que más protestaba el docto público que por desgracia puebla los tendidos. Y todo se sumó, la invalidez y la condición protestada, y usted por arriesgarse aguantando al burel en el ruedo, sufrió una bronca, esta vez sí de primera, y con televisión por medio para mayor publicidad del despropósito. ¿A quién estaba usted defendiendo? Desde luego a la afición no. En estos casos el beneficiado final siempre es la empresa.
Deseo que usted sepa que lo que escribo lo hago con amargor, desilusión y casi tirando la toalla por la defensa de esta Fiesta que creí que era la mía, la nuestra, la que nos transmitieron nuestros antecesores. No le voy a pedir la dimisión, usted sabrá lo que debe hacer para mantener su dignidad y prestigio como aficionado, pues como persona siempre tendrá mi mayor reconocimiento. No le quepa la menor duda que le tengo aprecio. Espero que en lo que queda de Feria sea capaz de reconducir su labor como presidente de la Malagueta. Lo veo difícil, pero se lo deseo sinceramente.
Pepe Pastor/MALAKA TAURINA.
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