IGNACIO PELÁEZ
16 de agosto. 7ª de abono. tres cuartos de entrada. Seis toros del Conde de Mayalde. Bien presentados. Inválidos 2.º y 3.º Colaborador el 4.º Buenos, 1.º y 5.º
El Juli (nazareno y oro): dos pinchazos, estocada atravesada, dos descabellos (ovación); estocada, descabello (silencio); estocada tendida (dos orejas).
José Mari Manzanares (burdeos y oro) pinchazo, estocada (silencio); estocada (oreja); estocada que hace guardia, estocada (palmas).
Prometía el cartel, por lo que supone un uno contra otro en el ruedo. Por poco se queda la rivalidad en ver quién evita mejor que el toro se caiga.
Abrió plaza un toro bien hecho al que Julián recibió a la verónica. Cumplió el animal con el del castoreño y quitó el torero por chicuelinas y tafalleras. Flexionado, empezó la faena de muleta por alto para llevar a los medios a su primero. Paso atrás, muleta en la cara y cruzado para que el toro pase. Buenos derechazos antes de cambiar de mano. Andarín el antagonista, no terminó Julián de acoplarse y volvió a montar la muleta. Se empezó a acostar por el derecho hasta terminar por apagarse.
Quiso gustar El Juli y ejecutó la suerte suprema recibiendo con más elegancia que solvencia. Pinchó dos veces y a la suerte natural metió la espada y previo descabello recogió desde el tercio una merecida ovación. Tras el inválido tercero le quedaba una última opción de triunfo. Saludó con el capote estirándoso a la verónica y dejó crudo al de Mayalde. Pidió el cambio con cuatro palos y montera en mano se fue a los medios a brindar. A pies juntos y sin rectificar toreó por alto al toro. Con precaución le dio cuatro por el derecho y el remate. Muleta en la cara y llamándole largo. Arriesgó el torero a dar uno más y lo tragó el toro, que sólo veía muleta. Así se hace una faena, sin prisa, lento y por abajo.
Siempre pegado al engaño, lo llevó el torero por ambos pitones. Aguantó el toro cuando Julián le bajó la mano y, humillado, pasó el mejor toro de la corrida por la franela, colocada en su sitio. Se fue a por la espada y cerrando al toro con ayudados por alto manchándose el vestido, remató con una trincherilla de cartel. Estocada hasta los gavilanes y dos orejas. Premio justo al mando que tiene el maestro con los toros.
Al hablar de elegancia frente al toro es de justicia mencionar a José Mari Manzanares. Si el madrileño bajó la mano, no menos Manzanares al segundo de su lote. Otro toro potable del encierro al que cortó una oreja. Toquecito con la muleta para meter al toro en el engaño. Iba bien por el derecho, le dio espacio José Mari para que tragara. Tragó cuatro y le alargó la muleta repitiendo con nobleza. Metió bien la mano, y oreja. A por otra se fue en el que cerró plaza para acompañar a El Juli por la puerta grande. En el sexto llegó el mejor toreo al natural de la tarde. Ligado y a compás pasó el toro, que pedía menos continuidad en las series acusando la falta de fuerza. Lo vio el de Alicante y tres por abajo con remate ceñido a la cintura. Bien entendido a su oponente, tenía la oreja. Hizo guardia la espada y no pudo tocar pelo. Gijón le despidió con una fuerte ovación. Nobleza y flojedad le sobraron a la corrida. La bravura la pusieron Manzanares y El Juli: dos toreros.
Fuente: La Nueva España.
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