Reproducimos la crónica de D.Juan Miguel Núñez, y la de D.José Luis Merino, realizada par El País , sobre la corrida de ayer, 17 de agosto, de las Aste Nagusia de Bilbao 2009. Esperamos qe tengan con eelo una visión clara de lo que pasó ayer en el coso bilbaino.
Ganado: toros de Hermanos García Jiménez, desiguales y justos de presencia, en el límite también de la raza y de las fuerzas, pero muy toreables salvo primero y tercero.
Julián López ´El Juli´: dos pinchazos, otro hondo y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (ovación tras petición insuficiente).
David Fandila ´El Fandi´: media estocada (ovación tras petición insuficiente); y estocada y tres descabellos (ovación).
Iván Fandiño: pinchazo y estocada corta (ovación); y estocada corta y dos descabellos (palmas en la despedida).
Plaza: Bilbao, tuvo tres cuartos de entrada en tarde nublada.
La Crónica:
Julián López ´El Juli´: dos pinchazos, otro hondo y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (ovación tras petición insuficiente).
David Fandila ´El Fandi´: media estocada (ovación tras petición insuficiente); y estocada y tres descabellos (ovación).
Iván Fandiño: pinchazo y estocada corta (ovación); y estocada corta y dos descabellos (palmas en la despedida).
Plaza: Bilbao, tuvo tres cuartos de entrada en tarde nublada.
La Crónica:
"Sin las exigencias mínimas"
Se confunde trapío con volumen. Están equivocados los que creen que los kilos asustan. Ayer salió una corrida de toros en el peso de Bilbao, pero que no tiene nada que ver con las exigencias de trapío en plaza de esta categoría.
Corrida de desigual presencia y, algo muy importante, insuficiente en cuanto a esencia. Pues aún considerando que los toros segundo, cuarto, quinto y sexto -con matices entre ellos- sirvieron para el torero, en todos hay que anotar muchas y notables ausencias que restan en el carácter de la bravura.
Ni uno, lo que se dice ni uno solo, llevó un puyazo en condiciones. Y a todo esto, algo también preocupante, el público sin rechistar. Ni una voz en contra de nada.
EN ENTREDICHO Bilbao, que forma junto a Sevilla y Madrid el eje clave de la temporada, queda esta vez en entredicho.
El Juli probó de mil maneras con su primero, paradito, o como mucho embistiendo al paso sin humillar, y de extrema sosería. Algún que otro derrote arriba por la tendencia del animal a defenderse, y voluntad, mucha voluntad por parte del torero. En definitiva, nada en lo artístico.
Con el cuarto hubo más conjunción entre toro y torero. Toro que, sobre todo por el pitón derecho, se desplazó largo y humillado. El Juli, muy suficiente, estructuró faena con todas las de la ley, en un planteamiento lo que se dice de poder a poder, llamándolo de lejos para llevarlo sometido y atrás. Eso en lo fundamental, por los dos pitones. Y en las cercanías gustándose mucho. Lástima del pinchazo que se interpuso a la estocada final, perdiendo ahí el trofeo.
El lote de la tarde fue para El Fandi. Su primero tuvo fijeza y alegría, prontitud y recorrido. Pero El Fandi, qué pena, ya se sabe, cumplió con el capote y anduvo sobrado con las banderillas, mas cuando le tocó ponerse con la muleta, fue incapaz.
Le pegó pases, pero de aquella manera. Muy benévolo el público, no protestó ni uno sólo de los múltiples enganchones sobre todo por el pitón izquierdo, incluso aplaudiendo en los finales de serie. No fue el trasteo a ningún lado, y no hubo pañuelos suficientes para la oreja.
Mucho peor con el quinto, el toro de la tarde, con el que estuvo francamente mal el granadino. Muy mal. Y a todo esto, la condescendencia del público, sin entrar a valorar el buen juego del toro, llegando incluso a tomar partido por la filibustera forma del torero.
No se explica que El Fandi no le cortara las orejas ni a su primero ni a este segundo. A quien se pregunta si acaso fue por el fallo a espadas. Pues no. Fue por el fallo con la muleta. ¡Qué mal toreó El Fandi".
Venía Fandiño se supone que con toda la ilusión del mundo a ocupar la plaza que había dejado vacante Morante de la Puebla, de baja por la cornada de hace diez días en El Puerto de Santa María. Pero no tuvo suerte el torero de Vizcaya, que se había ganado a pulso esta sustitución con el triunfo del día anterior.
Corrida de desigual presencia y, algo muy importante, insuficiente en cuanto a esencia. Pues aún considerando que los toros segundo, cuarto, quinto y sexto -con matices entre ellos- sirvieron para el torero, en todos hay que anotar muchas y notables ausencias que restan en el carácter de la bravura.
Ni uno, lo que se dice ni uno solo, llevó un puyazo en condiciones. Y a todo esto, algo también preocupante, el público sin rechistar. Ni una voz en contra de nada.
EN ENTREDICHO Bilbao, que forma junto a Sevilla y Madrid el eje clave de la temporada, queda esta vez en entredicho.
El Juli probó de mil maneras con su primero, paradito, o como mucho embistiendo al paso sin humillar, y de extrema sosería. Algún que otro derrote arriba por la tendencia del animal a defenderse, y voluntad, mucha voluntad por parte del torero. En definitiva, nada en lo artístico.
Con el cuarto hubo más conjunción entre toro y torero. Toro que, sobre todo por el pitón derecho, se desplazó largo y humillado. El Juli, muy suficiente, estructuró faena con todas las de la ley, en un planteamiento lo que se dice de poder a poder, llamándolo de lejos para llevarlo sometido y atrás. Eso en lo fundamental, por los dos pitones. Y en las cercanías gustándose mucho. Lástima del pinchazo que se interpuso a la estocada final, perdiendo ahí el trofeo.
El lote de la tarde fue para El Fandi. Su primero tuvo fijeza y alegría, prontitud y recorrido. Pero El Fandi, qué pena, ya se sabe, cumplió con el capote y anduvo sobrado con las banderillas, mas cuando le tocó ponerse con la muleta, fue incapaz.
Le pegó pases, pero de aquella manera. Muy benévolo el público, no protestó ni uno sólo de los múltiples enganchones sobre todo por el pitón izquierdo, incluso aplaudiendo en los finales de serie. No fue el trasteo a ningún lado, y no hubo pañuelos suficientes para la oreja.
Mucho peor con el quinto, el toro de la tarde, con el que estuvo francamente mal el granadino. Muy mal. Y a todo esto, la condescendencia del público, sin entrar a valorar el buen juego del toro, llegando incluso a tomar partido por la filibustera forma del torero.
No se explica que El Fandi no le cortara las orejas ni a su primero ni a este segundo. A quien se pregunta si acaso fue por el fallo a espadas. Pues no. Fue por el fallo con la muleta. ¡Qué mal toreó El Fandi".
Venía Fandiño se supone que con toda la ilusión del mundo a ocupar la plaza que había dejado vacante Morante de la Puebla, de baja por la cornada de hace diez días en El Puerto de Santa María. Pero no tuvo suerte el torero de Vizcaya, que se había ganado a pulso esta sustitución con el triunfo del día anterior.
FANDIÑO, SIN SUERTE No le acompañó su primero, de medias arrancadas y la cara por arriba. No le faltaron ganas al torero, pero fue un esfuerzo sin recompensa.
En cambio en el sexto fue el propio Fandiño quien no terminó de centrarse. Toro sin fuerzas, pero colaborador. No lo trató bien el torero. Hubo un momento en las postrimerías de faena, en dos series más conjuntadas, que se acercó al triunfo. Pero el fallo con los aceros echó todo al traste. Juan Miguel Núñez.
En cambio en el sexto fue el propio Fandiño quien no terminó de centrarse. Toro sin fuerzas, pero colaborador. No lo trató bien el torero. Hubo un momento en las postrimerías de faena, en dos series más conjuntadas, que se acercó al triunfo. Pero el fallo con los aceros echó todo al traste. Juan Miguel Núñez.
Los cuentos chinos de Bilbao
Vamos a dejarnos de especulaciones y juegos florales baratos. Eso del gran prestigio de la plaza de toros de Bilbao son cuentos chinos. Esta plaza no le gana a cualquiera de las plazas portátiles montadas por esos mundos en las fiestas patronales. Ayer, sin ir más lejos, se pudo comprobar. La Junta Administrativa es culpable en grado sumo. Contrató una corrida de toros sin fuerza, presuntamente pasados por alguna peluquería de postín. Toros a los que apenas se picó. Se caían continuamente. Carecían de bravura. Echaban la cara arriba, justamente por falta de fuerza y casta.
Esa misma Junta puso al torero de la tierra, Iván Fandiño, como sustituyente a Morante de la Puebla. Es verdad que la Junta no fue culpable de la impericia mostrada por el torero de Orduña. En sus dos toros rayó con la más delicada de las vulgaridades. Sus pases de muleta eran meros chapoteos en el Mare Nostrum o, si se quiere, en la ría de Plencia. Mas es culpable de haberlo contratado para ahorrarse unos cuantos duros. "El tiempo descubrirá lo que encubren los pliegues de la astucia", decía el maestro Shakespeare...
El Juli anduvo como un malísimo muletero en su primero. Pura engañifa, sin dominio y muy distanciado (entre toro y torero cabían un par de boy scout en fila de a dos). En su segundo dibujó algún muletazo decente. Lo demás fue un collar de perlas falsas: tropezones, derechazos a la velocidad de un ferrari, embarullamiento y otros etcéteras.
La actuación de El Fandi se puede contabilizar en pocas palabras. Aparte de una larga cambiada y ciertos lances templados, a su primero, su faena la realizó bajo una carpa imaginaria de vulgaridades. La faena de su segundo pasó por los cuatro puntos cardinales de la plaza. Quiere decirse que dominó menos que un ratón a un tigre de Bengala. Para colmo, sólo pudo lucirse en banderillas en el primer toro, porque en el segundo no pasó de ser un banderillero del montón, él que es un elegido de la naturaleza en el tercio de los palitroques.
Con respecto al pegapasismo que estamos sufriendo desde el inicio de esta feria, convenía advertir que cuantos más pases se dan en las faenas se está quitando valor a cada una de esas faenas. Quienes esa mala práctica del toreo hacen suya están demostrando que no creen en el valor de los muletazos hondos, y es por eso que persiguen la superficialidad de dar cuanto más mejor, según creen, repito. Desconocen que, en algunas de las artes, la belleza y su punto de partida, menos es más.
Frente al fiasco de los toros de los hermanos García Jiménez, en la memoria queda si Morante de la Puebla nos hubiera deleitado con algunas de sus pinceladas duendísticas. Pero soñar es un acto de libertad. José Luis Merino/El País.
El Juli anduvo como un malísimo muletero en su primero. Pura engañifa, sin dominio y muy distanciado (entre toro y torero cabían un par de boy scout en fila de a dos). En su segundo dibujó algún muletazo decente. Lo demás fue un collar de perlas falsas: tropezones, derechazos a la velocidad de un ferrari, embarullamiento y otros etcéteras.
La actuación de El Fandi se puede contabilizar en pocas palabras. Aparte de una larga cambiada y ciertos lances templados, a su primero, su faena la realizó bajo una carpa imaginaria de vulgaridades. La faena de su segundo pasó por los cuatro puntos cardinales de la plaza. Quiere decirse que dominó menos que un ratón a un tigre de Bengala. Para colmo, sólo pudo lucirse en banderillas en el primer toro, porque en el segundo no pasó de ser un banderillero del montón, él que es un elegido de la naturaleza en el tercio de los palitroques.
Con respecto al pegapasismo que estamos sufriendo desde el inicio de esta feria, convenía advertir que cuantos más pases se dan en las faenas se está quitando valor a cada una de esas faenas. Quienes esa mala práctica del toreo hacen suya están demostrando que no creen en el valor de los muletazos hondos, y es por eso que persiguen la superficialidad de dar cuanto más mejor, según creen, repito. Desconocen que, en algunas de las artes, la belleza y su punto de partida, menos es más.
Frente al fiasco de los toros de los hermanos García Jiménez, en la memoria queda si Morante de la Puebla nos hubiera deleitado con algunas de sus pinceladas duendísticas. Pero soñar es un acto de libertad. José Luis Merino/El País.
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