sábado, 26 de septiembre de 2009

Tarde vacía a plaza casi llena

La corrida de Jaralta, que no sirvió, deparó un festejo deslucido en el que Morante y El Juli cortaron una oreja.
El Juli maneja la zurda ante uno de sus toros.Foto:JUAN MANUEL VACAS

Ganado: toros de Jaralta, desiguales entre sí aunque formando un conjunto aceptable de presentación, sin atender a los pitones y con la excepción del que abrió plaza, muy en el límite. Los tres primeros, nobles pero sin fuelle, medidos de fuerzas, sosos y sin chispa. Los otros tres, mansos y desarrollando. El quinto, con mucho genio y complicado. En general, descastados.
Morante de la Puebla: estocada delantera y caída (una oreja); y pinchazo y estocada perpendicular (leves pitos).
Julián López ´El Juli´: media estocada y descabello (una oreja); y estocada contraria que hace guardia y dos descabellos (ovación).
Miguel Angel Perera: dos pinchazos y estocada (ovación); y dos pinchazos y metisaca en los bajos (ovación).
Plaza: Los Llanos (Pozoblanco). Tres cuartos largos de entrada en tarde calurosa.


No sirvió la corrida de Jaralta. Y a partir de ahí, nada. Tarde vacía, sin ningún relieve artístico y con una sola alegría: la buena entrada que registró la plaza, con algo más de tres cuartos de su aforo cubiertos. Una agradable noticia que, además, vino a desmontar los sempiternos lamentos empresariales que, de forma reiterativa, recurren a la escasa respuesta popular como justificación para montar festejos baratos y sin interés. Milonga, al fin, que quedó al descubierto. Si el cartel interesa hay respuesta. Ayer mismo, un ejemplo: cartel redondo y asistencia del público en consonancia. Y aunque es cierto que esta gran feria de Pozoblanco --al menos sobre el papel-- ha sido posible porque el Ayuntamiento se ha liado la manta a la cabeza --empresarios a pecho descubierto no existen--, también es verdad que el público responde a una buena oferta sin atender a quién pone o no los cuartos.
Verónica de Perera al sexto de la tarde.Foto:JUAN MANUEL VACAS
Lástima que el espectáculo, por contra, no fuera acorde al interés levantado. Y hay que insistir, con los toros como principales culpables, aunque tampoco los toreros llegaran a pisar el acelerador. Pero Jaralta, que volvía a su plaza de Pozoblanco tras unos años de ausencia, no cumplió, y esa fue la clave. Primero, tres toros sin chispa, de escasas fuerzas y casta. Luego, otros tres mansos en diferente grado, defendiéndose o desarrollando también a distinto nivel.
Así, Morante se tapó con su primero, de poca fuerza y embestida al paso. A favor del torero, que estuvo metido e intentando suplir la falta de toro dándole continuidad a sus viajes y buscando siempre el buen trazo. En su contra que, precisamente, la ausencia de enemigo fue lo que le dejó estar tirando líneas.
En su segundo, más hecho y fuerte, que hizo cosas feas, unas veces colándose y otras frenándose, saliendo suelto del caballo nada más sentir el hierro, Morante se puso sin ninguna fe. Tras dejar que lo castigaran en el caballo, primero se colocó por fuera y luego, a las primeras de cambio, le quitó las moscas.
Lo mejor de El Juli, su saludo con el capote al segundo de la tarde, al que toreó con temple y la figura encajada. Con la muleta, sin embargo, no llegó a despegar la faena. Primero sin apreturas, luego sin limpieza, aunque para eso contó mucho un toro que, aun sin picar, estaba medido de fuerzas y se defendía. Al final, el recurso de las cercanías y los medios muletazos.
Y en su segundo, el peor de la tarde, de mucho genio y desarrollando peligro, El Juli se puso allí sorteando tarascadas, pero solo estuvo aparente. Sin llegar a obligarlo y, por tanto, a dominarlo, lo llevó tapadito pero siempre un punto mecánico, sin suficiencia, sin resolver a favor. No llegó a imponerse el hombre y el toro se puso imposible, rebañando y revolviéndose pronto. Además mató mal, saliéndose de la suerte, como hizo en el anterior.
Y tampoco Perera pudo remontar la tarde. En su primero, sin
chispa ni emoción, muletazos sin contenido. Faltó toro, de dos viajes y quedándose al tercero, y en consecuencia, muy poco o nada de parte del torero.
Algo más hubo en el sexto, otro toro que manseó en el caballo y al que solo lo señalaron con la puya, pero al que Perera supo darle continuidad en las embestidas, tirando siempre de él y esperándolo para engancharlo. Y sin embargo la faena no llegó a tomar vuelo, aun con el parón y las cercanías del último tramo tras unas series con la izquierda a las que le faltó limpieza. Una labor, además, rematada muy mal con los aceros, dejando en la tercera agresión un infame metisaca en los bajos.
Total, poco. O mejor, nada. Corrida vacía y deslucida.
Fuente:Rafael de la Haba/diariocordoba.com

No hay comentarios: