domingo, 27 de septiembre de 2009

MADRID-LAS VENTAS. Herrero, muy en novillero, herido grave en tarde de poco contenido artístico

foto:Juan Pelegrín.
Javier López Madrid, 26 sep (EFE).- La cornada de pronóstico "grave" que sufrió el novillero Javier Herrero marcó el arranque de la Feria de Otoño, una función de muy poco contenido artístico, hoy en Las Ventas.
FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Montealto, bien presentados y de juego desigual. El mejor, el sexto. Primero, segundo y quinto, nobles aunque bajos de raza y sin clase. El tercero, a la defensiva.
Y el quinto, con mucho genio, desarrolló peligro.
Javier Herrero: pinchazo, estocada trasera y tendida y descabello (silencio tras aviso); y tres pinchazos, media atravesada y descabello a cargo de Pablo Lechuga (silencio).
Pablo Lechuga: estocada atravesada que "hace guardia" y seis descabellos (silencio tras aviso); y estocada corta y caída (silencio).
Thomas Jouber: estocada atravesada que "hace guardia", nueva estocada y descabello (silencio tras aviso); y estocada y descabello (silencio tras aviso).
En cuadrillas, Iván Romero saludó montera en mano tras banderillear al quinto.
En la enfermería fue operado bajo anestesia general Javier Herrero de "herida en tercio medio cara interna de muslo izquierdo con una trayectoria hacia dentro de 20 centímetros que produce destrozos en los músculos abductores y contusiona vasos femorales bordeando el fémur. Pronóstico grave. Trasladado a la Clínica La Fraternidad".
Antes de romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Francisco Rivera "Paquirri", al cumplirse hoy el XXV aniversario de su muerte en la plaza de toros de Pozoblanco.
La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde espléndida.
--------------- AMARGO ARRANQUE

No empezó bien la Feria de Otoño. La novillada con la que se abrió el ciclo no funcionó. Los novillos de Montealto no fueron colaboradores ideales. Los hubo de todo tipo: nobles, sosos, descastados, peligrosos... Pero ninguno se prestó lo suficiente. Tan sólo uno, el sexto, y a medias.
Pero tampoco la terna de jóvenes espadas fueron capaces de resolver. El único que puede salvarse de la quema, Javier Herrero, fundamentalmente por buen sentido del sitio y las distancias que tiene.
Y fue precisamente él quien protagonizó el pasaje más gris de la tarde: una cornada grave en el muslo izquierdo en el prólogo de faena al jabonero cuarto, "un pájaro" como suele decirse, que tras avisarle en varias ocasiones, e incluso voltearle ya en los inicios de su labor, le lanzó por los aires, haciendo presa en el suelo.
Este mismo novillo, de muy malas ideas, desmontó al picador que "hacía puerta" en el primer encuentro con el caballo, y para colmo le dieron una lidia desastrosa. En la muleta "midió" constantemente, embistiendo con mucho genio, sin dejar desahogos y "metiéndose" por los dos pitones.
Herrero le plantó cara a base de firmeza y tragar una barbaridad.
Puso mucha voluntad, muy en novillero, jugándose la cornada en cada pase. La plaza, un hervidero de nervios. Y la faena, sin ningún pasaje artístico relevante, tuvo su emoción.
Tras la cornada quiso volver Herrero a la cara del animal para estoquearlo, pero fue imposible. Visiblemente herido, acabó desvaneciéndose en los brazos de su cuadrilla. Lo mató finalmente Lechuga como pudo.
Antes, en el que abrió plaza, novillo noblote pero justo de raza, Herrero instrumentó una labor con algunos momentos entonados como el comienzo de faena intercalando estatuarios y ayudados por alto, y una tanda con la mano derecha, dando mucha distancia, de muletazos templados y por abajo. Voltereta en las postrimerías. Y mal al matar.
Lechuga no tuvo su tarde. Su primero, sin clase, sin embargo tuvo algunas buenas embestidas que no supo aprovechar. Pegó solo una serie de muletazos templados y de buen trazo, pero, demasiado despegado, la labor nunca llegó a coger altura.
Con el quinto no hubo sintonía alguna. Novillo de nuevo sin clase, pero al que Lechuga tampoco llegó a someter, cortándole siempre el viaje, sin terminar los muletazos.
Jouber hizo lo más destacado de su actuación frente al sexto, el mejor novillo de la función, aunque acabaría apagándose. El francés lo toreó bien en el inicio de faena con tres tandas a derechas de buen aire. Pero el trasteo, como el animal, pronto perdería fuelle.
En el tercero anduvo bloqueado. No le salió nada de lo que intentó. Faena fría y de poco poso, siempre con la muleta retrasada y "fuera cacho". Cierto también que el novillo, manso y a la defensiva, tampoco fue propicio.

Fuente: ABC.

Añadiremos desde 'TOROS CON RETRANCA' que Manon en su Blog de fotos (absolutamente recomendable) cuelga un comentario sobre la actuación de Jouber que reproducimos a continuación:

Empezó la Feria de Otoño. Thomas Jouber, antes Tomasito, anduvo cerca de lograr algo en plan estadístico. Las voces de "se va sin torear" se mezclaban durante su faena al sexto con las de Corbacho, que respondía "pero si ya le ha pegado 50, ¿cómo que se va sin torear?". El diálogo duró otros 50 pases más sin que se viera posibilidad de que ambas partes llegaran a un acuerdo. Todos sabemos que los dos podían tener razón simultaneamente.
Por otra parte en el muy recomendable blog 'Taurofilia', bastonito, presente en Las Ventas, cuenta lo siguiente:
Hay novilleros y novilleros
Titular de perogrullo, que sin embargo viene a resumir lo que ayer aconteció en Las Ventas, con novillos serios y de lidia muy exigente de la ganadería de Montealto.Javier Herrero, por ejemplo, es evidente que quiere ser torero. Intentó todo lo que sabe -que es poco aún, la verdad-, resultó gravemente herido y merece la repetición. Lo mismo ocurre con el francés antes llamado Tomasito -Thomas Jouber en el cartel-, que no resultó herido pero derrochó valor, variedad en su toreo y ganas de hacer bien las cosas. Sinceramente, me gustaría ver a estos dos mano a mano en Madrid, con una novillada igual de seria. Pablo Lechuga aburrió, y eso es lo peor que se puede decir de un novillero.Por cierto: casi nadie lo dice, pero ayer un caballo cruzó desbocado el ruedo casi por el diámetro, y se estrelló contra las tablas junto a uno de los burladeros popularmente llamados de trincones que hay en el tendido 10, dejando un boquete considerable en la barrera. Quedó el animalito inconsciente, volviendo en sí a los pocos minutos y saliendo por su propio pie del ruedo. Tan lamentable incidente, que no debe volver a repetirse, se produjo por varias razones:
Si el picador, en una vergonzante dejación de funciones, no hubiese abandonado a su cabalgadura en un ejercicio de suprema falta de torería, ésta no se habría desbocado. Daba pena ver al caballo galopando y a su jinete montado a horcajadas en las tablas.
Si los monosabios hubiesen estado en su sitio y hecho su trabajo, habrían sujetado al caballo.
Si el caballo no hubiese tenido un trapo cubriéndole ambos ojos, habría percibido aquello contra lo que ciego, sordo y chutado, acabó estrellándose.
Si los de a pie hubiesen estado como deben, realizando la lidia adecuada, no habrían permitido ese puyazo extemporáneo en la puerta de caballos que originó todo el desaguisado.
Sin embargo el caso es taparlo todo, que no se vea nada de lo que pueda perjudicar el negocio, porque un espectáculo en el que se ven caballos ciegos y sordos estrellándose al galope contra las tablas no gusta a nadie, ¿verdad? Pues hoy, en la de Palha, volverán a salir los caballos con los dos ojos tapados, y ya veremos si alguien resulta sancionado por lo de ayer. Apuesto a que no. Lo único que me consuela es que el pobre caballo de ayer, como iría de grifa hasta las trancas, tampoco se debió dar cuenta de mucho.
Publicado por bastonito

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