Plaza de toros de Málaga, segundo festejo de feria. Un cuarto de plaza, con el cielo entoldado. Cuatro toros de Luis Terrón, desiguales presencia. Mansos, parados y descastados. Y dos de Murube (5 y 6), grandones con casi seis años. Manso y deslucido el primero. Manejable y a menos el sexto.
Sergio Galán: Vuelta tras petición y vuelta tras leve petición.
Joao Moura: Silencio y silencio.
José Antonio Mancebo: Silencio tras aviso. Silencio tras dos avisos.
Reproducimos la crónica que realiza D. Antonio Lorca para El País sobre este festejo:
FERIA DE MÁLAGA
Manía de aficionados
Los rejoneadores aburrieron, esa es la verdad. Y mucho. Porque lo suyo suena a antiguo, a una suerte ya superada, a reminiscencia del pasado
Los aficionados a los toros también tienen sus manías, no crean. Una de ellas es que no son amantes de los festejos de rejoneo. Ninguno ha sido capaz todavía de explicar los motivos, pero se entiende casi como un marchamo de calidad esa inveterada costumbre de repartir la entrada de los caballos entre familiares y amigos. Quizá sea porque los toros salen con los pitones despuntados y se entiende de tal modo que el riesgo del caballero y caballo disminuye sobremanera. Pero tampoco es causa justificada, porque ¿cuántos toros de lidia ordinaria salen hoy a los ruedos con los pitones en punta? Muy pocos, sin duda, pero como no se sabe… Ojos que no ven, corazón que no siente.
No está clara, por tanto, la desafección hacia el toreo a caballo, si no es más que por ese sentido de exhibición ecuestre del rejoneo, lejos de la heroicidad que supone el enfrentamiento a cuerpo gentil de un hombre frente al toro. Claro que si se repiten festejos como el de ayer en la Malagueta, hasta los forofos del caballo huirán despavoridos de las plazas. La corrida fue soporífera, plúmbea e inaguantable, solo aconsejada para corazones templados. Algo se olería el público, pues acudió en escaso número a la Malagueta. Y no es que los toros de Terrón y Murube, que no son nada del otro mundo, no colaboraran con los caballeros; es que estos no fueron capaces de encontrar el camino de la más mínima emoción, esa cosita tan necesaria y anhelante cuando alguien paga una entrada.
Hubo dos señores ya maduros a lomos de los caballos y un principiante. Sergio Galán y Moura, hijo, bagueteados ya, fueron profesionales, pero en el sentido menos edificante del término; es decir, hicieron su trabajo con manejo holgado de lo que llevaban entre manos, pero no destacaron en nada. Y en esto del arte del toreo, aunque sea a caballo, hay que romper moldes, porque aburrir al respetable es poco recomendable. Y aburrieron, esa es la verdad. Y mucho. Porque lo suyo suena a antiguo, a una suerte ya superada, a reminiscencia del pasado. Ambos templaron bien a dos bandas en distintas facetas de la lidia, colocaron rejones y banderillas siempre a toro pasado y mataron mal. Pero Galán, por ejemplo, se marcó dos vueltas al ruedo por su cuenta y se llevó a su casa dos ramos de rosas, rojas uno y rosas el otro, y un sandía de varios kilos de peso. Pues mira, más no se puede pedir en tarde de escasos trofeos.
El tercero es un rejoneador malagueño que debutaba en su tierra y en la temporada. José Antonio Mancebo es su nombre, y se notó claramente que en esto del rejoneo en público está dando sus primeros pasos. Es animoso y entregado, pasó muchas veces en falso, sacó a relucir una cuadra amplia y variada, carreras dio para llegar desde Málaga a Madrid, se puso muy pesado, y sus paisanos, cariñosos, se lo perdonaron todo.
Recibió a su primero con la garrocha en la mano, pero no pudo lucirse por la mansedumbre del toro, y tuvo detalles toreros en una labor que parecía no tener fin. Volvió a recibir al sexto de igual modo, un toraco de casi seiscientos kilos y seis años menos un mes de vida, y con pocas ganas de correr. Clavó, como sus compañeros, siempre a la grupa; templó bien en banderillas y se dejó llegar los toros, especialmente el último, muy cerca de las cabalgaduras.
Lo dicho: ¿qué hay peor que una mala corrida de toros? Pues una mala de rejoneo. Quizá, ahora se entiendan algo mejor las manías de los aficionados. Y puede que tengan hasta razón. Por cierto, gracias sean dadas a la banda de música Miraflores-Gibraljaire, dirigida por el maestro Puyana, cuyas notas musicales evitaron la desbandada del respetable.
TERRÓN/GALÁN, MOURA, MANCEBO
Cuatro toros despuntados para rejoneo de Luis Terrón, bien presentados, mansos, descastados y manejables, y dos -quinto y sexto- de Murube, manejables.
Sergio Galán: rejonazo (vuelta); pinchazo, rejón desprendido y un descabello (vuelta).
Joao Moura: tres pinchazos y rejón bajo (silencio); tres pinchazos y dos descabellos (silencio).
José Antonio Mancebo: tres pinchazos, tres descabellos _aviso_ y un descabello (silencio); pinchazo, rejón trasero _aviso_ cuatro descabellos _2º aviso_ y dos descabellos (silencio).
Plaza de la Malagueta. 11 de agosto. Segunda corrida de feria. Más de un cuarto de entrada.
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