Un instante del homenaje - Foto: Julio Cordero
Madrid, .- El veterano torero Francisco Ruiz Miguel ha descubierto hoy en Las Ventas un azulejo que recuerda su trayectoria, con diez Puerta Grandes en esta plaza, y que conmemora también la llamada "Corrida del Siglo" de hace 30 años en la que fue protagonista.
En el acto, promovido por la Comunidad de Madrid y moderado por el director del Consejo de Asuntos Taurinos de dicho organismo, Carlos Abella, han estado presentes también participantes directos de aquella histórica tarde, como el ganadero Victorino Martín y los diestros José Luis Palomar y Luis Francisco Esplá, que lo hizo a través de videoconferencia.
Victorino Martín, hijo, ha señalado que este homenaje "es el triunfo de un modelo de Fiesta en el que el toro era el gran protagonista. Quedan muy pocos toreros que sientan el toreo como Ruiz Miguel, que lucía los toros como nadie, y cuya vida es ejemplo de amor y devoción por el bravo animal".
"Los que respetamos el rito y los valores eternos de la tauromaquia, los que amamos al toro por encima de todo y trabajamos duro para defender su integridad, admiramos profundamente a Ruiz Miguel, torero irrepetible", ha apostillado el ganadero.
Por su parte José Luis Palomar, segundo espada de aquel cartel del 1 de junio de 1982, ha confesado que Ruiz Miguel ha sido siempre para él "santo y seña", espejo en el que mirarse para mejorar cada día.
"Viendo al maestro se me rompía la matemática. Con él, el uno más uno nunca eran dos, pues tenía la difícil facilidad de ponerse delante de un 'miura' o un 'victorino' y era capaz de domeñarlo hasta dar la sensación de no ser tan complicados", ha reconocido.
"Fue un privilegio compartir cartel con él y con Esplá aquel día, aquel momento tan bonito de los tres toreros en volandas, con la plaza de Madrid tan entregada y emocionada. Por eso este homenaje es tan merecido", ha recordado Palomar.
A continuación se estableció una videoconferencia con el más joven de aquella terna, Luis Francisco Esplá, que quiso "estar presente gracias a la tecnología para dar un abrazo desde la distancia a un gran amigo".
Victorino Martín, hijo, ha señalado que este homenaje "es el triunfo de un modelo de Fiesta en el que el toro era el gran protagonista. Quedan muy pocos toreros que sientan el toreo como Ruiz Miguel, que lucía los toros como nadie, y cuya vida es ejemplo de amor y devoción por el bravo animal".
"Los que respetamos el rito y los valores eternos de la tauromaquia, los que amamos al toro por encima de todo y trabajamos duro para defender su integridad, admiramos profundamente a Ruiz Miguel, torero irrepetible", ha apostillado el ganadero.
Por su parte José Luis Palomar, segundo espada de aquel cartel del 1 de junio de 1982, ha confesado que Ruiz Miguel ha sido siempre para él "santo y seña", espejo en el que mirarse para mejorar cada día.
"Viendo al maestro se me rompía la matemática. Con él, el uno más uno nunca eran dos, pues tenía la difícil facilidad de ponerse delante de un 'miura' o un 'victorino' y era capaz de domeñarlo hasta dar la sensación de no ser tan complicados", ha reconocido.
"Fue un privilegio compartir cartel con él y con Esplá aquel día, aquel momento tan bonito de los tres toreros en volandas, con la plaza de Madrid tan entregada y emocionada. Por eso este homenaje es tan merecido", ha recordado Palomar.
A continuación se estableció una videoconferencia con el más joven de aquella terna, Luis Francisco Esplá, que quiso "estar presente gracias a la tecnología para dar un abrazo desde la distancia a un gran amigo".
"Los dos tuvimos la suerte de coincidir en el marco inigualable de la plaza de Madrid, la que más memoria tiene y la que mejor sabe reconocer la trayectoria de un torero. Fue un honor estar ahí, y aunque hayan pasado 30 años me sigo considerando un simple soldado de aquel batallón en el que tú -dirigiéndose a Ruiz Miguel- has sido capitán general", ha dicho Esplá.
Era el turno de un Ruiz Miguel conmovido: "Nunca se me secó la boca antes de hacer un paseíllo en Madrid y hoy, con tantas palabras bonitas y tanta gente querida, casi no puedo hablar de la emoción".
El maestro, ahora vinculado a los programas taurinos de Canal Sur de Andalucía, ha evocado tiempos pasados, de sus inicios cuando era un niño y comenzó a sentir el toreo en la casa de Rafael Ortega, y cuando se tiró de espontáneo en la plaza de Cádiz pidiendo una oportunidad.
"Mi vida ha estado marcada por el sacrificio y la lucha diaria por llegar a lo más alto. Pienso que con los años toqué la cima, pero nunca se me subió a la cabeza, siempre he sido una persona accesible y abierta, aunque en el ruedo no me dejaba ganar la batalla por nadie", ha aseverado.
Por eso, treinta años después de aquella tarde, ha comentado: "Me encuentro muy feliz; es un día de mucho gozo, pues poder vivir este momento en la mejor plaza del mundo, la que he considerado mía y así la consideraré siempre, es algo indescriptible".
"Es la plaza que más alegrías me ha dado. Y es un honor que durante tantos años haya venido ininterrumpidamente a examinarme en San Isidro, con matrícula de honor al final de mi trayectoria", ha referido.
Era el turno de un Ruiz Miguel conmovido: "Nunca se me secó la boca antes de hacer un paseíllo en Madrid y hoy, con tantas palabras bonitas y tanta gente querida, casi no puedo hablar de la emoción".
El maestro, ahora vinculado a los programas taurinos de Canal Sur de Andalucía, ha evocado tiempos pasados, de sus inicios cuando era un niño y comenzó a sentir el toreo en la casa de Rafael Ortega, y cuando se tiró de espontáneo en la plaza de Cádiz pidiendo una oportunidad.
"Mi vida ha estado marcada por el sacrificio y la lucha diaria por llegar a lo más alto. Pienso que con los años toqué la cima, pero nunca se me subió a la cabeza, siempre he sido una persona accesible y abierta, aunque en el ruedo no me dejaba ganar la batalla por nadie", ha aseverado.
Por eso, treinta años después de aquella tarde, ha comentado: "Me encuentro muy feliz; es un día de mucho gozo, pues poder vivir este momento en la mejor plaza del mundo, la que he considerado mía y así la consideraré siempre, es algo indescriptible".
"Es la plaza que más alegrías me ha dado. Y es un honor que durante tantos años haya venido ininterrumpidamente a examinarme en San Isidro, con matrícula de honor al final de mi trayectoria", ha referido.
Fuente: agencias.
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