sábado, 20 de agosto de 2011

MÁLAGA-FERIA DE AGOSTO 2011. Videoresumen y crónica del festejo sufrido el viernes 'tarde' y 'nocturno' 19 de agosto 2011.

Fandiño es cogido en el segundo de su lote. A. Pastor



MÁLAGA Plaza de la Malagueta. 19 de agosto (festejo de la tarde). Corrida de feria. Casi lleno.
Toros de Román Sorando, muy mal presentados, mansos, inválidos, descastados y sosos.
Javier Conde: pinchazo atravesado, cuatro descabellos -aviso-, dos descabellos -2º aviso- y tres descabellos (bronca); media atravesada (algunos pitos).
Morante de la Puebla: pinchazo y media (palmas); pinchazo y media -aviso- dos descabellos y el toro se echa (ovación).
El Juli: media estocada (oreja); estocada caída (silencio).

Reproducimos la crónica que sobre este festejo realiza`para elpais.com D. Antonio Lorca, que suponemos que sufriría con paciencia y resignación, al igual que los espectadores que la vimos por TV, semejante tarde. Tarde en la que D.Javier Conde demostró que está "cumbre" o mejor dicho: "sima".











Gatos y borregos



Una faena de engañabobos valió a El Juli una oreja de latón



Que nadie se llame a engaño: se anunciaba una corrida de toros en la feria de Málaga, pero no hubo tal. Lo que salió por chiqueros fueron gatos; mejor dicho: cuatro gatitos -primero, segundo, cuarto y sexto- y dos borregos. Los primeros, ya se sabe, son animales de unos cinco decímetros de largo, las patitas cortas y muy útiles para cazar ratones. Los borregos alcanzan hasta los ocho decímetros de altura y son suaves e inofensivos. Con el debido respeto para gatos y borregos, así fue el asunto. Bueno, aún peor: no solo no tenían cara de toros, sino que salían tullidos, ayunos de toda clase de fuerza -ninguno fue picado-, mansos hasta la desesperación y descastados de manual. Tamaño dislate pone en cuestión un día más la categoría de esta plaza; pero tal pecado no es exclusivo de Málaga. Igual ha ocurrido en Sevilla y Madrid esta misma temporada.
Téngase en cuenta que ayer concurrían dos figuras del toreo actual: Morante de la Puebla y El Juli, y ambos son apoderados por los señores Curro Vázquez y Roberto Domínguez, respectivamente, y los dos se han ganado merecida fama de exigir lo más chico y birrioso del campo bravo para sus poderdantes. Y ayer se colgaron una nueva medalla: lo que salió al ruedo malagueño es una vergüenza que pone de manifiesto el talante de los taurinos actuales.
No hubo enfado, no obstante, en la plaza, porque ya se sabe que los públicos de hoy son generosos con los becerros inválidos y aplauden a los picadores que se limitan a mirar al horizonte.
Hubo bronca, eso sí, a Javier Conde, que estuvo toda la tarde sin estar en él, pasó las de Caín sin motivo aparente, se mostró inhibido y sufrió las inclemencias de sus paisanos. Su primero era una cabrita sin pitones, y fue objeto de una lidia desastrosa e impropia de un señor vestido de luces. Hizo alardes Conde de una extraña y exagerada precaución y su gente lo abucheó sin piedad. Quiso enmendar el marrón en el cuarto, pero no fue posible. Era el suyo otro chiquitín inválido, y Conde lo citaba con la muleta en exceso retrasada y escaso ánimo. El torillo se cansó de tal bailoteo, le volvió la cara y se refugió en tablas.
Habrá que concluir que Morante se presentó animoso y decidido, porque parece que quiso, aunque no pudo ser. Imposible que fuera con la basura que lidió en primer lugar, un gato hundido en la miseria del descastamiento. Un molinete por aquí, un derechazo por allá, una trincherilla... Bisutería barata. Y volvió a intentarlo en el quinto, un borrego sosísimo que no le permitió más que salir airoso de un par de apuros.
Y quedaba El Juli, otra figura de postín, que tampoco tiene reparos en protagonizar bochornosos espectáculos como el de ayer. ¿Qué necesidad tendrá este gran torero de ponerse delante de ridículos gatos? ¿Por qué él y otros tantos como él se empeñan en engañar a los benditos públicos que siguen llenando las plazas? Algún día, más pronto que tarde, lamentarán tal osadía. Una faena de engañabobos ante otro inválido le valió una oreja de latón, y se limitó a pasaportar al sexto, que era un muerto en vida.




CRÓNICA DE LA NOCTURNA
MÁLAGA Corrida nocturna.Plaza de Málaga, 10ª de Feria. Un tercio de plaza.
Cinco toros de Los Recitales y uno, primero, de Luis Algarra, bien presentados, todos mansos y complicados con especial mención para el quinto, un marrajo.
Salvador Cortés, obispo y oro, estocada tendida (vuelta al ruedo). En el cuarto, pinchazo y media tendida (silencio). Mató al quinto por herida de Fandiño de dos pinchazos y media estocada.
Iván Fandiño, lila y oro, dos pinchazos y estocada atravesada (silencio). En el quinto, cogido (saludos de la cuadrilla). Parte. Herida inciso contusa cara anterior de la pierna derecha desde la región del maleolo interno a tercio medio de pierna en una extensión de 25 cm con trayectoria hacia arriba y adentro de 15 cm, afectando piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis seccionando la vena safena y contusionando la tibial posterior con afección muscular de tibial posterior disecando en su parte superior hasta el músculo gemelo interno. Se comprueba pulso a nivel de maleolo interno de a. Tibial posterior y pedio que son normales. Contusión cara interna rodilla izquierda. Exploración de ligamentos cruzados y lateral interno normales. Pronóstico grave.
Esaú Fernández, blanco y oro, estocada tendida trasera (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada (vuelta al ruedo).



Reproducimos la crónica que realiza D.Carlos Crivell, para elmundo.es, de este festejo nocturno:









Grave cogida de Fandiño


La nocturna fue un suplicio. Se ha dicho hasta la saciedad que es un tipo de festejos impropio de una feria seria. Este espectáculo de la noche del viernes lo confirmó. Poco público y la noche como acompañante ingrato para la lidia. Caminaba el festejo por los cauces de la rutina de unos toreros voluntariosos frente a toros mansos y broncos, cuando en el quinto surgió el grave percance de Iván Fandiño, que se llevó un cornalón por ser un torero honesto.
El quinto era un tío de Madrid. Será preciso recordar que poco antes, y en estos días pasados, las figuras han matado raspas ridículas, y que en la noche, con toda la alevosía del mundo, se les preparó a una terna modesta una encerrona con toros inmensos de presencia. La autoridad ha permitido la lidia de toros chicos y en la noche, con poca gente, luz artificial y un ambiente poco taurino, soltaron el toro íntegro. Ese quinto fue un marrajo al que Fandiño le planteó faena como si fuera una perita en dulce. Doblones perfectos para abrir su labor, dos tandas con la derecha dejándose llegar los pitones al muslo. El toro metía la cara alta con mala saña. Se pasó la muleta a la izquierda y, cuando trataba de cerrar una tanda, el toro le echó mano y lo zarandeó de forma impresionante por la pierna derecha. Conmoción en la plaza y el torero a la enfermería con un reguero de sangre por el ruedo. Sangre de torero macho que no volvió la cara a un toro manso y de mala clase. Eso es jugarse la vida, por ello cuando la banda, en un alarde más de desconocimiento taurino, quiso tocar el pasodoble, Fandiño la mandó callar porque sabía que se la iba a jugar. Y se la jugó como nadie lo ha hecho en esta Feria.
Todo lo demás es la historia de un festejo lamentable. Todos los toros fueron mansos integrales, como si la noche cambiara su sangre supuestamente brava por veneno manso y de la peor leche del mundo. Manso el de Algarra, al menos noble, y también los de Los Recitales, de infausto recuerdo ya en La Malagueta.
Salvador Cortés le robó pases como bien puso al de algarra en una persecución por todos los rincones de la plaza. Se mostró generoso con el huidizo animal de Algarra, un tío que no quisieron las figuras ni de sobrero. El cuarto fue manso y peligroso. Cortés estuvo habilidoso para quitárselo de encima sin que su integridad sufriera.
Esaú Fernández bregó con otras dos prendas complicadas. Fue brusco el tercero e imposible el sexto. Le echó voluntad en las largas de saludo, los lances y remates de rodillas. Toreó con habilidad al tercero y aún más al sexto, que lo buscó para que se fuera al hule con Fandiño. Con tan poco bagaje salió de la plaza por su pie con el reconocimiento popular en una vuelta para que siga aprendiendo bien el oficio. Menuda papeleta para un chaval con veinte años y cuatro corridas de toros a sus espaldas.
Fandiño no pudo darle ni un pase al segundo, que no encontró ninguna puerta abierta para irse a la dehesa. Como es un torero macho, era su presentación en La Malagueta y busca la gloria, quiso torear al quinto como si fuera un becerro de los que han matado, con el consentimiento de la autoridad, las figuras en esta Feria y lo pagó con su sangre. Gloria a los toreros de cuerpo entero.

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