Morante de la Puebla, en la vuelta al ruedo a hombros.- ALFREDO ALDAI
BILBAO/BILBO.Plaza de toros de Vista Alegre. Martes 23 de agosto. Cuarta de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Núñez del Cuvillo: bien presentados, algo justos de fuerza, excelente juego, bajando un poco el último.
Morante de la Puebla: estocada (ovación); -aviso-, estocada (dos orejas y salida a hombros).
José María Manzanares: pinchazo y estocada desprendida (ovación); -aviso-, estocada (oreja).
David Mora: pinchazo, media estocada -aviso- y dos descabellos (ovación); media estocada (ovación).
Reproducimos la crónica que realiza para elpais.com D. José Luis Merino:
Morante, algo más que a hombros
En la corrida de ayer hubo momentos para el recuerdo. De entrada, los toros de Núñez del Cuvillo dieron en general un juego excelente. Algunos fueron de antología.
Las primeras grandes ovaciones de la tarde se iniciaron en el segundo toro, primero de Manzanares, y fueron para un quite ajustadísimo de chicuelinas a cargo de David Mora y dos pares extraordinarios del subalterno de Manzanares, Curro Javier. En ese toro el alicantino empezó a torear con la mano derecha con muy buen son, para ir perdiendo sitio. La faena fue a menos. El torero estuvo por debajo del toro.
Después, David Mora, tras unos buenos lances, construyó una meritoria faena con las dos manos, citando al toro de lejos en cada tanda. Realizó un toreo macizo. Ligó los pases y templó muy bien. De haber matado bien hubiera ganado la primera oreja de la tarde.
¿Y Morante de la Puebla? Morante dio en su primero tres lances con gusto. Con la franela fue dejando cositas sueltas, pero de poco peso. En su segundo, cuarto de la tarde, aquello derivó en otra cosa. Tras unos doblones como si el toro fuera un marrajo, todos creíamos que iba a montar un espectáculo deplorable; sin embargo, de pronto el aire empezó a aromatizarse. Su mano derecha dictaba lecciones magistrales, deliciosos derechazos, trincherazos, molinetes. Tardaba en cambiar de mano pero cuando lo hizo surgieron naturales que eran más bien sobrenaturales o hipernaturales. Trazaba los pases con la suavidad de la mariposa acariciando la frente del pastor mientras duerme (versión Lezama Lima). Una paloma blanca se había instalado en su cintura, mientras sus muñecas de azúcar conseguían que cada muletazo se quedara dormido en el viento. Momentos como los regalados por Morante ayer hace que uno escriba con una cursilería que horas más tarde se arrepentirá. Pero el instante es el instante. Así es la rosa, no la toquéis.
Manzanares en su segundo dejó sobre la arena de Vista Alegre pases con las dos manos de mucho empaque. Esta vez la faena fue de menos a más. Dio tres monumentales derechazos: lentos, arrastrados, de buenísima ejecución. En ese toro Juan José Trujillo puso dos grandes pares de banderillas.
David Mora no quiso irse de vacío. La pena es que le tocó el toro de menos calidad. Tenía peligro y le dio un varetazo. Pero el toledano no se arredró. Siguió en el ruedo hecho un valiente.
Lo de Morante, saliendo a hombros por la puerta grande, queda en la memoria de los aficionados. En aquellos muletazos habitaba la nutricia señal aplacadora de los místicos. Morante: todo primor y toda atildadura.
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