sábado, 20 de agosto de 2011

SAN SEBASTIÁN-SEMANA GRANDE. Crónica del último festejo 2011.ESCOLAR / PADILLA, BOLÍVAR Y MORA



SAN SEBASTIÁN. Plaza de Illumbe. 19 de agosto de 2011. Un tercio de entrada. Última de la Semana Grande.



Seis toros de José Escolar, desiguales, serios y que ofrecieron buen juego. El tercero fue premiado con la vuelta al ruedo.
Juan José Padilla: media y estocada tendida (ovación) y estocada caída (saludos).
Luis Bolívar: estocada (vuelta tras petición) y estocada desprendida (silencio).
David Mora: media estocada y tres descabellos (vuelta) y estocada (oreja).



Reproducimos la crónica que realiza D. Álvaro Suso de este festejo para elpais.com:



Un broche de madurez



El tercer toro, el de menor presencia, fue premiado con la vuelta al ruedo



El cierre de la feria de San Sebastián fue bueno. Todo lo sufridas que fueron las primeras tardes a excepción del primer día, donde Urdiales y Fandiño estuvieron a buena altura, se han compensado con las dos buenas corridas que echan el telón en el coso de Illumbe. El jueves, Talavante, y ayer, David Mora pusieron las notas de calidad.
Para la despedida, como es habitual, se guarda la corrida torista, aquella a la que se apuntan los toreros modestos. Este año Victorino faltó a su habitual cita con Donostia y el hierro elegido para sustituirle fue el de José Escolar, mismo encaste y parecida dureza. Y la elección resultó un acierto, porque el encierro del ganadero madrileño fue muy interesante. Destacó el sensacional tercer toro, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Calmoso de nombre, fue el de menos peso y el de menor presencia, pero siempre tuvo el nervio de los toros bravos. Desde las primeras verónicas de Mora, en las que ya se dejó prever la transmisión del toro. Cumplió en varas aunque no lo lucieran. Para el tercio de banderillas ya estaba claro que allí había mucho que torear. Bien por el derecho y problemas por el izquierdo.
Había que ponerse y David Mora lo hizo desde el principio. De lejos, dándole sitio y dejándoselo venir. Cuando un torero está en el momento por el que atraviesa el madrileño, su cabeza funciona a las mil maravillas. Aguantó las primeras indecisiones del de Escolar y así fue sumando series cada vez mejores. Más intensas. Más ceñidas. Mejor toreo.
Para cuando se echó la muleta a la mano izquierda, Calmoso ya era un colaborador claro. Mora cuajó dos series de las de peso, rematada la segunda con tres de pecho que subieron la temperatura de la plaza. La labor estaba hecha; faena de dos orejas en Las Ventas. Breve, maciza y con mucha clase. Tocaba matar y una media estocada rematada con tres golpes de descabello enfrió al público. Su premio se quedó en vuelta al ruedo. El mismo que tuvo el toro, al que el presidente tuvo el acierto de sacarle el pañuelo azul para que lo arrastraran lento a lo largo de la plaza.
David Mora tuvo la suerte de que le saliera Calmoso por los chiqueros, pero el toro de Escolar tuvo la fortuna de caer en las manos del diestro madrileño, que supo darle el sitio adecuado, aguantarle y templarle la embestida a la perfección.
Si así estuvo Mora con su primero, el toro bueno, no fue menos importante su labor en el que cerró plaza, el manso. Un toro grandón, que se emplazó de salida y que mantuvo el desconcierto durante los dos primeros tercios. El espada se lo sacó a los medios y dio una lección de madurez. El de Escolar se lo iba a poner caro y David Mora, perfecto en la colocación, muy seguro y con mucha firmeza, arrancó una oreja de las de mucho peso.
Ha destacado en sus dos presencias en Euskadi: en las corridas duras de Azpeitia y San Sebastián, y el martes tiene la oportunidad de alternar en Bilbao con Morante de la Puebla y Manzanares ante reses de las que piden las figuras, las de Núñez del Cuvillo. Es la gran oportunidad del madrileño, que sustituirá al lesionado Leandro.
Abrió el festejo Juan José Padilla, a quien se le notó escaso de confianza en sus dos actos, sobre todo ante el cuarto, un toro que exigía un esfuerzo del jerezano. El segundo espada del cartel fue el colombiano Luis Bolívar, que no acaba de madurar. Tras una faena insulsa a su primero se descubrió al ponerse de verdad para torear al natural con la mano derecha -sin estoque- como cierre de su faena y lo único que logró es que todos se dieran cuenta de que el toro valía más de lo que había demostrado. En el quinto volvió a pegar pases sin ton ni son.

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