domingo, 28 de agosto de 2011

BILBAO/BILBO. Crónica de la 8ª de las Aste Nagusia 2011. PILAR / CID, CASTELLA, MANZANARES

El torero francés Sebastián Castella, ayer ante su segundo toro de la tarde.- FERNANDO DOMINGO-ALDAMA


BILBAO/BILBO. Plaza de Toros de Vista Alegre. 27 de agosto. Octava de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de El Pilar: de buen juego, buena presencia, con fuerza. Fue devuelto el tercero.

El Cid: estocada defectuosa -aviso- (oreja); estocada atravesada (saludos).
Sebastián Castella: estocada -aviso- (petición de oreja); bajonazo -aviso-; bajonazo -aviso- y bajonazo (silencio).
José Mari Manzanares: casi entera y decabello -aviso- (ovación); pinchazo -aviso- media estocada y descabello (ovación).
Reproducimos la relevante crónica que realiza D. José Luis Merino, sobre este festejo, para elpais.com:

Toros mejor que toreros


Los toros de El Pilar estuvieron por encima de los toreros. El tercero fue devuelto por inválido. Salió el sobrero con 683 kilos. Los seis restantes sacaron mucha fuerza. Derribaron a los caballos. Alguno de ellos murió con la boca cerrada, les pegaron muy fuerte en varas. El primero fue un buen toro. Los toreros pudieron cortarles las orejas a todos ellos salvo al complicado quinto.

De los toreros, El Cid tuvo la suerte de cobrar una oreja, concedida sin merecer. El presidente estuvo obsequioso. En el cuarto puso más verdad que en el primero. Estuvo valiente. Trató de cumplir el expediente. El francés Sebastián Castella ya no encandila a las masas. Esa frialdad que prologaba un valor a prueba de neutrones, ya no lo es tanto. Toda la faena en su primero fue aparentona, mas pródiga en el toreo perfilero. A veces ligaba los pases, y otras veces echaba el paso atrás. En su segundo, un toro que no valía, estuvo voluntarioso, sin más. Valiente, sí pero no demasiado.
Y el esperado José María Manzanares desplegó una estética mentirosa. Cierto que a veces impostaba pases muy templados y desmayados. En esa tesitura prima más la estética, el cimbreo armonioso de la cintura-torso-piernas, que lo que el toreo profundo pide. O sea, cargar la suerte, torear ajustado, ceñido, realizar los pases con las manos bajas, porque en esas manos bajas vive la hondura, es decir, la emoción y la verdad del toreo. De ahí que se hable de la verdad mentirosa. En su segundo, sexto de la corrida, puso de relieve otra vez el toreo de la estética mentirosa. Toreo despegado, sin cruzarse y de vez en cuando salía un muletazo de cierta entidad. Dejó en el coso bilbaíno un circular rematado por un buen trincherazo.
Para que la tarde no tuviera la altura debida, el público demostró poco buen gusto porque le dio por dar olés a unos areneros que estuvieron recogiendo los excrementos que habían dejado los cabestros al devolver el tercer toro a los corrales. A cada paletada recogida, el público les jaleaba y aplaudía. En ese momento a los aficionados que hay en Vista Alegre imagino que les llegaría al rostro una vergüenza como jamás habrán pasado en sus tiempos de aficionados.
Hay que destacar muy especialmente dos pares de banderillas de Curro Javier de la cuadrilla de José Mari Manzanares, que fueron todo un primor. Realizó la suerte con las manos arriba reuniéndose perfectamente. Todo un modelo para que los banderilleros se espejeen en esos dos pares.
Quedan al recuerdo la presencia y los pitones de una aceptable corrida de El Pilar.






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