Vitoria, lunes 6 de agosto de 2012. 2ª de Feria. Media entrada.
Toros, por este orden, de Juan Pedro Domecq, Parladé, Zalduendo, Valdefresno, Puerto de San Lorenzo y Los Bayones. Desiguales de hechuras y juego. Nobles los de Zalduendo y el Puerto. Encastado y noble el de Valdefresno.
Paquirri, que sustituía a Enrique Ponce, silencio y oreja.
Sebastián Castella, silencio y oreja.
Miguel Ángel Perera, saludos y saludos tras aviso.
El extremeño, que tuvo una gran tarde sin espada en Vitoria, fue volteado por el sexto
Vitoria, Feria de la Blanca, 6 de julio de 2012. Toros de distintas ganaderías para Rivera Ordóñez "Paquirri", Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera. Susto de Miguel Ángel Perera
Foto: Javier Arroyo
Reproducimos la crónica de D. Álvaro Suso para El País, sobre este festejo:
Como animal de compañía
ÁLVARO SUSO Vitoria 7 AGO 2012 - 00:36 CET
Se admite toro como animal de compañía. En las dos tardes de la Feria de La Blanca la docilidad de los astados ha sido una constante que ha evitado cualquier atisbo de emoción en el festejo. Es lo que hay. En la actualidad ya no se habla de a qué ganadería se enfrentan los toreros, sino con qué toros se anuncian. La razón es que lo hacen en compañía del ganado y ya cada vez resulta más difícil hablar de oponente, enfrentamiento o enemigo.
Ahora, uno de los calificativos para el toro es el de colaborador, y se hace de forma positiva, como si el toro bravo fuera un animal domesticado, que ayuda al torero a tener una tarde de éxito, pero con tranquilidad.
Siempre se ha pensado que el toro bravo es una fiera salvaje, que se ha seleccionado para defender su bravura y que un hombre luche por dominarlo y hacer de esa imposición un acto de belleza. Sin embargo, ha derivado en un animal colaborador de la estética del torero, que no le pone en aprietos y es el hombre el preocupado por que el animal no se dé por vencido antes de comenzar su labor. Es como aquel chiste de Gila, cuando llamaba al enemigo para pedir que colaborase en la hora y la forma en que iban a atacar. De risa.
Ficha
SEIS GANADERÍAS / RIVERA, CASTELLA Y PERERA
Seis toros de diferentes ganaderías: 1º, Juan Pedro Domecq, grandón sin casta y chochón. 2º,Parladé, justos de presentación, con cara y sin casta ni fuerza. 3º, Zalduendo, bien presentado, con clase, pero sin casta. 4º Valdefresno, serio y bueno en la muleta. 5º Puerto de San Lorenzo,con clase y noble. 6º Los Bayones, grandote, mansito y áspero. Rivera Ordóñez, dos pinchazos y estocada (silencio) y estocada atravesada y descabello (oreja tcon petición de la segunda). Sebastián Castella, pinchazo y estocada caída (silencio) y estocada corta y descabello (oreja). Miguel Ángel Perera,pinchazo, estocada y dos descabellos (saludos)y dos pinchazos y estocada caída (saludos tras un aviso).
Plaza de Vitoria. 6 de agosto de 2012. Media entrada. Segunda de la Feria de La Virgen Blanca.
Tiene tan poca importancia el animal, que ayer se desarrolló un cartel en Vitoria donde se anunciaron seis toros de seis ganaderías diferentes, sin aparente competitividad y sin ningún reclamo. Tan sólo se trataba de anunciar a tres toreros con tres astados de Domecq y tres de Atanasio, pero sin cuidar los detalles. Para los mal pensados parecía una limpieza de corrales. Incluso algunos aficionados locales acudieron al calificativo de “descalzaperros” para definir el festejo.
En definitiva, no importaba lo que tuvieran delante Rivera, Castella y Perera. Y así fue. Poco le importó al público que llenó la mitad de los asientos del Iradier Arena. Hubo dos orejas, pudieron cortar más si Perera no falla con la espada y si el presidente no opta por mantener su seriedad ante la banal petición de segunda oreja para el actualmente anunciado como Paquirri.
Los tres toros de Domecq fueron muy nobles, sin casta y colaboradores, tanto que el primero de Perera fue la tonta del bote. Se dejaron hacer en varia medida.
La otra media corrida, la de encaste Atanasio, fue menos igual. A la nobleza del cuarto y el quinto, que además tuvieron clase en la embestida le siguió un brutote sexto que volteó a Perera a mitad de faena. Era normal, lo mismo que había hecho con el tercero, lo intentó en el de Los Bayones, que tenía menos tontura y se lo echó a los lomos. Al final, también mostró su poquita raza y acabó acobardado ante el arrimón del torero extremeño.
Abrió el festejo Francisco Rivera Ordóñez, el sustituto de Enrique Ponce, aún convaleciente de un problema en los abductores de su pierna izquierda. Paquirri, que lució un brazalete negro en recuerdo de su tía Belén Ordóñez, fallecida el sábado, supo conquistar al público. Tuvo un buen toro, el cuarto, pero lejos de aprovecharlo hizo una faena infantil, de esas que puede hacer un niño cuando juguetea con un trapo. Su trasteo no tuvo ninguna estructura. Cuando le dio distancia, el de Valdefresno respondió con clase; el torero entonces acortó el espacio y empezó con unos circulares. La sorpresa no quedó ahí, ya que después de tres naturales inició una serie mirando al tendido de sol.
Una faena carente de sentido que gustó a los blusas y que empezó a cosechar partidarios hasta el hecho de que tras un certero descabello se pidió con fuerza la segunda oreja. El presidente, en su sitio, no la concedió.
El otro trofeo se lo llevó Castella por un trasteo equilibrado a un toro de Puerto de San Lorenzo, al que supo entender con una faena ligada, con muletazos por abajo y de buen trazo.
Perera pudo tocar pelo en sus dos episodios, ya que ante el parado primero acabó haciendo un arrimón en el que faltaba la sensación de peligro del inofensivo Zalduendo. En el que cerró el festejo, debió imponerse a un rajado toro de Los Bayones, que protestaba con cabezazos y tuvo el mérito de arrimarse de nuevo en los medios, donde incluso llegó a templar algún muletazo.
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