viernes, 19 de agosto de 2011

SAN SEBASTIÁN-SEMANA GRANDE 2011. Crónica de la corrida de toros del jueves 18 de agosto.GARCIGRANDE / JULI, CID Y TALAVANTE



SAN SEBASTIÁN. Plaza de Illumbe. 18 de agosto de 2011. Media entrada. Quinta de la Semana Grande.

Cuatro toros de Garcigrande, el quinto sustituido por un sobrero de Domingo Hernández, y dos toros de Domingo Hernández, bien presentados, nobles y con calidad, salvo el cuarto y el quinto.
El Juli: estocada trasera (oreja) y pinchazo, estocada desprendida y descabello (silencio).
El Cid: estocada (oreja) y estocada caída (saludos).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada desprendida y descabello (saludos) y pinchazo y estocada contraria (oreja).



D. Álvaro Suso hace la siguiente crónica, que reproducimos por su interés, sobre este festejo para elpais.com:



Talavante hace el toreo grande



Cuando sonó el pasodoble, el espada pidió silencio



Llegó por la puerta de atrás, la de la sustitución y estuvo a punto de abrir la puerta grande. Alejandro Talavante hizo el toreo bueno en el sexto de la tarde. Ese que para el tiempo, el que convierte a los tendidos en un rumor constante, cargado de expectación y con un rugido cerrando cada muletazo.
Como me dijo un veterano aficionado la segunda vez que fui a Las Ventas, el toreo bonito hace decir ole, con la o abierta, haciendo fuerza en la ele; sin embargo, el toreo bueno es el que arranca olés, con la fuerza en la o y desde la garganta. Estos últimos son los que se oyeron ayer en Illumbe durante diez minutos, que valieron por toda la feria. Hicieron olvidar los malos ratos de los días pasados.
Ayer nadie tenía prisa por abandonar su localidad y eso que no salía nadie en hombros, porque Talavante se dejó escapar la puerta grande en un pinchazo recibiendo que le hizo perder una segunda oreja más que merecida. Esa es la grandeza del toreo, su capacidad para arrebatar a los miles de personas que tras la corrida se aprestaban alrededor de la plaza para comentar la faena de Talavante.
El extremeño lo hizo todo bien. El de Garcigrande fue un buen toro, pero exigente, de los que protestaba cuando el torero no hacía bien las cosas, pero ése fue el merito de Talavante. Siempre con sitio, con quietud y con mando, fue amasando las series de una forma ligada y por bajo, muy templado. Los tendidos fueron rugiendo olés de los fuertes, casi sordos. Espació las series en descansos largos, que ponían la plaza en trance para volver a vibrar.
Cuando sonó el pasodoble, el espada pidió silencio. Aquella faena no necesitaba animación; se bastó por sí sola. A los profundos naturales antes de cambiar de estoque, le siguieron cuatro ayudados por bajo de extraordinaria belleza, lentos y que fueron el perfecto remate de una faena colosal. Luego, el pinchazo y la estocada.
El paso de Alejandro Talavante por San Sebastián ha sido inmejorable. El martes rozó la puerta grande tras una gran faena y ayer volvió a demostrar que hace el toreo bueno, el que pone de acuerdo a los aficionados y a los recién llegados. Antes de la corrida también fue la sorpresa de la tarde. Manzanares avisó a última hora del miércoles que sería baja por una lesión en el brazo y la empresa donostiarra pensó en Talavante por su buena actuación del martes. Al final, fue un acierto.
La tarde de las figuras fue la que trajo un buen encierro, el de Garcigrande, que echó tres toros buenos y los tres acabaron sin una oreja. Tuvieron movilidad, calidad en la embestida y emoción, porque transmitieron mucho en sus embestidas.
El Juli fue el único que quedó del cartel anunciado y no tuvo su día. A su primer toro le faltó fuerza y al torero le faltó decisión para pasárselo más cerca y con menos ventajas. Ante el cuarto, un astado más complicado a punto de cumplir los seis años, El Juli no quiso tragar, porque cuando se cruzó el toró pasó, pero el precio para arrancar los muletazos era demasiado alto como para intentarlo.
La buena tarde de El Cid quedó difuminada por la exquisitez de Talavante. El sevillano se mostró firme con su buen primer toro, aunque estuvo por debajo del de Domingo Hernández. Bien, pero debió estar mejor. El quinto, sobrero del mismo hierro, fue complicado y su labor no pasó de suficiente.
Una tarde completa, entretenida y amena, que tuvo dos buenos primeros platos y que cuando parecía perderse en una cuesta abajo, llegó el exquisito postre de Talavante. ¡Qué buen sabor!

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