viernes, 19 de agosto de 2011

MÁLAGA-FERIA DE AGOSTO. VIDEO, RESEÑAS Y CRÓNICA DE LOS FESTEJOS DEL MIÉRCOLES 17 Y JUEVES 18 DE AGOSTO 2011.

Plaza de Toros de Málaga. Jueves 18 de agosto 2011 / Más de tres cuartos de entrada. Un toro despuntado para rejoneo de Flores Tassara, manso, y seis de Carmen Lorenzo, impresentables, inválidos y descastados.
Rui Fernandes: metisaca, pinchazo y bajonazo (palmas).
Sebastián Castella: estocada caída (silencio); pinchazo y estocada (ovación); media travesada, descabello _aviso_ y cuatro descabellos (silencio)
Miguel Angel Perera: pinchazo y casi entera (ovación); pinchazo y casi entera tendida (silencio); estocada caída, cuatro descabellos _aviso_, y dos descabellos (silencio).





Reproducimos la interesantísima crónica que realiza D. Antonio Lorca para elpais.com, sobre este festejo:


¡Desvergüenza!


¿Cómo es posible que estos toreros no se planten ante tamaña farsa?
La corrida no fue más que un desfile de raspas de sardinas.




¡Qué imagen más deprimente la de Castella y Perera haciendo alardes ante unas raspitas birriosas, inválidas y cadavéricas mientras el público asentía con su aplauso! ¡Qué desvergüenza que quienes se hacen llamar figuras del toreo acepten ser cómplices de tamaño fraude! ¡Qué dolor! ¡Qué desolación! Resulta inadmisible desde todo punto y hora que estos taurinos violenten de tal manera la grandiosa fiesta de los toros
¿Cómo es posible que estos toreros no se planten ante tamaña farsa?
La corrida no fue más que un desfile de raspas de sardinas
¿Cómo es posible que estos señores, Castella y Perera, no se planten públicamente ante esa farsa y se nieguen ser cooperadores necesarios de un engaño al público? ¿Dónde está su dignidad, señores toreros? ¿Cómo tienen el descaro de ponerse traje y corbata para acudir a una entrevista con el ministro del Interior y pedir el traslado de los toros a Cultura cuando son ellos, precisamente ellos, los que más denigran con su censurable actitud la fiesta de los toros?
La plaza de Málaga es de primera categoría. Así lo dice el Reglamento Taurino andaluz; pero una cosa es la decisión política y administrativa y otra la fuerza de los hechos. La realidad es tozuda: ni la afición, ni la autoridad, ni la empresa de esta plaza son de primera. Si lo fueran, ni la empresa hubiera comprado esta corrida; ni la autoridad la hubiera admitido, ni la afición la hubiera aceptado. Los taurinos saben que no es fácil ser de primera, porque ello lleva consigo un conocimiento y una exigencia, y se aprovechan de que la extinta afición ha dejado paso a un público triunfalista y orejil al que le importa más aplaudir que el buen toreo. Y, entre los taurinos, las llamadas figuras. Ayer, por ejemplo, estos dos toreros jóvenes, se supone que pletóricos de fuerza y de ilusión, reconvertidos en dos jubilados, se erigieron protagonistas de un fraude inadmisible.
Así, no, señores Castella y Perera; así, solo están echando tierra a esta fiesta tan necesitada de autenticidad, honradez, integridad y responsabilidad. Así, no, representantes de la autoridad, incapaces de defender los derechos de los espectadores y la pureza del espectáculo.
A estas alturas, no parece necesario insistir en que la corrida de Carmen Lorenzo nunca debió salir al ruedo de la Malagueta. Un desfile toda ella de raspas de sardinas, sin fuerzas, sin casta, sin nada... Y allí estuvo, por ejemplo, Sebastián Castella intentando lucirse con su becerrote primero, noqueado y tullido, un muerto en vida, ante el que no tuvo reparos en alardear de valor. Claudicante fue su segundo, al que le dio mil pases a cual más soso en una imagen denigrante del toreo verdadero. Y cerró su actuación con otra descarada caricatura de toro y de torero. En este quinto de la tarde se vivió un momento de enorme peligro al resbalar el subalterno Isaac Mesa a la salida de un par de banderillas y quedar a merced del toro en las mismas tablas. Aunque se temió la cogida por la aparatosidad de la misma, todo quedó, por fortuna, en magulladuras varias.
Breve deber ser también el análisis de la actuación de Miguel Ángel Perera, que ya podría explicar qué pintaba en este triste episodio antitaurino. Su primer novillo se dejaba dar pases, y allá que le dio todos los que le vino en gana sin interés alguno. La verdad es que su actuación parecía una versión edulcorada de maltrato animal; un animalito huidizo y con cara de enfermo que pedía por Dios que lo dejaran tranquilo. Incómodo, deslucido y violento fue el cuarto -que puso en apuros al banderillero Joselito Gutiérrez-, y Perera salvó la papeleta sin despeinarse, Y nada que contar del sexto, al que muleteó sin apreturas ni convicción a un animalito que iba y venía sin calidad mientras se despoblaban los tendidos.
La gente estaba cansada. Eran las diez menos cuarto y la corrida había comenzado a las siete con la actuación del rejoneador portugués Rui Fernandes, quien tuvo una actuación sobria, fría y carente de recuerdos.
La gente estaba cansada porque la desvergüenza deja mella en los generosos espíritus de esta afición a la que maltratan y se empeñan en no formar. Así, pierden todos: la fiesta y la propia Málaga, que merece mejor suerte.









Reseña y videoresumen de la corrida de toros de la Feria de Málaga, correspondiente al miércoles 17 de agosto:

Plaza de Toros de Málaga Miércoles 17 de agosto 2011 / Casi lleno en los tendidos
Cinco toros felinos de Juan Pedro Domecq, mal presentados, muy terciados, de los que dieron mejor juego 3º y 4º. Y un toro (el 1º) de Luis Algarra, como remiendo, justo de presentación y blando.
ENRIQUE PONCE: mas de media estocada trasera y caída (Saludos tras leve petición). Estocada (2 orejas). JAVIER CONDE: estocada perpendicular y atravesada y golpe de descabello (Saludos tras aviso). Pinchazo huyendo por Gibralfaro y estocada trasera (Pititos). JOSÉ MARÍA MANZANARES: estoconazo (2 orejas). Estocada tendida (Saludos).
Al finalizar el paseíllo, el Alcalde Francisco de la Torre hizo entrega del Capote de Paseo a Manzanares como triunfador de la Feria 2010. Los toros de Juan Pedro Domecq lucieron divisa de color negro en recuerdo al ganadero fallecido. Enrique Ponce y Manzanares salieron por la Puerta Grande.

Don Antonio Lorca hace la siguiente crónica en elpais.com sobre este festejo (les rogamos que la lean con todo detenimiento, estas son las crónicas que ayudan a conocer el mundo de la tauromaquia):

De lo estético a lo patético

Degenerando, degenerando, el toro de lidia puede acabar en la nada. Ese parece ser el objetivo manifiesto de las figuras, que buscan el acompañante dócil y facilón, y el deseo irrefrenable de los públicos de hoy que prefieren el arte con becerros enfermizos antes que hazañas con toros. Adiós a la casta, a la bella estampa, al toro fiero, agresivo, bravo y noble, y viva el reino del borrego peludo y suave.
No puede haber arte con el borrego de sangre dulce y bondad infinita
Ayer se contaron cuatro orejas en la corrida de la Feria de Málaga, el respetable vibró como en las grandes tardes, pero lo ocurrido sobre la arena poco tuvo que ver con el pomposamente llamado arte del toreo.
No puede haber arte, primero, con el medio toro, ese tan perseguido por los que mandan en el escalafón; no puede haberlo con el borrego de sangre dulce y bondad infinita, tullido y tonto de remate a un tiempo, que solo produce en las almas cándidas un sentimiento de espantosa vulgaridad. Con ese toro moderno naufragan los artistas con un toreo despegado, la muleta retrasada, siempre hacia fuera, de desesperante lentitud y frialdad; con ese animal lisiado y amodorrado solo es posible la postura aflamencada y ridícula tan en boga en el toreo actual.
Algo así, más o menos, les ocurrió a Enrique Ponce y a Javier Conde en sus primeros toros, dos animalitos de penosa flojedad y docilidad perruna, y quedó claro que torear no es salir a pegar pases insulsos, y ensayar desplantes que rozan el ridículo. Torear es otra cosa; es, por ejemplo, mando, ceñimiento y ligazón. Volvió a insistir Conde en el quinto -el más soso, quizá- en su particular y desnaturalizada concepción del toreo con el que resulta difícil emocionar.
Tampoco puede haber arte si cuando sale ese mismo toro y va y viene y desarrolla algo de casta -ese fue el caso del segundo de Ponce-, el veterano maestro se hace un lío, se siente incapaz de hacer el toreo verdadero y busca el aplauso de un público generoso y triunfalista. Muy mal el torero valenciano con ese cuarto -que volteó aparatosamente al subalterno Alejandro Escobar, y resultó magullado de pronóstico leve-, al que hizo una faena difusa, desordenada, ayuna de hondura y profundidad. Muchos pases para la galería, exceso de pinturería y poco toreo. Muchos circulares, ora de pie, ora espatarrado, pero ausencia clamorosa del toreo fundamental. Le concedieron dos exageradas orejas, todos quedaron contentos y la tauromaquia herida.
El esteta Manzanares tampoco fue ayer dueño de la armonía que lo caracteriza. Calidad desarrolló su primero y el torero no estuvo a la altura esperada. Los malagueños se lo querían comer, pero el plato no resultó apetitoso. Todo quedó en un toreo soso, de un quiero y no puedo desesperante. Fue un Manzanares low cost, de toreo barato y sin hondura. Pero como hizo feliz a su gente se lo premiaron con otras dos incomprensibles orejas. Aunque lo intentó, no pudo redondear su tarde ante el parado sexto.
Cuando a Ponce y a Manzanares se lo llevaban a hombros quedaban en el ambiente dos asertos: uno, si no hay respeto para el toro, difícilmente puede haberlo para el torero; y dos, de lo estético a lo patético no hay más que un paso.

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