domingo, 11 de septiembre de 2011

´VALLADOLID. Crónica de la corrida del sábado 10 de septiembre: El Fandi a hombros en Valladolid, donde El Cid consiguió una oreja

VALLADOLID. SÁBADO 10 DE SEPTIEMBRE 2011.
La tarde da de sí lo que el cartel populista prometía, no más. Los toros de García Jiménez, con movilidad y nobleza, colaboran al éxito

 El Fandi, con sus banderillas y toreo vibrante, corta una oreja a cada toro; una obtiene El Cid, por su clasicismo.

En la casa-Museo del poeta Zorrilla exhiben ahora el primer tomo del ABC, «Crónica Ilustrada», de 1903. Nace con vocación de modernidad: formato reducido, predominio gráfico, precio bajo, destinatario popular. Leo ahí la reseña de un festejo taurino mixto, en Madrid, con suelta de pollos vivos; los guardias de Orden Público, con sus sables, despejan el ruedo para que comience la corrida de los zapateros (un honrado gremio, no piensen en políticos).
Zorrilla dedicó un poema suntuoso, colorista, a la suerte de varas. Hoy, no podría hacerlo: apenas clavan la puya, el público pita. Sólo se aplaude al picador que no pica: paradojas de la nueva Tauromaquia...
El abecé (hablo ahora de la base, el fundamento) de la Fiesta ha consistido siempre en dominar al toro para, luego, poder torear con estética, con personalidad. Ahora, muchas reses apenas necesitan esa labor de dominio: salen ya al ruedo con una embestida pastueña, se simulan las varas, el diestro cuida a la res, en vez de dominarla... Así nos va.
Los tres diestros de hoy son veteranos, conocen el oficio. La tarde trascurre plácidamente, sin sobresaltos. En el primero, Paquirri arriesga en un emocionante tercer par por dentro, da derechazos y naturales correctos a un toro que se come la muleta. Lo que más aplauden, el recurso de los naturales mirando al tendido (el «pecado» que confesaba Ángel Luis Bienvenida). En el cuarto, magnífico por la derecha, algo parecido: dibuja derechazos y encadena circulares. Mata con facilidad a los dos.
En el segundo, terciado, que humilla mucho, El Cid consigue naturales clásicos, pero sin ligar ni estrecharse, en series cortas; recurre a los circulares. En el quinto, encastado, noble, hace el esfuerzo, luce en naturales de buen trazo. Mata a los dos con eficacia, corta una oreja . Su estilo sigue siendo bueno pero le falta seguridad. Ha estado aseado, toda la tarde, pero El Cid de antes hubiera «reventado» a estos toros.
El Fandi se entrega totalmente, lidia bien a sus dos enemigos. En el tercero, da largas de rodillas, gallea; cuatro pares, jugueteando, sobrado, con el toro; naturales acelerados, circulares rematados por vueltas vertiginosas. Mata a la segunda: oreja. El sexto, con muchos pies, le permite lucir sus facultades. El toro va largo, transmite. El Fandi instrumenta muchos muletazos por ambos lados. Un espadazo, con decisión, le da la otra oreja y la salida en hombros.
Muchas tardes echamos de menos el oficio de los diestros. Hoy, los tres lo poseen. Es el abecé del toreo: una condición necesaria pero no suficiente. Esta tarde, hubiéramos agradecido una expresión más personal, una estética más refinada.
Crónica de D. Andrés Amorós para abc.es

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