Dos tercios. Toros de Torrealta, muy bien presentados. El primero dio muy buen juego a pesar de resultar un punto "rajado" al final; bravo el segundo; flojo y a la defensiva el tercero; de más a menos el cuarto; muy deslucido el quinto; y manejable el sexto. Manuel Jesús "El Cid", oreja y silencio. Sebastián Castella, silencio en ambos. Alejandro Talavante, ovación y oreja.En cuadrillas, destacó con "los palos" José Manuel Fernández "Alcalareño" en el primero, y en la brega, José Chacón y Javier Ambel.
En la enfermería fue atendido el picador José Doblado, derribado por el quinto toro, de "cuadro de conmoción cerebral sin pérdida de conocimiento. Exploración neurológica normal. También presenta contusión sobre el miembro inferior izquierdo, sin déficit motor ni signos de lesión músculo-esquelética. Pronóstico leve".
Talavante se viste de verdad y oro
fernando Alejandro Talavante ofreció una importante dimensión ayer en la Maestranza ante un toro nada fácil de Torrealta, el sexto, al que le cuajó una faena inteligente y muy de verdad, con pasajes verdaderamente profundos. El pinchazo previo a la estocada no difuminó la oreja. Otra cortó el sevillano El Cid a su primero, aunque supo a poco el trofeo obtenido, mientras que Sebastián Castella anduvo apático.
Buen son tuvo el primero de El Cid, que acudió con fijeza en los primeros tercios a pesar de darse un costalazo tremendo de salida. Sin embargo se arrancó de lejos cuando Manuel Jesús acababa de brindar al público. Y es que el de Torrealta, pronto siempre, tomaba el engaño con prontitud y obedecía a los toques. El de Salteras tuvo como principal virtud darle sitio y dejarlo respirar entre serie y serie. La faena se desarrolló en un tono alto pero le faltó, quizá, creérselo más el torero. Hubo derechazos con empaque en tres series bien rematadas —los de pechos fueron de lo mejor— y luego toreo al natural a más. Pero faltaba, ya escribo, que El Cid apostase algo más, que lanzase sin miedo alguno la moneda. El epílogo con trincherillas, un trincherazo y un cambio de manos gustó. Contundente con la espada, ésta fue crucial para la oreja de un toro con mucha calidad.
El cuarto fue otra cosa. Sueltecito de salida, permitió luego estirarse a la verónica al saltereño. Al picador de puerta acudió. En la muleta, nunca terminó de entregarse, sin pasar del todo. Un toro desrazado y a menos. El Cid hizo un esfuerzo, presentándole la muleta e intentando ligar. Pero la cosa no iba por ahí. Manuel Jesús incluso optó por acortar distancias. Faena voluntariosa de nuevo bien rematada con la espada.
Sebastián Castella se hartó de darle pases a su primero, un toro que repitió y que a pesar de tener un cabeceo molesto al final del muletazo, tomaba la muleta con prontitud. El francés anduvo demasiado eléctrico y rápido en series en las que hubo muchos muletazos pero sin llegar a los tendidos.
Susto de José Doblado
El quinto derribó de forma estrepitosa al picador José Doblado, al que se le cayó el caballo encima y se dio un fuerte golpe en la cabeza, siendo llevado a la enfermería inconsciente. Por fortuna todo quedó en el susto, si bien el percance pareció marcar la faena de su jefe de filas, ya que Castella se las vio con un toro soso y desfondado que embestía sin codicia alguna. Y el francés se contagió de todo ello en una faena sin relieve alguno.
Recortó de salida el tercero en el capote de Talavante, un toro que se revolvía demasiado pronto y que protestaba mucho cuando topaba los engaños. El extremeño, muy centrado, pulseó bien a su enemigo en los primeros compases de la faena pero, ay, los muletazos no tenían continuidad. Empero, Alejandro, en las cercanías, se mantuvo firme, sobre todo a izquierdas, donde desgranó algunos naturales largos y de mano muy baja.
No hubo nada destacado en los primeros tercios del sexto de la tarde. Pero Talavante le vio posibilidades. Brindó al público y le dio distancia en el inicio de faena. El torrealta acudió al engaño y el extremeño, firme, lo pasó con enjundia en el inicio, para ir gustándose en una primera serie diestra larga y ligada. La plaza estalló. Lo mismo que en la siguiente, ahora a zurdas, con varios naturales de mano muy baja y aguantando una enormidad en el de pecho. Iba el astado pero no era fácil. No le importó al torero, que volvió sobre la derecha para dejar otro ramillete de redondos, un cambio de mano sublime y el de pecho. Faena inteligente y de verdad, de las que dejan poso y que no refrendó con la espada, aunque cortó la oreja. De las que dejan poso.
Fuente: abc.es/texto:Fernando Carrasco/foto:Juan Flores.
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