lunes, 19 de septiembre de 2011

LOGROÑO | Feria de San Mateo.Video y Crónica de la 1ª de feria. Solitario premio para Bolívar


Logroño.primera de feria. Un cuarto de plaza. Toros de Palha, bien presentados, bravos en varas, pero acusándolo en el último tercio, con cuajo y trapío para plaza de primera. Destacaron tercero y quinto por su nobleza. El sexto además desarrolló peligro.



Juan José Padilla: pinchazo y estocada caída (silencio); y buena estocada (silencio).
Javier Castaño: estocada que asoma y descabello (silencio); y estocada y tres descabellos (silencio).
Luis Bolívar: estocada (oreja); y estocada atravesada (silencio).

En cuadrillas, David Adalid se desmonteró en el segundo. El picador Ismael Alcón fue muy ovacionado en el tercio de varas al sexto

Reproducimos la crónica que sobre este festejo realiza D.Ángel González Abad para abc.es:
Bravura a la portuguesa es menos bravura, o es bravura a medias, podríamos decir si nos atenemos a lo que llevaban dentro los seis ejemplares de la divisa lusa de Palha lidiados ayer en la primera de la feria logroñesa. Y la verdad es que ilusionaron en los comienzos, se emplearon en mayor o menor medida ante el caballo, pero ahí se quedó todo.

El mejor, el tercero, que se movió mucho, sin humillar, eso sí; pero que permitió al colombiano Luis Bolívar cortar la única oreja de la tarde. El sexto, imponente de presencia, nos engañó a todos, pues tras arrancarse con alegría al picador, sacó mucho carbón de sus entrañas en el último tercio. Y como duda, el segundo, al que le dieron sin piedad en varas y cuando su matador Javier Castaño cogió la muleta, la faena ya estaba hecha. El quinto, que no metía mal la cabeza, le permitió lucirse con la derecha mientras duró y pegarse un arrimón sin recompensa por culpa de la espada.
Solo Bolívar se llevó premio con una faena entusiasta aunque un tanto superficial. El toro iba y venía y el torero complació al público, y aunque no se le pueden poner pegas a la entrega sí se echó en falta más temple y acoplamiento. Al último le plantó cara con gallardía, que era lo único que se podía hacer frente a las oleadas y los gañafones al pecho. Y de vacío se fue Juan José Padilla, menos histriónico y más firme, pero sin opciones.
Los palhas, herederos de aquellos míticos toros portugueses del horror, terror y furor, ayer a las orillas de Ebro se quedaron en nada, o en casi nada, para ser más precisos. A medias, apuntar sin disparar, disparar sin acertar.

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