Albacete, jueves 8 de septiembre de 2011. 1ª de Feria (Fuera de abono).
Algo menos de media entrada. Seis toros de Martelilla, muy serios y astifinos. El 1º se defendió, 2º y 3º se dejaron, 4º se acabó pronto, muy deslucido el 5º y bravucón el 6º. Antón Cortés, silencio y silencio. Juan Luis Rodríguez, oreja y saludos. Sergio Serrano, oreja y oreja.
Reproducimos la crónica que realiza sobre esta corrida de toros D. Israel Cuchillo para cope.es:
Qué se le puede pedir a un tío que se pone el vestido de torear por primera vez en la temporada un 8 de septiembre para matar un corridón de toros, con la angustia de tener nada por delante y venir con nada por detrás, que la última también fue por septiembre del año pasado, y la penúltima (que en realidad fue la primera), ídem. Qué se le pide entonces.
No es día de echarle en cara a Sergio que no acertara con las distancias en el bravucón sexto, o que trabara la ligazón y con ella la explosión definitiva de una faena vivida con intensidad y empujada con cariño por los paisanos, y sí de cantarle sus ganas de hacer mil cosas y los dos estoconazos con los que deja arrinconados en la ficha sendos pinchazos de los que ya nadie se acuerda. Qué despacio le metió la espada al tercero, que parecía que se iba a echar a dormir en el morrillo del 'marqués', y qué sopapo por todo lo alto al sexto.
Con media puerta grande abierta, Sergio Serrano se fue a recibir al sexto a portagayola con tres chicuelinas tan voluntariosas como movidas. Al salir de un puyazo que tomó con mala hostia, ese sexto casi se lleva por delante a Carlos Casanova en un arreón de manso herido, pero a Serrano le dio igual y se echó en capote a la espalda con ceremonia para pegarle cuatro gaoneras de atragantón y violencia.
Y tocaron a tercio de muerte y a los medios se fue el de Albacete a esperar al tren para pasárselo por detrás con dos péndulos, los necesarios de pecho y un rodillazo. Ahí se sacudió el paisanaje la modorra de una tarde inusualmente tristona y llevó en volandas a la cenicienta de la feria hasta el espadazo final. Embistió fuerte el toro y se despatarró el torero para conducir mejor o peor aquellas embestidas serias que se secaban en la distancia corta. Tan bien le venía al torero la segunda oreja como mal a la categoría de la plaza.
Al manejable tercero las brusquedades le sentaban mal, pero Sergio no estaba para sutilezas y sí para cortar los trofeos que tanta falta le hacen. Las rogerinas para llevar al toro al caballo y los ayudados por alto sin enmendarse para abrir faena fueron lo mejor de su actuación en el primer toro de su temporada, aunque a la gente lo que le gustó de verdad fue el circular pegado a tablas que le enjaretó al de Martelilla antes de irse a por ese cañón que tiene por espada. Que no se le puede pedir más.
Sí le pidió Albacete, y de qué manera a Antón Cortés. Parecía que el gitano le debía dinero a media plaza. Vale que en el toro que abrió feria, noblón pero a la defensiva por su falta de fuerza, se lo pudo pasar (mucho) más cerca, pero su pulcra labor ante el cuarto no merecía los pititos que empezaron a sonar cuando el animal dijo hasta aquí, que fue pronto. Aquellas embestidas humilladas que recogió Antón con el capote dieron para apenas dos tandas en la muleta, correctas y templadas. Luego no le quedó más remedio al torero que buscar los rizos de la frente del de Martelilla, para demostrar que había venido a hacer el esfuerzo y no a firmar una más, pero a la gente le debió de parecer muy forzado todo aquello, que en verdad lo parecía, y comenzó la música de viento. Alguno no se quedó a gusto del todo y aplaudió al toro de mierda en el arrastre.
Para el cuadro de honor de la feria los dos delantales y la larga cordobesa con los que Juan Luis Rodríguez acarició la feble embestida de su segundo. Qué quite más bueno. Y qué brega la de Palomo. El toro agradeció tanto mimo y se dejó en la muleta y Juan Luis, otro que se pone el vestido de torear de peras a brevas, dejó por aquí y por allá lapazos de torero caro como para decir "Ay, si yo toreara más seguido…". Muleta adelante y hasta atrás, sin remilgos, como siempre han toreado los coletas de Albacete. No le salió siempre pero la intención cuenta. A veces se queda muy escondido cuando liga los muletazos, en la oreja y más allá, y eso se perdona aquí pero no en otras plazas. Pero qué se le puede pedir también a Juan Luis, que ha matado dos este año.
Lo del quinto fue pasarse los topetazos de un carnero serísimo millón y medio de veces por la barriga. Menudo pájaro bien alimentado y agrio, reservón como un toro viejuno de capeas que no gasta una carrera si no es para conseguir premio. Pasaron lo suyo los banderilleros con los palos antes de que Juan Luis Rodríguez lo moliera a derechazos que terminaron haciendo efecto: por los menos los topetazos de carnero se diluyeron en una media embestida de cara alta.
.Por cierto, saludar en banderillas en Albacete es más fácil que freír un huevo.
VIDEO RESUMEN:
No hay comentarios:
Publicar un comentario