Valencia, viernes 27 de julio de 2012. Toros de Alcurrucén (1º, 3º bis y 6º), Fuente Ymbro (5º) y Adolfo Martín (2º y 4º). IVÁN FANDIÑO, como único espada: Ovación con saludos, ovación con saludos, silencio, silencio, oreja y oreja. Entrada: Menos de media. Se guardó un minuto de silencio por el decimosexto aniversario de la muerte de Curro Valencia. Tras romperse el paseíllo, el vizcaíno fue obligado a saludar.
Fandiño salva 'in extremis' su osada apuesta
- Se guardó un minuto de silencio por el 16 aniversario de Curro Valencia
Plaza de toros de Valencia. Viernes, 27 de julio de 2012. Tercera de feria. Un tercio de entrada. Toros de Alcurrucén (1º serio y noble pero sin rematar por abajo y el largo 6º de buen y humillado pitón derecho, los dos cinqueños, y un sobrero "3º bis", lesionado y topón); Adolfo Martín (un 2º paliabierto, blando y pegajoso y un 4º cinqueño, estrecho y tobillero); yFuente Ymbro (3 devuelto y un hondo y badanudo 5, noble pero sin clase ni terminar de humillar).
Iván Fandiño, de rosa y oro. En el primero, estocada despendida (saludos). En el segundo, media estocada tendida y dos descabellos (saludos). En el tercero, pinchazo, media estocada y descabello (silencio). En el cuarto, dos pinchazos, estocada y descabello (silencio). En el quinto, estocada pasada (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada delantera y desprendida (oreja).
Se guardó un minuto de silencio por el 16 aniversario de Curro Valencia en este coso.
Fandiño se quedó solo con seis toros. Y a oscuras. Y más solo que la una cuando el negro cielo relampagueó. Y cayeron unas gotas. Iván de Orduña había decidido quedarse con el reto ante la baja de Castaño, que anunció horas antes que reaparecía este sábado en Santander.
Sin palabras lo de Javier y de psicoanálisis lo de Iván. Un gesto que si en su bilbaína tierra se cuestionó por planteamiento, en Valencia rayaba el absurdo. Y la empresa se encogió de hombros: un tercio de plaza, que eso sí, se lo agradeció con una ovación.
Al final con oreja y oreja in extremis saldó cuentas y salvó de alguna manera la tarde cuesta abajo y la apuesta de gallardo samurái: los harakiris también son honorables gestos como las caídas en picado de los kamikazes de la II Guerra Mundial contra los destructores estadounidenses. Ahora mismo, pese a su salvación, no se sabe si ha ganado en caché, categoría, tirón o prestigio.
La corrida se contagió del espeso y bochornoso clima. Las luces artificiales se encendieron en el tercero. Todo se torcía. Un precioso y serio cinqueño de Alcurrucén había sido hasta entonces el mejor sin terminar de rematar por abajo los muletazos. Encajado pronto Fandiño, que había hecho el que hasta las 20:25 había sido el único quite. Por saltilleras. Encajado pronto con la izquierda. Y consintiendo la obediencia ya gastada.
El de Adolfo Martín, muy abierto de palas, de triste perfil, cárdeno y flojo. Apenas lo picó. Quedó como dormido. Y pegajoso. Algo más conseguía despegarlo por el izquierdo. Pero pasaba el funo con una dormidera falsa. Se le quedó debajo y lo volteó por el chaleco. Se lo arrancó de cuajo y en el suelo le tiró un derrote al mentón que lo dejó medio sonado. Sin casaquilla y con el milagro del agua bendita prosiguió íntegro hasta matarlo.
No volvería a enfundarse la chaquetilla. Salió el toro de Fuente Ymbro con brío, tocado arriba de pitones. Y al rematar en un burladero se partió la vaina, y no sólo, del pitón derecho. Las verónicas fueron extraordinarias. Pero el cuerno se acabó de resquebrajar, sin llegarse a desprender, como si tuviera todavía la cola de las fundas, y el presidente lo devolvió.
El sobrero de Alcurrucén, jirón, calcetero y anchote, saltó al callejón nada más salir. O ahí o en la salida de un mal puyazo quedó como descoordinado. Lo de topar lo traía de casa. No hubo causa más que la insistencia. El cuarto, de Adolfo, con los cinco cumplidos, zancudo y estrecho, pasó de escasa fuerza a tobillero. Por debajo le andaba.
La ocasión se plantó con un zambombo de Fuente Ymbro, muy atacado por delante, hondo y badanudo, que sacó nobleza, que no clase, para que Fandiño lo aprovechase con inteligencia y distancia para darle inercia. Cerca de las 21:00 horas se produjo el segundo quite de la tarde, por chicuelinas.
Iván brindó con rabia y raza a la parroquia, refugiada ya de la lluvia en palcos y nayas, y le dio buen trato al fuenteymbro que no terminaba de humillar y enganchaba, a veces, el engaño. Por las dos manos se enrazó y buscó el triunfo hasta cazarlo con una estocada. El marcador al menos ya no quedaba en blanco con la oreja como en Bilbao. Un balón de oxígeno ante el último asalto.
El de Alcurrucén apareció largo como un tren, cinqueño, apretado de sienes y montado. Frío de capotes y caballos, todo su cuello entonces elevado descolgó para embestir por el pitón derecho con elástico estilo de pronto y de primeras y con nobleza siempre y después. No tanto a izquierdas.
Una sola tanda en medio de una obra diestra de final más apagado que se elevó por bernadinas. Se tiró a matar encima y salió prendido, volteado y pateado. Pero intacto otra vez. Dolorido de una rodilla, volvió a atacar con fe ciega. Y consiguió el trofeo y la puerta grande. De su parte no quedó nada. Fuente: El Mundo.
Tras estoquear los seis toros en Valencia, Iván Fandiño aseguraba para APLAUSOS que de lo que más orgulloso se sentía, además de haber logrado salir a hombros, es de haber superado todos los elementos que se han puesto en contra durante toda la tarde. "Todo lo que podía pasar ha pasado. La corrida no ha embestido, ha soplado el viento, ha llovido, la gente se ha ido y luego ha vuelto, hacía un calor sofocante… Todas esas circunstancias pesan mucho sobre la tarde pero las he superado. Estoy satisfecho por sobreponerme a todo porque ha sido una tarde muy complicada".
El diestro vasco afirmaba sentirse "completamente roto, vacío por dentro porque sé que no me he dejado nada por hacer en la plaza. La tarde no ha sido nada fácil y para remontarla, hay que estar muy preparado psicológicamente".
Afortunadamente el torero se encuentra bien de las dos cogidas que ha sufrido a lo largo de la tarde. "No sé cómo me he librado de la primera, tengo un varetazo desde el ombligo hasta el cuello. El sexto me ha dado fuerte en la pierna. No la podía mover al principio pero ahora parece que está mejor".
El diestro vasco afirmaba sentirse "completamente roto, vacío por dentro porque sé que no me he dejado nada por hacer en la plaza. La tarde no ha sido nada fácil y para remontarla, hay que estar muy preparado psicológicamente".
Afortunadamente el torero se encuentra bien de las dos cogidas que ha sufrido a lo largo de la tarde. "No sé cómo me he librado de la primera, tengo un varetazo desde el ombligo hasta el cuello. El sexto me ha dado fuerte en la pierna. No la podía mover al principio pero ahora parece que está mejor".
Iván aseguró el triunfo volcándose sobre el morrillo del sexto, a matar o a morir: "Tiene que ser así. Yo no concibo esta profesión a medias tintas y para llegar a ser figura hay que apostar". A ese toro de Alcurrucén, manso, lo entendió bien el torero. "Aunque manseaba, yo le veía buena condición, el toro humillaba y sabía que podía valer. He apostado por él. La verdad es que a los medios toros como este les estoy sacando partido". Sobre el toro de Fuente Ymbro al que también le cortó la oreja, matizaba que "era un astado complejo que venía estrellado en la muleta. Ha sido una faena de exponer".
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