viernes, 27 de julio de 2012

SANTANDER.(26/07) Video y crónica de la corrida de Feria. Ponce, Morante y Luque.


LUQUE SALVA UNA ABURRIDA TARDE EN SANTANDER por burladero_es

Indecoroso encierro de Núñez del Cuvillo

Daniel Luque cortó una oreja al sobrero, mientras que Ponce y Morante fueron pitados

26.07.12 - 23:21 - 
Morante de la Puebla observa desde el burladero mientras se fuma un puro en el coso de Cuatro Caminos de Santander./ Foto: Celedonio | Vídeo: Héctor Díaz
No caeré en la tentación de regodearme en el gol más cantado de la pretemporada cántabra, el marcado por uno de los areneros con un balón lanzado desde los tendidos de sol tras ser arrastrado el quinto ejemplar en el orden de lidia. Tampoco incidiré en el esperpéntico espectáculo protagonizado por el corralero del coso de Cuatro Caminos una vez devuelto a los corrales el sexto titular, un toro que quedó lisiado a consecuencia de una inoportuna voltereta. Incluso pasaré por alto la broma que una cuadrilla infligió finalizado el festejo a un mozo, a buen seguro un soltero de oro, disfrazado de vaca. Optar por el camino de la ironía y la literatura supondría seguir el juego a quienes no sienten ningún respeto por el arte de Cúchares y a los verdaderos responsables del triste espectáculo representado ayer tarde.
Digo triste espectáculo, por la indecorosa presentación del encierro de Núñez del Cuvillo. En qué cabeza cabe que el pasado miércoles se lidiara una agresiva, ofensiva y astifina corrida de El Montecillo, con leña para forrar un armario empotrado de tres cuerpos, y ayer saltaran al ruedo seis astados seis, con tan agradables, cómodas y pobres defensas. Por orden jerárquico: mal por los veedores de la empresa y de los toreros, y mal también por el equipo gubernativo que aprobó semejante encierro, una ofensa en toda regla al aficionado de Santander.
Al margen de su indigna presencia, el astado que rompió plaza echó las manos por delante de salida y gateó en repetidas ocasiones antes de entrar al peto del caballo. Sangrado generosamente por el varilarguero de la cuadrilla de Enrique Ponce, el toro a duras penas alcanzó el último tercio. Vagó distraído por el ruedo como alma en pena ante la porfiona actuación del maestro de Chiva. El primero del lote de Morante de la Puebla, alto de cruz, hondo y atacado de kilos, duró media docena de mecidos lances a la verónica, extraordinarios por acompasados los trazados por el pitón izquierdo, y dos enroscadas medias verónicas de cartel.
Que el genio hispalense abreviara su actuación evitó una pantomima y puso de manifiesto su profundo respeto por el tiempo de ocio de los espectadores. El tercero en el orden de lidia, un precioso burraco, corto de manos y algo descolgado de riñones, fue un inválido que debió ser devuelto a los corrales por su manifiesta discapacidad. Además, se frenó permanentemente en el momento de los embroques, impidiendo que pasara por el lado derecho más allá del segundo muslo de Daniel Luque. Por el izquierdo ni eso.
Borrón y cuenta nueva
Traspasado el ecuador del festejo, realizado un oportuno borrón y cuenta nueva, se corrió un mostrenco despegado del suelo, vareado de carnes y ligeramente montado que no se empleó tras el capote de Ponce, hizo sonar el estribo del piquero y abrió tanto sus embestidas que se salió de las suertes.
Ojo, las abrió por el pitón derecho, por el izquierdo se limitó a embestir, es un modo de hablar, con el pitón contrario. Desplomado y a la defensiva, ‘Farfonillo’ disfrutó del dudoso honor de aburrir al mismísimo Ponce. El quinto, vaya si hay quinto malo, pronto exhibió su mansa condición. Consumido en un suspiro, tardo y remiso a seguir el engaño de Morante se revolvió con sentido e hizo hilo. El torero sevillano, enemigo público de la coba, volvió a preservar a los espectadores de un estudiado simulacro. Del sexto titular poco diré; tras una voltereta quedó impedido.
En su lugar salió un sobrero del mismo hierro. Casualmente el de más cuajo del encierro. Ya ven por dónde. Bien recogido por el capote de Daniel Luque, el toro fue medido en su único encuentro con el picador y soltó la cara tras el capote de Antonio Manuel Punta. Venido a más, combativo y con transmisión, el de Cuvillo fue conducido con desigual ajuste por el más joven de los componentes de la terna. Colocado al hilo del pitón y excesivamente cauteloso, Luque nunca terminó de confiarse. Destacar por embarcados y largos –desplegó el vuelo de la muleta– una serie de naturales, tras la que volvió a tomarse ciertas ventajas para instrumentar una ligada tanda en redondo y un ramillete de amontonadas luquesinas, tras lo que dejó una estocada trasera y caída que necesitó del refrendo de dos golpes con el estoque de cruceta. Mayoritariamente pedida por el respetable, la presidencia concedió una oreja que a la gran mayoría le supo a gloria. Con poco se conformaron.

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