Santander. Corrida de Beneficencia. Se lidiaron toros de El Montecillo, bien presentados y muy serios, mansurrones en conjunto. El 1º, exigente y agradecido; el 2º, reservón, rajado y difícil; el 3º, de buen pitón zurdo; el 4º, muy manejable; el 5º, manso y con tres buenas tandas, pero muy a menos; y el 6º, gran toro en la muleta, manseó antes. Tres cuartos largos.
El Cid, de burdeos y azabache, estocada caída (silencio); media, dos descabellos (saludos).
David Mora, de azul marino y oro, estocada (silencio); estocada, aviso (saludos).
Rubén Pinar, de grana y oro, pinchazo, pinchazo hondo, tres descabellos, aviso (silencio); estocada (oreja).
El Cid, de burdeos y azabache, estocada caída (silencio); media, dos descabellos (saludos).
David Mora, de azul marino y oro, estocada (silencio); estocada, aviso (saludos).
Rubén Pinar, de grana y oro, pinchazo, pinchazo hondo, tres descabellos, aviso (silencio); estocada (oreja).
GANADO PAJUNO
Días de mucho, vísperas de nada. Lo presenciado en la tarde de ayer, en Cuatro Caminos, constituyó un auténtico fiasco para la amable afición santanderina debido a la mala condición de los toros de 'El Montecillo', procedentes de los toros artistas de Juan Pedro Domecq, que en gloria esté. Estuvieron bien presentados y armados, pero ayunos de casta y bravura. Mansos, rajados y sin entrega, no ofrecieron mayores dificultades. El mejor, el primero. El sexto cumplió. Decididamente no me gustan nada este tipo de toros.
'El Cid', encabezaba cartel, y su labor estuvo por debajo del mejor toro de la corrida. No sé que le pasa a este buen torero, pero me causa una sensación que no es la que transmitía en otras ocasiones. De todas maneras estuvo aseado y logró pases de mérito, pero sin emplearse como solía. Una estocada desprendida en el primero, y pinchazo hondo y dos descabellos en el cuarto, le sirvieron para ser ovacionado en ambos. Primera decepción.
Igualmente, por el juego nefasto de los toros, nos quedamos sin ver al esperado David Mora, que así y todo, nos dejó entrever algo de su destacada tauromaquia, con entrega y porfiando siempre por encima de la condición de sus oponentes. ¡David, que queremos verte!
A la postre, el triunfador de la tarde fue el joven Rubén Pinar. Su actuación estuvo plagada de deseos de triunfo no exento de un buen concepto del torero. Valiente hasta la exageración. Templado y variado con una tauromaquia fresca y alegre que llegó con fuerza a los tendidos. En el sexto entró a matar con tanta decisión y fuerza que partió la empuñadura de la espada al volcarse sobre el morrillo de la res, dato este, que personalmente no había contemplado en la vida. La oreja concedida fue el justo premio a su meritoria labor. Está demostrado que Rubén Pinar quiere ser torero.
Esta corrida correspondía a la tradicional de la Beneficencia. La entrada, sobre los tres cuartos, espero que proporcione algunos euros dedicados al altruista fin de la misma.
Fuente:JOSÉ PEDRO VAQUÉ /eldiariomontanes.es
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