lunes, 9 de julio de 2012

PAMPLONA. Crónica y video de la 4ª (08/07) de Feria de San Fermín 2012. Los miuras.



Pamplona. Cuarta de la Feria de San Fermín. Lleno. Toros de Miura, grandes y con mucha cornamenta aunque más proporcionados de lo que suele ser habitual en esta ganadería. Corrida con movilidad pero de escaso fondo. Los tres primeros, en cierto modo se prestaron más, aunque el único toreable de verdad fue el tercero, y así y todo también éste tuvo sus exigencias.

Rafael Rubio "Rafaelillo": estocada (gran ovación tras petición escasa); y estocada casi entera (silencio).
Fernando Robleño: media y dos descabellos (ovación); pinchazo y estocada baja (silencio).
Javier Castaño: buena estocada (oreja); y estocada (ovación en la despedida).
 
En cuadrillas, dos buenos pares de José Mora al primero.

Reproducimos la crónica de D. Antonio Lorca, para El País, sobre este festejo:

 El gran momento de Castaño 

Miura / Rafaelillo, Castaño y Robleño. El leonés es un torerazo de los pies a la cabeza

La corrida de Miura fue decepcionante, como es habitual 

 Pamplona 8 JUL 2012 

Javier Castaño durante la lidia de su primer toro. / LUIS AZANZA
El gran mérito de Javier Castaño es que muleteó al tercero de la tarde como si fuera un toro artista, dulce y bobalicón, de esos que tanto estiman las figuras. Pero no lo era, no, sino un miura que manseó en el caballo, esperó con sentido en banderillas y llegó al tercio final con todo el crédito perdido. Tampoco Castaño es un exquisito, pero sí un torerazo de los pies a la cabeza que vive un momento pletórico de seguridad, firmeza, claridad de ideas y confianza en sí mismo. Nadie daba un duro por ese toro hasta que el matador lo esperó pegado a tablas sentado en una silla de enea, lo pasó por alto hasta en cuatro ocasiones, y lo citó, después, con la mano derecha, asentadas las zapatillas, la mente despejada y el valor seco, para hacer, sin truco alguno, un juego de magia consistente en tirar de la embestida, templarla y convencer a su oponente de que entre ambos podía surgir el toreo emocionante. No fue la suya esa faena moderna de cientos de pases anodinos, sino una sucesión de momentos poderosos, de dominio, de entrega y de una fe sin límites. Tiró la espada al final e inició una tanda cambiando de mano tras cada muletazo que precedió a una buena estocada.
Intentó en el sexto que se abriera la puerta la grande, pero ‘Navajito’, que tanto corrió en el encierro matinal, tiraba secos derrotes al aire y dificultó en demasía la labor el torero. Aún así, le robó muletazos de buena factura por ambas manos, pero la faena no llegó a cuajar.

MIURA/RAFAELILLO, ROBLEÑO, CASTAÑO,

Toros de Miura, bien presentados, mansos, broncos y deslucidos.
Rafaelillo: estocada contraria (ovación); casi entera (silencio).
Fernando Robleño: media y dos descabellos (ovación); pinchazo y bajonazo (silencio).
Javier Castaño: estocada (oreja); estocada (ovación).
Plaza de Pamplona. 8 de julio. Segunda corrida de feria. Lleno.
No salió a hombros Javier Castaño, pero quedó claro que vive un tiempo de extraordinaria madurez. No es un artista, y se supone que conoce su sino, pero el poder, el valor y la entrega son credenciales suficientes para alcanzar el honor de figura.
La corrida de Miura, decepcionante, como es habitual. Mantiene el tipo y la leyenda, pero en esa ganadería abunda la mansedumbre, la ausencia de casta y de clase, la brusquedad y la dureza. No son toros para el toreo, sino para la lidia, para el enfrentamiento entre un peligroso animal y un hombre con la cabeza bien puesta.
La tienen, sin duda, sobre los hombros los tres toreros de ayer. Cantada queda la gesta de Castaño, y ahí va todo el respeto y consideración hacia Rafaelillo y Robleño, dos especialistas en los toros de antes.
A Rafaelillo le tocó un lote infumable, de los que no te permiten el más mínimo descuido si no quieres conocer las alturas. Resoplaba el torero cuando acabó con el primero, brusco y dificultoso hasta la saciedad, y sorteó como pudo los gañafones del cuarto, que le buscaba la cabeza con ansiedad.
Y Robleño se encontró, en primer lugar, con el único que desarrolló un punto de nobleza, el segundo; lo lanceó con gracia a la verónica, y no llegó a confiarse con la muleta, siempre retrasada. Supo a poco lo suyo; merecía más ese toro; no remató, y lo que pudo ser, no fue. Él sabrá. No tuvo faena el quinto, muy complicado, gazapón, y de la misma mala ralea que los peores de la tarde. Y Robleño lo despachó de un feo bajonazo que no se merece nadie.


Cuarta de Feria en San Fermín, con seis Miuras que no ayudaron, precisamente, al lucimiento de la terna. Javier Castaño fue el único que logró tocar pelo, cortándole una oreja al tercero de la tarde, el único que se dejó hacer. Rafaelillo y Fernando Robleño no tuvieron opción con sus respectivos lotes.

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