Reproducimos la crónica de eldiariomontanes.es, sobre el festejo celebrado ayer, sábado 30 de julio en Santander dentro de la Feria de Santiago 2011.
Antonio Ferrera cortó la única oreja de la tarde y evitó que la penúltima corrida de Feria se fueraen blanco para la terna anunciada en el cartel. :: ALB
Una corrida al borde del naufragio
La corrida de Victorino Martín navegaba rumbo al naufragio hasta que salió de los chiqueros el quinto de la tarde y le arregló al ganadero de Galapagar el contrato para la próxima Feria. 'Matador' -537 kilos-, de paso, le abrió a Antonio Ferrera la puerta para volver al coso de Cuatro Caminos durante la Semana Grande de 2012.
Aburrirse con una corrida de Victorino es algo poco habitual. Quizás si se acude a la plaza de mal humor, sin ganas, enfadado con el mundo, pueda dar sopor el festejo en el que se anuncie el ilustre ganadero. Si además los toreros encargados de matar a los cárdenos de la 'A' de Albaserrada son del pelo de Padilla y Ferrera, el aburrimiento no entra en ninguna apuesta. Sin embargo ayer, el 90% de los aficionados se hastió con el encierro.
La penúltima corrida de la Feria se saldó con una única oreja y se la cortó a ese 'Matador' el torero nacido en Ibiza y afincado en la provincia de Badajoz, Antonio Ferrera, un portento en el tercio de banderillas, imprescindible en la mayoría de las ferias del país.
Ferrera, como la mayoría de los toreros banderilleros del momento, domina bien el capote, pero baja bastante el pistón con la muleta. Es un mal endémico, pero es así. Le pasa al Fandi y a Padilla. Se salvan de la quema otros como El Fundi, que afronta ya sus últimos compromisos como matador de toros.
Pues bien, Ferrera se topó ayer con 'Matador', posiblemente uno de los mejores toros a los que se ha enfrentado en los últimos años, y le cortó una oreja. Seguramente otro torero de los considerados 'figuras' se hubiera llevado hasta el rabo, pero Ferrera hizo lo que sabe, se entregó y hasta ligó algunas series con temple y gusto. Bravo por él.
Éste 'Matador, el único cinqueño de la corrida, tuvo numerosas cualidades que no pasaron desapercibidas para nadie. Humilló mucho al tomar la capa en los pases de recibo; primera buena señal. Corría, no trotaba; segunda. A pesar de la vara larga y trasera que recibió, no perdió las manos; tercera. Y, sobre todo, tuvo nobleza y calidad.
Con todos estos ingredientes era casi imposible no elaborar un buen plato y Ferrera lo hizo. No fue el que hubiera salido de la cocina de Ferrán Adriá, pero si de cualquier buen restaurante de comida tradicional.
Con la capa, destacó el quite por delantales y en banderillas, con ese victorino, se lució Ferrera que puso literalmente la plaza patas arriba. Por primera vez en 26 años, los miembros de la Peña La Pirula le dieron la espalda a un torero. Al rehiletero pacense le hicieron el desplante por mandarles parar la jota de pito y tambor que, desde hace más de medio siglo, ameniza el tercio de banderillas.
Ya con la muleta, el diestro ligó varias series tanto en redondo como por naturales, corriendo bien la mano. Algunos de los muletazos fueron de bella factura. El toro, por su parte, embestía con dulzura, respondiendo raudo a las órdenes de Antonio Ferrera. 'Matador' murió de una gran estocada al encuentro, un poco desprendida.
Con el segundo de la tarde, Ferrera había estado voluntarioso, derrochando ganas de agradar al respetable. El toro, con los pitones destrozados en las puntas, blandeó mucho y apenas le pudo bajar la mano. Algunos pases sueltos por el pitón izquierdo y cinco o seis templados por el derecho fueron el grueso de la larga faena. Antes de montar la espada, el presidente ya le había enviado un recado. Necesitó de un pinchazo y una estocada para acabar con él. No contabiliza el tropiezo en una de las banderillas que acabó con la muleta y la tizona en el ruedo.
Juan José Padilla tiene legión de admiradores en Santander y a él se entregan desde que sale por la puerta del patio de cuadrillas. A los peñistas y público en general le gustan hasta esos trajes tan rococos que luce habitualmente. El de ayer, un poco más discretito, era 'chicle y oro'.
El primero del 'Ciclón de Jerez' fue un toro flojo al que, de salida, le dio seis largas cambiadas de rodillas. Recibió una vara y tuvo un buen comportamiento en el tercio de banderillas que realizaron al alimón Padilla y Ferrera. Con el astado de Victorino Martín estuvo serio el jerezano, que intentó el toreo más ortodoxo. Pero eso cala poco en el público que quiere al Padilla arrollador y tremendista. En una de las series en redondo le dio un pase por bajo de los buenos de verdad. La espada se le fue al 'rincón de Ordóñez' y con el verduguillo necesitó cuatro intentos.
El cuarto rompió las tablas al derrotar contra la barrera del 7. El picador lo llevó hasta el centro del ruedo. Este burel tuvo más fuerzas que el resto de sus hermanos, pero Padilla no lo toreó bien. Destacó el quite por navarras y en banderillas el primero de los pares fue de suspenso.
Inició la faena agarrado a la barrera y ligó después un par de series por el derecho. El vitorino perdió pronto el gas y la poca casta que sacó de los corrales. Faena sin transcendencia de Padilla que fue ovacionado tras matar de una estocada tendida y desprendida.
La nota final tras el examen a Luis Bolívar no pasaría de un cuatro o del 'debe mejorar' que se estila desde hace algunos años. En sus dos toros pecó de lo mismo, de no cruzarse al pitón contrario, de torear despegado, de abusar del pico de la muleta y de no transmitir sentimiento alguno. Pases sueltos, sin ligar, siempre mal colocado frente al toro. Dicen las malas lenguas que desde que ha cambiado de apoderado tiene hasta una furgoneta 'cutre'. No hay más que envidias. En favor del torero colombiano hay que decir que su lote fue malo. Bueno, como el de Padilla, porque el único que salvó la tarde fue 'Matador'. El tercero fue un toro negro que nada tenía que ver con el producto de la casa del de Galapagar. El sexto, más en el tipo, tuvo fuerzas y una embestida aprovechable. Aburrió Bolívar, a pesar de su bondad. Fue éste último uno de esos toros que miran a su matador y le dicen ¡Dime qué hago y lo hago, pero mándamelo ya! Y es que Bolívar no supo en toda la faena qué hacer con su oponente.
En definitiva: Sólo un toro y medio de Victorino. Voluntad de Padilla, entrega de Ferrera y suspenso de Bolívar.
Fuente: eldiariomontanes.es/